Críticas de espectáculos

Andrómaca / Alcyone

“ANDRÓMACA”: MERITORIA DECLAMACIÓN /// “Andrómana”, en versión de Alfredo Guzmán (o Charly Delgadillo, de nombre artístico) sobre el texto de Eurípides, ha dado la imagen de ser un espectáculo exiguo para cerrar el Festival, a pesar de la idea interesante de su puesta en escena y la meritoria declamación de los actores del grupo nicaragüense Alcyone Teatro.
La principal belleza de esta compleja tragedia del autor griego -en la que domina la palabra y no se somete a las tres unidades- es la de los sentimientos de los diversos personajes expresados en forma netamente humana y viva. Guzmán, que también dirige el espectáculo y es experto en el arte de la declamación, lo ha entendido muy bien a la hora de elegir el texto, ofreciendo una versión en la que, más allá del lenguaje seductor -con el que nos recuerda las miserias, desalientos y desgracias de los personajes de la tragedia original que todavía azotan al género humano-, introduce como lectura paralela el tema de la situación actual de la inmigración, partiendo de que Andrómaca es una extrajera en Grecia. Sin embargo, la traslación de esta idea es enrevesada. Y apenas se sostiene desde el punto de vista crítico, porque “Andrómaca” no es la historia de la emigrante como pretende sagazmente la versión, ajustada esquemáticamente y con calzador. La protagonista que da titulo a la obra es la historia de la viuda joven de Héctor, una cautiva -que goza de ciertos privilegios- entregada a Pirro (o Neoptolomeo) como botín de guerra tras la caída de Troya. Y Pirro no es el nieto de Aquiles -como nos desinforman en el programa- sino su hijo.
El espectáculo logra artísticamente un trabajo digno -sobre todo en la sonoridad del lenguaje- pero con altibajos. La obra se presta para ilustrar sobre el concepto del carácter circular de tragedias en las que los personajes giran en torno a sus conflictos. Guzmán lo consigue en gran medida en su puesta en escena, donde la hermosura de cuadros abunda en una sugerente escenografía de espacio circular sin salidas, con distintos planos y compartimentos -diseñada por Damián Galán-, que permite todo un juego simbólico en las acciones de los personajes movidos como victimas de su infortunio. La conducta artística de estos produce la sensación de que todos ejecutan sus acciones tratando de no rebasar el ámbito en el que está ocurriendo su historia, o como si esta ocurriese en el espacio sideral. También funcionan bien los coros y la música -de claros contrastes clásico y latinoamericano-Y la indumentaria (atractiva asociación entre el traje nicaragüense y pre-helénico, de Joaquín Romero).
Pero parte de ese simbolismo en las acciones resulta hermético, por la poca claridad y escasa creatividad de los movimientos corporales aplicados a los personajes. Y un tanto deslucido por la utilización de micros en interpretaciones casi estáticas donde no se distinguen nítidamente los personajes por los timbres de sus voces -aunque el sonido fuera aceptable-.Tampoco se logra del principio al fin la adecuada atmósfera de tragedia: hay momentos impetuosos reforzados por la música y sonidos rítmicos de los mismos personajes -en el trato violento que recibe la protagonista de la envidiosa Hermione y del frustrado Menelao-, y otros bastante planos con desigualdades en la intensidad, gradual y evolutiva, del clímax. En la interpretación, se observó en el elenco de la compañía una rigurosa entrega de todos y cada uno de los actores y actrices. Lo más destacado fueron sus voces perfectas en tonos, ritmos y volúmenes trágicos, que estrujan y conmueven. ¡Lástima que les pusieran micros!
/// PUBLICADO EN EL PERIODICO EXTREMADURA


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