Críticas de espectáculos

Gnawa/Herrumbe/CND

La luz y las sombras
Obra: Gnawa
Coreografía: Nacho Duato
Música: Hassan Hakmoun/Adam Rudolph, Juan Alberto Arteche y Javier Pasariño, Rabih Abou-Khalil
Iluminación: Nicolás Fischtel
Obra: Herrumbre
Coreografía: Nacho Duato
Escenografía: Jaffar Chabali
Música: Pedro Alcalde/Sergio Caballero, David Draling
Escenografía: Jaffar Chabali
Iluminación: Brad Fields
Producción. Compañía Nacional de Danza
Euskalduna Jauregia –Bilbao- 04.11-07 – Dantzaldia
Pocas veces un programa doble de una compañía de danza puede ser tan complementario. Para inaugurar Dantzaldia 07, la CND que dirige Nacho Duato estrenó9 “Gnawa”, que es pura alegría, ritmo, sensaciones, sensibilidad, luz, conjunción, sones musicales de ambas riberas del Mediterráneo, una coreografía muy explosiva, cargada de sensualidad, en donde la compañía demuestra sus valores más contagiosos, su juventud, su fuerza expresiva, su ductilidad para acercarse a ritmos africanos, para pasar de los momentos conjuntados de manera espléndida, las diagonales o los círculos, a los pasos a dos, medidos, deliciosos, con un gozo por la vida, por las ganas de vivir, con un vestuario que transmite en su variedad cromática un mensajes de armonía con el universo.
La segunda parte es una de las obras más logradas del coreógrafo valenciano, “Herrumbre”, cuyo subtítulo es ”alegato contra la tortura”, que es precisamente lo contrario, la oscuridad, las sombras, el dolor, los tenebrosos ejércitos de la noche, los abusos, las ganas de acabar con el sufrimiento. Es un canto, también, a la vida, pero por contraste, por el abotargamiento que provoca la injustica, los abusos constantes que requieren de una ruptura. Sus coreografías con momentos estelares, es más implosiva, más hacia dentro, pero igualmente majestuosa.
Cuenta esta pieza con una excelente y majestuosa escenografía de Jaffar Chabali, movible, que ocupa el frontal o el fondo, que atraviesa la escena, representando en hierro la frialdad y la crueldad de la prisión, las cárceles, los cuarteles o cuartelillos, esos lugares donde el silencio se rompe con la más abyecto de los comportamientos humanos: la tortura. Termina esta obra con una escena para grabar en la retina, con miles de velas sobre esa misma escenografía que provocan una cascada de emociones.
En ambas obras la factura estética es perfecta, las iluminaciones son francamente elaboradas y formando parte del discurso y las músicas más que acompañar, preceden a toda la expresión de movimientos. Una gran sesión de danza, un buen comienzo para Dantzaldia.
Carlos GIL


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