Muestra Extremeña de las Artes Escénicas
Desde el siglo pasado -concretamente en 1984- no se había celebrado un encuentro teatral de artistas extremeños tan esencial como esta Muestra de las Artes Escénicas de Extremadura. En aquella época de compañías del llamado “teatro independiente” -vocacionales y semiprofesionales- se realizó, simultáneamente en las dos capitales de provincia, un Encuentro Regional de debate sobre la situación teatral extremeña y una I Muestra de Teatro de la Comunidad, en la que intervinieron 11 compañías (7 de Badajoz y 4 de Cáceres).
De las conclusiones del encuentro surgió la creación del Centro Dramático Regional de la Junta, que a lo largo de 6 legislaturas ha sido, con aciertos y desaciertos, motor de la actividad teatral extremeña. El motivo de la reciente Muestra de las Artes Escénicas celebrada en Cáceres nace de un lamento constante de varios años por parte del mundo teatral extremeño, basado en la incomprensión del político sobre la tarea tanto vocacional como profesionalizada del artista. Incomprensión que la mayoría de las veces había llegado a conformar un diálogo de sordos. Las expectativas por falta de legítimo diálogo de unos y de otros sonaban de forma muy divergente a la hora de desarrollar proyectos teatrales. Eran un auténtico problema arrastrado de indefinición de objetivos y contenidos teatrales por parte de la Dirección General de Promoción Cultural, organismo del que depende la política teatral, que había que solucionar cuanto antes. Por eso ha sido positivo que este año se juntaran en una mesa para hablar -atisbando una serie de horizontes teatrales- tanto políticos como profesionales que han tenido que ver con la gestión o, sencillamente, han sido victimas de la misma. Fruto del trabajo realizado ha sido la creación de un importante Plan Director de las Artes Escénicas de Extremadura, que supone un avance en la recuperación de objetivos a medio y largo plazo del Centro Dramático de las jornadas de 1984 y la creación de otros nuevos para un teatro que reclama la sociedad de nuestro tiempo. El documento, de objetivos generales con aire de racionalidad tan preciso en estos complicados instantes del teatro extremeño, que tiene carácter evolutivo para la definición de contenidos y realización de actividades de calidad, fue bien acogido por los artistas, programadores y público aficionado asistente a los actos, en la exposición que hizo el Director General de Promoción Cultural -con la sonrisa hasta las orejas- como logro conjunto del teatro extremeño y de la institución. Las jornadas organizadas por el Centro de las Artes Escénicas y de la Música (CEMART), a pesar de lo apretado de los horarios -quizás deban plantearse extenderlo a más días-, estuvieron bien organizadas.
En las charlas y debates, artistas y programadores expresaron sus ideas con libertad en un ambiente de cordialidad (en la que también cabe la oportuna protesta en la puerta del Gran Teatro de los alumnos de la precaria Escuela de Teatro). En los espectáculos representados en la Muestra, donde no han estado todos los que son pero los seleccionados, una variedad identificada más por sus genialidades estéticas que por su condición crítica, han tenido en su mayoría un favorable nivel de calidad. Destacaron la popular “Muerte accidental de un anarquista” de Darío Fo, con excelentes interpretaciones de todo el elenco de Suripanta Teatro, especialmente de Pedro Rodríguez en el papel de “el loco”; “Princesas”, producción de Karlik / Al Suroeste, con la estética de danza teatro, donde el inefable lirismo expresivo de Cristina D. Silveira vibra en las muchas asociaciones con objetos sobre un carrusel de sueños; “Crónicas de Fuenteovejuna”, propuesta didáctica de Samarkanda Teatro sobre la obra de Lope de Vega, interesante para festivales de teatro experimental; “Malaje” de EntreArte y Al-Badulaque, espléndido espectáculo de variedades -circo, flamenco, teatro- inundado de ideas y de magia, por artistas de depurada técnica multidisciplinar; “Mundos” de Z-Teatro, inspirada mirada de Isidro Timón a situaciones humanas llenas de sensibilidad, en el que Denis Rafter consigue un montaje plástico de hermosos cuadros; y “El enfermo imaginario” de Moliere, puesta en escena digna y divertida de Teatro de Papel en su tránsito de lo vocacional a lo profesional. Otros espectáculos como “Sopapo” de Asaco, con simpáticos clowns, y “Ay, hombres” de Al Lío Teatro, con 4 entusiastas actrices, están necesitados de una mayor exigencia profesionalizada. Decepcionó “El deleitoso y otras delicias” de Guirigai Teatro, donde el montaje de Agustín Iglesias no logra sacarle partido al humor popular de Lope de Rueda.