Críticas de espectáculos

Alí Babá y los cuarenta ladrones/Ópera de Cámara de Navarra

El violín de Zulema
Obra: Alí Babá y los cuarenta ladrones
Música: Iñigo Casalí
Libreto: Pablo Valdés
Intérpretes: Iñigo Casalí, Amaia Azcona, Alfonso García-Noain, Carol Verano, Txema Lacunza, Txori García, Leticia Pérez y niños del Coro Kithara y la Orquesta de Ópera de Cámara de Navarra
Dirección coral: Laura Álvarez
Dirección musical: Vicente Egea
Coreografía: Becky Siegel
Escenografía y vestuario: Javier Sáez
Iluminación: Koldo Tainta
Dirección escénica: Pablo Ramos
Producción: ABAO y Ópera de Cámara de Navarra
Teatro Arriaga –Bilbao- 04-01-09
“Ábrete, Sésamo” es la clave. En esta ocasión la historia de la niña Zulema y su violín, Ali Babá, los cuarenta ladrones, se plantea como una ópera familiar, y eso significa un planteamiento en el libreto, en los cantables, en los coros y en el peso musical básico que sin perder entidad sí pueda ser recibido de manera directa, sencilla y todo ello sin rebajar el rigor, ni restar ingredientes fundamentales del espectáculo operístico.
La historia se cuenta muy bien, los momentos corales le dan fuerza y saben conjugar los ritmos más consagrados con aquellos más cercanos y contagiosos, dejando claro que se trata de algo escrito para los públicos de hoy y sin miedo a contaminaciones.
Hay una disposición escénica general muy teatral de todos los elementos que ayuda a que todo transcurra dentro de una intención mágica, pero a la vez sin perder en ningún momento la posibilidad de subrayar lo que se debe denunciar, además de la más que patológica avaricia por el dinero del Tío Kassím, queda la explotación de los niños, en este caso convertidos en esclavos-ladrones por el ambicioso y despótico Osmán. Con soltura en las letras se van contando los pasajes de este cuento moral, y se van delimitando las posturas, dejando en el número final el mensaje fuerza.
La calidad de todos los intérpretes, la buena conjunción de los niños y niñas del corro, que lo viven y le dan un toque de cercanía muy apreciable y la claridad de la orquesta componen una magnífica oferta para iniciarse o reconfortarse con la ópera como un género vivo y actual.
Carlos GIL


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