Entrevistas

Ricardo Iniesta: «“Mi hermano Carolo me inoculó las obsesiones por el teatro y la Utopía de un mundo sin injusticias”»

Atalaya cumple veinticinco años, un cuarto de siglo de aprendizaje que se convierte en la plataforma para lanzarse hacia un futuro muy estructurado, muy planificado, puesto que parte de una vocación itinerante forzada por las circunstancias para desembocar en un proyecto de estabilidad, con una sala de nueva planta donde poder soñar, donde poder investigar, donde poder levantar los espectáculos y desde la que enfrentarse día a día con los públicos. Una sala para Sevilla que viene a colocarse en la cartografía de los nuevos puntos de exhibición para las artes escénicas que están transformando la ciudad.

 

Entrevista publicada en la Revista ARTEZ nº138 – Suplemento XXV Aniversario de Atalaya (octubre de 2008)
Suscríbete a la revista ARTEZ

¿Qué motivos te llevaron a crear Atalaya hace 25 años?
En Madrid yo estaba al frente de Lejanía, un grupo de teatro que organizaba el Encuentro Internacional de Teatro de Calle de Madrid, por el que pasaron decenas de grupos de toda Europa, incluyendo al Odin Teatret. Todos aquellos actores despertaron en mí la necesidad del entrenamiento, de la experimentación, de la disciplina… porque el teatro universitario y de calle del que provenía Lejanía era bastante caótico y falto de rigor escénico. Yo quería crear un grupo con un objetivo de investigación, lo que ya por entonces resultaba muy difícil en Madrid. Por eso decidí formarme fuera de España y trasladarme luego a otra ciudad. Creo que pillé el último tren para acceder a las enseñanzas de Grotowski, de Kantor y del Berliner Ensemble… que junto con las de Barba —que todavía siguen aflorando— marcarían mi trabajo con el nuevo grupo. Suponía renunciar a los privilegios de vivir en Madrid y pasar a “provincias”, al no ser… para muchos…, pero prefería ese sentido periférico de vivir en las márgenes, donde uno no tiene que renunciar a sí mismo para someterse a las modas.

¿Por qué decides emprender esta nueva aventura en Sevilla, en tu vuelta a Andalucía?
En 1982 María Navarro —la Piru— que conocía bien a Lejanía me presentó al Loco de la Colina para que actuáramos en Sevilla dentro de los eventos culturales del Mundial 82. Allí descubrí que mi sitio estaba en esta ciudad y no en el Madrid de la incipiente movida madrileña. Lo que más me costó fue dejar el movimiento de grupo. En el 83 sevillano todavía ni se vislumbraba la Expo 92, ni existía la televisión autonómica, ni había un cine andaluz y los grupos profesionales se contaban con los dedos de una mano; el panorama resultaba un tanto desértico, culturalmente hablando, pero precisamente por eso se palpaba mucha avidez entre la gente joven y se abrían muchas posibilidades. Fíjate que a las pruebas acudieron casi un centenar de personas, con tan poca experiencia como actores —que suponía uno de mis requisitos— como yo en la dirección. En Sevilla quería aplicar el flamenco como una de las técnicas de aprendizaje para los futuros actores; a la larga resultaría fundamental, aunque sólo lo llegué a introducir en el primer espectáculo: “El Jardín de las Hesperides”, que fue un absoluto fiasco por mi parte, después de someter a los actores a cientos de horas de entrenamiento físico y de voz… Hubo que esperar a “Así que pasen cinco años” en el 86 para que diera fruto tanto trabajo y experimentación.

Como todo ser vivo, tuvo sus crisis y ahora con la distancia, ¿cuáles fueron los motivos de aquella escisión y qué significó para el desarrollo del proyecto?
Después del montaje de Lorca vinieron “La rebelión de los objetos” de Maikovski y “Hamletmaschine” de Heiner Müller, y Atalaya pegó un salto espectacular, convirtiéndose en uno de los nombres habituales en los festivales de teatro contemporáneo en España, pero también fuera de nuestras fronteras… Artísticamente maduramos, pero se nos subió un tanto a la cabeza, a los actores y a mí mismo… Pensando que ni unos ni otros resultábamos imprescindibles… Así, en el inefable 92 de los grandes eventos artificiosos, nos “pusimos los cuernos” mutuamente, yo dirigiendo a dos actores jóvenes y los actores optando por traer otro director… Fue un problema de inexperiencia y de seguir los cantos de sirena de nuestra vanidad. Para mí significó tres años de travesía del desierto, hasta que formé TNT como centro de investigación —al principio muy modestito— y comencé a invitar a pedagogos de todo el mundo en el Laboratorio; para mis compañeros —que así creo que nos seguimos considerando, tras una reconciliación hace años, aunque sigamos trabajando por separado— creo que ha sido más duro, aunque ellos optaron por la vía del “clown” mientras que yo he seguido la línea de los grandes textos del teatro universal. No obstante es muy posible que alguno de ellos se incorpore a Ricardo III —el próximo montaje de Atalaya— aunque la mayor parte han abandonado la actuación.

Sin pensarlo mucho, ¿qué obras crees han sido desde tu punto de vista más íntimo, las que han representado mejor el espíritu de Atalaya, o las que tú has quedado más satisfecho?
Resulta curioso porque según preguntes a unos u otros te hablan de una de las tres que he mencionado anteriormente, pero también de alguna de las siete que hemos llevado a cabo desde el 96, con el nuevo equipo estable “Elektra”, “Divinas palabras”, “Exiliadas”, “El público”, “Medea”, “La ópera de tres centavos” o “Ariadna”; resulta para mí muy difícil elegir entre estas diez; desde luego las otras sí que tengo claro que por una u otra razón están en un nivel mucho más bajo. Yo diría que cada uno de los diez montajes ha supuesto un descubrimiento para quienes los hemos creado, y juntos conforman nuestro lenguaje, que creo que ya se reconoce. Te diría eso sí que los procesos de creación más logrados por parte de los actores, a mi modo de ver, han sido “Hamletmaschine” y “Ariadna”, puede que también la potencia que reciben los espectadores; quizás supongan las cumbres de los dos equipos estables… En todo caso, Lorca, Maiakovski, Müller, Valle, Brecht y los Griegos han sido nuestros grandes maestros no conocidos…

¿Qué etapas son las que consideras fundamentales para entender mejor la evolución en estos veinticinco años?
Hay cinco etapas, que en el libro que se ha editado sobre nuestra pequeña historia aparecen como actos. Yo siempre divido los montajes en cinco actos, luego en escenas y luego en secuencias, pero la madre del cordero está en los cinco actos…, y podría decirte que hasta “Así que pasen cinco años” fue la prehistoria y luego vino la primera etapa fructífera —el segundo acto, hasta el 92— con la ya mencionada “trilogía del teatro poético del desasosiego” que nos daría a conocer en todo el país… y parte del extranjero… En esos nueve años, junto a Javier Centeno, Carmen Gallardo y otros compañeros, engendramos el “sello Atalaya” tanto en la parte visible por el espectador, como en el proceso de trabajo y en la ética del funcionamiento. Llegó luego —tras la ruptura del 92— un período en que “perdimos el Norte” y donde a pesar del compromiso y tremendo trabajo de Cristina Samaniego ni “Descripción de un cuadro” de Müller —que no obstante se representó hasta en Australia…— ni otros tres montajes posteriores recuperaron el nivel, sobre todo porque no existía un planteamiento de grupo de investigación sino de compañía que contrataba actores… El 95 supuso un renacimiento con la creación de TNT; de su Laboratorio surgió el segundo grupo estable de Atalaya, que en esencia continua hoy, casi tres lustros después con Jerónimo Arenal, Aurora Casado, Joaquín Galán, Marga Reyes, Sario Téllez, Silvia Garzón… Este período podríamos presentarlo como el IV acto –que por cierto casi siempre es el más largo en los espectáculos. Pero en realidad desde hace un año ha comenzado el V período que yo espero que en esta ocasión sobrepase al anterior en duración… Se trata de una etapa nueva en que Atalaya ha recogido el mejor fruto soñado: la construcción del nuevo TNT, una utopía convertida en realidad, que va a permitir que moderemos el volumen de giras, que realicemos un trabajo cultural, social y político en nuestro entorno. Una etapa que también en el lado humano se amplia con un grupo de cuatro jóvenes actores procedentes de TNT –Raúl, Lidia, María y Alba- que, en esta ocasión, no significan un reemplazo sino una suma. No queremos que –como ha sucedido con otros grupos históricos- Atalaya se fosilice.

¿Detectas en tus trabajos una evolución estética significativa, variaciones en sus intenciones, en estas etapas?
Sí claro, figúrate…, del teatro de calle –poético pero muy primario- del 83 a “Así que pasen cinco años” ya hubo un salto de considerables proporciones que tuvo que ver directamente con mi estancia y aprendizaje en el Berliner Ensemble y en la ISTA de París en el 85. Luego vendría la fuerte influencia de Meyerhold y todas las vanguardias rusas a partir de “La rebelión de los objetos”: Eisenstein, Maiakovski, El Lissitzky, Tatlin, Malevitch, Pudovkin, Slovsky, Rodchenko, la Popova, …; no sólo fue cuestión estética sino de politización, en plena época del “desencanto de las izquierdas”… Con Müller nos adentraríamos en el expresionismo alemán y en una radicalización mayor aún…; yo hice mías sus “obsesiones”: revolución, sexo, trabajo y muerte –haciendo hincapié como dijera él mismo- en la separación de todo concepto mercantilista de la segunda y la tercera, sino como vivencias personales. Müller posiblemente es –junto a mi hermano Carlos- quien más ha influido en mi vida, no ya sólo desde una perspectiva artística sino en la búsqueda de la coherencia como insumiso ante el sistema capitalista, tomando el día a día “con tranquilidad y cierto optimismo” –como plantea su Hamlet- y la propia existencia al modo de los griegos “sin esperanza ni desesperación”. Pero es evidente que en el lenguaje de Atalaya, y en el mío propio, se ha producido una evolución constante a partir del encuentro con todos los grandes maestros que han pasado por TNT, y, claro, a partir del trabajo sobre los textos de Valle y los griegos. Ahora son cuatro los estilos que combinamos en nuestro trabajo: el onírico del Lorca surrealista que hemos abordado en tres montajes, pero que por momentos se cuela en otros como “Ariadna”; el grotesco de Valle, que tuvo su anticipo con Maiakovski y en algunas zonas de Müller, y desde luego en muchos de los personajes de “La opera de tres centavos”; el –llamemos- realismo expresionista mülleriano que también estaba presente en “Exiliadas”, y la enérgica presencia de los coros y personajes de la Tragedia. Quizás esa idea coral –que se apuntaba de manera un tanto “naif” en “La rebelión de los objetos” y tuvo uno de sus mejores logros en “Hamletmaschine”- sea uno de los grandes aprendizajes que nos han aportado los Griegos –con mayúsculas-…

Alguna vez se puede crear una lógica confusión entre TNT y Atalaya. Explica para los legos el proyecto TNT y su conexión con Atalaya.
Como ya te he comentado, TNT –Territorio de Nuevos Tiempos- ha venido siendo el centro de formación y creación donde se realiza el Laboratorio Internacional. Por él han pasado más de setenta maestros de todas las tradiciones teatrales, desde las orientales –Opera de Pekín, Butoh, Noh, Kathakali, teatro balinés- hasta las europeas –Biomocánica rusa, teatro isabelino, Berliner Ensemble, Comedia dell´Arte,…- pasando por los rituales afroamericanos –zulú, candomblé, santería…-; ahora se convierte en Centro Internacional de Investigación Teatral. TNT nace a instancias de Atalaya cuando en 1994 Cristina y yo comprendimos que lo de contratar actores no casa con Atalaya, y decidimos resucitar la idea de grupo de investigación; la mejor manera era traer a prestigiosos maestros y convocar actores de todo el país interesados en esa línea.
Se puso en marcha lo que dimos en llamar “Teatro a través del tiempo” donde planteamos laboratorios estables con diez actores que luego tomaban parte en los espectáculos. Siempre hemos querido diferenciar Atalaya con respecto a TNT; el primero es un grupo estable donde los espectáculos son siempre dirigidos por mí, mientras que en el segundo caso son directores invitados: Etelvino, el Chino, Pepa Gamboa, Vicente León, Alfonso Zurro, …, y actores que normalmente proceden de los laboratorios. Ahora se abre una etapa en la cual el apellido TNT posiblemente se le coloque también a espectáculos inmersos dentro del “Proyecto Imarginario”.

Además de cumplir 25 años de existencia, emprendéis una nueva aventura, la apertura de un Centro de Creación Estable, con dos salas, ¿cuáles van a ser sus objetivos principales y su modelo de exhibición?
El nuevo TNT se define ante todo por un vocablo: investigación. Es cierto que las instalaciones significan la materialización de un sueño: un espacio con 320 plazas que va a ser en tamaño el tercero de la ciudad dedicado a teatro y una sala para 120, además de un gran patio capaz de acoger aún a más espectadores todavía… Pero queremos que la exhibición no nos fagocite… Por eso las aulas y la biblioteca suponen una parte importante del proyecto, no sólo en su extensión sino en su uso. El entrenamiento, el estudio, la investigación y la creación son definitorios del actor de Atalaya, y queremos transmitirlo ahora no sólo a diez jóvenes actores cada dos años, sino crear encuentros con grupos, y por supuesto influir en alguna manera en nuestro entorno. Queremos echar nuestros granitos de arena en el perverso engranaje del Poder, y lógicamente no me refiero al gobierno de turno, sino ante todo a la maquinaria envilecedora para con el ser humano que significan las multinacionales y los grandes bancos. En España hay ya nueve millones de pobres según informes bancarios en gran medida debida a éstos; TNT se abre el Dia Mundial de la Pobreza… no nos va a pasar desapercibido, como no nos va a pasar desapercibido en la programación el Día contra el Racismo, o a favor del Pueblo Palestino, o tantas otras conmemoraciones que conformarán nuestro Tiempos Solidarios; alguien podría preguntar qué tiene esto que ver con el Teatro, yo le contestaría con las palabras de Müller, de Ariane Mnouckine o de Genet que se pronuncian por el Teatro de la Utopía frente al teatro del adormecimiento y la narcotización. Los cuatro ejes sobre los que va a girar la programación de TNT tanto en su vertiente de espectáculos como de talleres serán: los grandes maestros internacionales de los cuales tenemos una buena representación en el MITIN –Muestra Internacional de Teatro de Investigación- que abre TNT, el trabajo de Atalaya, el Proyecto Imarginario –sectores marginales y marginados de la sociedad (discapacitados psíquicos, físicos, mentales, mujeres maltratadas, poblaciones marginales –el cercano Vacie será un referente-, inmigrantes, personas sin hogar…) y por último la población del Distrito Norte, que junto a Macarena conforman 175.000 personas, una cuarta parte de Sevilla, siendo TNT la única dotación escénica. No obstante TNT abrirá sus puertas a los eventos claves de la ciudad: Mes de la Danza, FEST, Circada, Escena Mobile, Feria de Títeres y en algunos casos a programas de ámbito nacional como el Ciclo Autor que dirige Vicente León, quien obtuvo un merecido Premio Max y que el próximo año se va a dedicar a Pasolini. Lo que no vamos a programar son espectáculos sueltos que pueden y deben representarse en otros espacios de la ciudad que los programan habitualmente.

De una constante itinerancia, a una sala estable, ¿esta nueva circunstancia va a influir en todo el proceso creativo y de producción?
Como antes te decía, este quinto acto que comienza llega en el momento justo, tanto porque los actores del grupo están ya en su quinta década de vida o han creado ya una familia, como porque la situación económica del país y el exceso de producción de espectáculos están haciendo caer en picado las contrataciones de los ayuntamientos. En los últimos diez años los actores de Atalaya tenían que pernoctar fuera de sus domicilios una media de 130 días –más de la tercera parte del año- mientras nuestros espectáculos se presentaban en Sevilla no más de cuatro días por temporada… Esto ha ido a más; desde “Elektra” –11 días- hasta “Ariadna” –tres- cada espectáculo se ha visto en Sevilla menos veces, a pesar de que, en nuestras últimas presencias, el lleno de los teatros públicos era diario… Da mucha pena que tu trabajo no lo vean nada más que dos mil personas en tu ciudad. Evidentemente vamos a seguir estrenando en el Lope o el Central por razones de estrategia, pero en TNT vamos a poder remontar los espectáculos de todos estos últimos años. Resulta una incógnita la acogida del público pero también es cierto que se trata de textos universales y queremos atraer también a los estudiantes… con los jóvenes siempre hemos tenido mucha aquiescencia. Por otro lado la idea es crear una segunda línea de espectáculos que no van a entrar en los circuitos habituales de Atalaya pero sí permite su presentación en TNT; ha sido el caso de “A solas con Marilyn” de Zurro interpretado por Sario que en la actualidad tiene dos hijos de muy corta edad. Lo que está claro es que –como dijera Juan Ruesga en la rueda de prensa de presentación de las obras- contar con un centro de estas características nos abre tantas posibilidades que ni siquiera ahora somos capaces de descubrir.

La fuerte inversión que habéis realizado para la construcción del centro, ¿puede condicionaros el futuro de manera irremediable?
Te voy a ser sincero. No hemos recibido ni un céntimo de los bancos, que ya ni siquiera aceptan pagarés. Hemos tenido que echar mano de préstamos familiares, en algún caso con hipotecas de bienes. Las obras finalizaron a primeros de mayo coincidiendo con el “crack” de las constructoras… Para entonces sólo habíamos percibido 200.000 euros de ayuda del ayuntamiento y habíamos invertido ya más 1.200.000… Hemos corrido un riesgo enorme… si llega a pasarme algo en estos meses atrás habrían expropiado un par de propiedades de mi familia y por supuesto el proyecto se hubiera quedado sin terminar. Seguimos en las mismas ahora, con la misma diferencia más o menos, sólo que ya parecen encauzadas las aguas en las subvenciones que se nos vienen concediendo a Atalaya por parte de la Junta e INAEM, y para la construcción por parte de éste último y del ayuntamiento. No obstante nos va a quedar un pago anual de 75.000 euros de crédito a lo largo de 15 años –con las revisiones del euribor, cómo no- y por otro lado las subvenciones a la construcción y equipamiento que esperemos que al final cubran la mitad del 1.700.000 euros del presupuesto estimado van a tardar todavía cuatro años en recibirse íntegramente. Ello unido al IVA –que no es cuestión baladí en estas cantidades- supone una rémora para los próximos años. Pero a fin de cuentas si hubiéramos continuado en la vieja nave industrial de Curtidurías posiblemente a estas horas estaríamos cerrando el ciclo de cuarto de siglo de vida de un proyecto teatral, dadas las circunstancias. Bromeo diciendo que al menos durante los 15 próximos años Atalaya tiene que funcionar o vendrá mi familia con la guadaña a por mí… pero lo cierto es que hay dos razones más importantes por las que voy a seguir haciendo teatro hasta el último día de mi vida: porque creo que es la mejor manera en que puedo expresar mi rebelión contra las injusticias de este sistema canallesco en que vivimos, y por la memoria de mi hermano Carolo que me “inoculó” en su día las obsesiones por el teatro y la Utopía de un mundo sin injusticias y al igual que él, hasta mi último aliento, voy a mantenerlas vivas.

¿Cuántas personas estáis en el equipo actualmente?
Somos siete personas el equipo artístico estable, los seis actores que más arriba te comenté y yo. A ellos se unen los cuatro más jóvenes, cuatro técnicos –uno de ellos también es actor- y cuatro personas en la oficina. Esto dijéramos es ahora Atalaya, pero está claro que en cuanto empiece a funcionar TNT esta veintena de nóminas se va a incrementar… ; de hecho en “La Opera de tres centavos” giran siete músicos y dos actrices más…

¿Existe espacio en las programaciones generalistas de los teatros de las redes para el teatro más experimental?
El término experimental asusta siempre. Yo en realidad prefiero decir investigación, que parece que conlleva mejores resultados y más seriedad, jajajaja… En la realidad teatral de este país se ha producido un enorme retroceso con respecto a hace 20 años. Por aquel entonces Atalaya Teatro Experimental Andaluz –que era nuestro nombre, precisamente- representó en 60 ciudades de España “La rebelión de los objetos” de Maiakovski: un grupo casi desconocido, con un texto desconocido, de un autor casi maldito –no para mí, claro- con el añadido de realizarlo en unas gradas incomodísimas donde cabían poco más de doscientas personas y que no podían montarse en teatros, claro. Esto ahora mismo hubiera sido un suicidio absoluto. Ahora si no llevas –como es nuestro caso- caras famosas –ojo he dicho “caras”… no actores… a buen entendedor…- tienes al menos que llevar obras famosas… Esto conlleva que –por ejemplo- “Exiliadas, cantata para un siglo” que lo presentamos inicialmente en gradas –como “La rebelión…” pero adaptables a escenarios- tuviéramos que remontarlo “a la italiana” a pesar de que Atalaya era mucho más conocido en 2002 que en 1988, pero claro la obra no era conocida porque la había escrito Borja Ortíz de Gondra en proceso con nosotros. Lo cierto es que “Elektra”, “Divinas palabras” o “Medea” se han presentado en unas cuarenta provincias españolas y en muchos países de Europa y América, incluso en el Teatro Español de Madrid. Hay que crearse una estrategia para que vean que el experimento cuando hay rigor y mucho trabajo no falla nunca; ése es el problema estamos condenados a acertar a cosechar un “tocho” de buenas críticas, mientras que las “caras famosas” llenan por eso… por la cara… Supongo que la experiencia de quienes afrontan ahora una etapa de teatro de investigación es muy muy dura… son “malos tiempos para la épica”…

¿Hay nuevos públicos que se hayan criado con otras experiencias estáticas menos convencionales?
Mira yo tengo muchas experiencias positivas. Te puedo decir que tenemos un público fiel en unas cuarenta ciudades de entre 70.000 y 300.000 habitantes. Es un público que ha llenado los teatros con “La Ópera de tres centavos”, pero que también con textos menos conocidos acude al teatro. Es diferente en las grandes ciudades. Yo creo mucho en que el teatro cuando genera emociones diferentes a todo lo demás crea “mono” a quien lo disfruta… Es importante el término “disfrutar” frente al término “divertir” o “entretener” porque el primero te hace repetir, el otro es un “pasatiempos” prescindible… Los espectadores nunca nos han fallado, algunos programadores sí, te abandonan porque cambian los políticos de turno, o porque deciden que ya se han aburrido de ti… A nosotros nos ha llegado gente en Vigo, en Vitoria, en Elx, en Tarragona, en Gijón, en Ciudad Real, en Granada, en Badajoz, en Palencia… -en esas “ciudades fieles”- comentando que nos siguen desde hace muchos años, personas que aparentemente no tienen nada que ver con nuestra ideología teatral… Yo te puedo hablar desde esta perspectiva…, perdona que sea en primera persona, pero no puedo extrapolar nuestra experiencia. Lo cierto es que lo que se necesita –te lo aseguro- es una capacidad de resistencia brutal, es lo que han tenido siempre los actores de Atalaya, empezando por aguantar al director, jajajaja… y siguiendo por aguantar que les pregunten cuándo van a hacer televisión de una vez… y a hacerse famosos y ganar dinero… Al final la fidelidad del público es lo que te da la vida, lo que hace que te compense viajar por enésima vez a Lleida o Lugo desde Sevilla, el encuentro con esas gentes que van a dedicarte una parte de sus vidas una vez más… Es como un encuentro entre dos enamorados que viven en la distancia…

¿Cómo va influir en los textos de Atalaya la prematura desaparición de Carolo?
Carolo, como ya he dicho es la persona que más ha influido en mi vida. Era hermano, maestro, segundo padre, amigo, camarada, fan, cómplice,… La persona con quien más he convivido… El me animó a meterme en el teatro de agit-prop en pleno fascismo y juntos adaptamos “Los caciques” de Arniches para La Guadaña… Pero ha sido con la Tragedia con lo que se convirtió en parte fundamental del proceso creativo de los espectáculos. Sus adaptaciones de “Elektra”, “Medea, la extranjera” y especialmente “Ariadna” han sido alabadas unánimemente por la crítica no sólo española. Es claro para mí que en mucho tiempo no volveré a llevar a escena un clásico griego, por más que con él haya aprendido mucho más de lo que pudiera pensar. Tenía en mente en un futuro Edipo, Casandra, Antígona, pero creo que la Trilogía se ha cerrado de la mejor manera posible y con ella la incursión en la Tragedia griega. De momento voy a comenzar el otro ala que tanto nutrió a Heiner Müller: la tragedia shakespeariana; nuestro próximo montaje será “Ricardo III” nuestro primer montaje del teatro isabelino. Pienso, como dijera Octavio Paz en “El arco y la lira” que la cúspide del teatro universal de todos los tiempos es la Tragedia griega y luego –de lejos- la siguen Shakespeare y el Calderón trágico. Lo cierto es que Carolo fue también un asesor literario en otros montajes, pero en Atalaya hemos desarrollado la capacidad de supervivencia y adaptación y ahora nos tenemos que adaptar a su terrible ausencia; por ello pienso que ésta va a ser más fuerte en mi vida personal… Siempre está el consuelo de pensar lo afortunados que hemos sido por disfrutar de su existencia, los 37 años que sobrevivió en silla de ruedas al fatal accidente sufrido a causa de los “exilios” del Proceso de Burgos franquista.

¿Qué sientes ahora, tras estos veinticinco años?
Fíjate a primero de año nos sacó el diario de mayor difusión una especie de homenaje, que sólo pude disfrutar durante veinte minutos hasta que supe de la inminente muerte de Carolo. El año más mágico se trocó en el más trágico. Ahora meses después siento un gran vacío, también por la ausencia de otros maestros que han ido quedando en el trayecto. Pero uno es optimista por naturaleza y cuando contesto esta entrevista me encuentro en mi despacho del nuevo TNT, es atardecer no hay nadie en los 1.500 metros cuadrados de este centro, en el gran patio unas jacarandas están echando –ya casi en Otoño- sus preciosas flores moradas, como el color de la insumisión de la mujer, como el color impreso de las letras de Atalaya y la torre de Tatlin que nos acompaña desde hace veinte años. Cuando formé Atalaya era el Otoño del 83, escribí entonces que nacíamos en la segunda Primavera que tiene Sevilla, cuando los árboles provenientes del Hemisferio Sur, fieles a su ciclo biológico, echan sus flores, como la jacaranda. Ahora con este flamante edificio -cuando por los avatares de la vida podrían caerse todas nuestras hojas- está surgiendo una segunda Primavera que estoy seguro que durará otros 25 años. Siento ahora una tremenda gratitud a todos los que habéis confiado en Atalaya, a los maestros, a los críticos, a los programadores… y sobre todo a los actores que me han acompañado en este viaje que ha dado ya una vuelta al mundo. Tengo la sensación de que ha merecido la pena… y como dijera otro maestro y amigo desaparecido –Esteve Graset- lo importante nos es a dónde se llega, lo importante es el viaje… Esta noche ya, el TNT es un gran buque fantasma, pero en breve van a empezar a pasar por sus salones, por sus camarotes cientos y cientos, que más tarde serán miles y miles de personas que darán sentido a nuestra existencia, como artistas, como personas.

Carlos Gil Zamora


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba