Needcompany presenta ‘The Ballad of Ricky & Ronny –a pop opera’ en el Centro Párraga
La compañía belga Needcompany presentará este fin de semana en el Centro Párraga su espectáculo The Ballad of Ricky & Ronny –a pop opera, que podrá verse el 20 y 21 de marzo en el Espacio 0 del espacio murciano.
Cantar para explorar nuevos registros y presentar historias e ideas de forma diferente, eso es Ricky and Ronny, la historia de un amor contemporáneo que aún sigue vibrando tras la conmoción del pasado y en la que sus protagonistas solo pueden comunicarse a través de la música.
¿Hay algún artista que aún se atreva a hablar hoy día del amor? ¿Sobre esa prolongación sentimental de la mentalidad de clase media? ¿De ese sentimiento de dicha matrimonial repleta de compromisos? Actualmente, el amor ya no sirve para el escenario. Es demasiado explícito, demasiado sensual, demasiado íntimo. Así que el amor se arroja por la borda. Y aún así, ocasionalmente, hay algún dramaturgo que acepta el desafío. Es el caso de Maisondahlbonnema y Need Company -una de las compañías más influyentes dentro del panorama europeo que todos los años presenta en los mejores festivales sus últimas propuestas-, que juntos se embarcan en la creación de esta miniópera.
En The ballad of Ricky and Ronny, Hans Petter Dahl y Anna Sophia Bonnema han escrito la crónica de una era perdida. Sus cuerpos expuestos de forma exhibicionista respiran el último aliento de una era de sexo libre y de insensatez alucinógena. Pero fuera, mientras tanto, la guerra continúa y el excitado sudor de los sesenta se ha enfriado para formar una segunda piel pegajosa que envuelve esos gloriosos cuerpos como en una camisa de fuerza. Lo que queda es banalidad, aburrimiento, temor y desesperanza. Pero nada de esto ha conseguido absolutamente empequeñecer el amor. Cada canción rezuma recuerdos pero al mismo tiempo expresa la falta de una fe perdida. Ricky y Ronny fueron hijos de su tiempo, piensa uno. Buscaron la salvación en la religión y en la política, pero no de forma sincera.
En la fe y en la naturaleza, pero sin mucha convicción. Son la primera generación que ha separado el sexo de la reproducción. Y ahora, tantos años después, intentan resignarse al vacío de sus aspiraciones.