Profetas del Mueble Bar celebra “La Boda de los pequeños burgueses”, de Bertolt Brecht en el Teatro Galileo
«La boda de los pequeños burgueses» es una comedia eminentemente coral. Su lenguaje es directo, sencillo, y el humor grotesco que desprende, a veces se torna ácido y otras disparatado, casi circense. Sin embargo, la aparente sencillez de esta obra encierra una delicada complejidad a la hora de representarse. La sensación que uno tiene es la de estar frente a la partitura de una efervescente composición musical para nueve instrumentos (los nueve personajes que se reúnen en la celebración de la boda).
La boda de los pequeños burgueses» presenta al espectador un situación perfectamente reconocible: el banquete nupcial de unos recién casados. Les acompañan en la celebración sus familiares y amigos. La fiesta arranca, como todas las bodas, con una aparente alegría y felicidad, mascarada de las «buenas formas», y acaba en absoluto desastre. Los muebles de los recién casados se irán destruyendo, poco a poco, ante nuestros ojos. La voluntad carpintera del novio -que todo esté hecho por sus manos-está bien lejos de la eficacia. Brecht coloca tres parejas junto a los elegantes novios. Cada una de ellas representa un estadio relacional.
La boda de los pequeños burgueses»no sería la obra que es sin la capacidad de Brecht para revolver el mundo con un humor despiadado y poderoso. No podemos más que reírnos -reconociendo a sus personajes, reconociéndonos- y reflexionando sobre ese mundo de mentira.
Para la parte artística, contamos con un equipo actoral de primera línea, arropado por Iago Pericot, maestro y figura indiscutible del teatro catalán y nacional, en el concepto espacial con un desarrollo escenográfico de Bartolomé Ruano; en el vestuario, por León Revuelta, figura clave del cine y teatro español, y en la iluminación, por José Manuel Guerra, profesional de gran calidad y trayectoria impecable. Todo ello bajo la dirección de Los Profetas (Juan Ramón Pérez, Fernando Navas y Carmelo Alcántara).
Bertolt Brecht
Bertolt Brecht fundó las bases de su teatro épico en la crudeza de la realidad. Y esa crudeza explora las relaciones humanas convertidas en cadenas, que un sistema impone sin fin. Añadía esa indiscutible «marca» Brecht, que consistía esencialmente en la habilidad para la respuesta irónica o desvergonzada, la narración «épica», los poemas y canciones intercalados… Brecht se consideraba a sí mismo un hombre de teatro que se había liberado de las tendencias del teatro expresionista para experimentar con nuevas formas. Quería mostrar que ese cambio no sólo era posible sino que era necesario y su teatro lo dirigió a sacudir la conciencia del público para llevarlo de una pasividad acrítica a la reflexión y, esperanzadamente, a la acción.