Críticas de espectáculos

Pequeñas dolencias/Esfera Teatro

¿Nueva escena?

 

Obra: “Pequeñas dolencias” Autor: Peio Hernández Riaño. Compañía: Esfera Teatro. Intérpretes: Vanesa del Castillo y Carlos Escudero. Iluminación: Víctor Lorenzo. Música: Manuel Raba. Vídeo, dramaturgia y dirección: Juan Carlos Fernández. Teatro de la Estación (Zaragoza). 29 de octubre de 2009

Me van a permitir que en esta ocasión comience con una pequeña digresión cuasi semiológica. Ya verán como al final viene al caso. Les confieso que no es otra cosa que un intento de arrojar algo de luz sobre cierta perplejidad que me provocó “Pequeñas dolencias”, la propuesta de Esfera Teatro que el jueves pasado se presentó en el Teatro de la Estación. Toda puesta en escena crea un código sobre el que se construye la ficción teatral. Ese código no ha de ser necesariamente de naturaleza realista. El verismo no es, por fortuna, una condición para el hecho teatral. Lo que sí ha de ser es coherente y verosímil, pero no desde el punto de vista de la coincidencia con la realidad, sino desde el punto de vista de la propia ficción teatral. Esa visión reduccionista de la verosimilitud (como simple coincidencia con el mundo real) de poco sirve en un arte, el único arte, que crea un mundo que existe realmente pero que no es cierto.

El hecho teatral es, además de otras cosas, un acto de comunicación (en ambas direcciones) entre el escenario y la sala. Para que esa comunicación se desarrolle con éxito, ese código, sea de la naturaleza que sea, ha de ser conocido por ambas partes, debe poder ser descifrable por los espectadores. De no ser así, éstos no podrán entender lo que se les propone desde la escena, no podrán ser partícipes, verse involucrados y el mensaje se perderá.

Esfera Teatro quiere decirnos algo, llamar nuestra atención sobre la cara menos amable de esto que hemos dado en llamar civilización occidental, pero el mensaje se pierde porque el código que utiliza permanece oculto, encriptado. Al menos yo no pude descifrarlo. Nada más lejos de mi intención que ponerme de parte del más rancio convencionalismo escénico, ¿pero verdaderamente la búsqueda de nuevas formas de expresión teatral ha de pasar porque en escena haya un par de merluzas? Nada que objetar a que se produzca una dislocación entre el discurso textual y el discurso escénico ¿pero porque hacerlo incomprensible? Sin embargo, en ocasiones dieron magnífica muestra de su capacidad para conectar y transmitir, como en la intensa y emotiva escena sobre las minas de jadeíta en las remotas montañas de Kachin, en el noroeste de Birmania. Cierta perplejidad, decía, pero no siempre tiene porque ser malo quedar perplejo.


Joaquín Melguizo.

Publicado en Heraldo de Aragón, 31 de octubre de 2009


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