Críticas de espectáculos

Crónica del Vigésimo tercero Encuentro de Contadores de Historias y Leyendas en Buga

Contadores de historias de once países de América Latina participaron en la vigésima tercera versión del Encuentro de Contadores de Historias y Leyendas en Buga, Colombia, entre el 3 y el 6 del pasado mes de noviembre.

Estuvieron presentes contadores de historias de Argentina, como José Ramón Farías, quien contó relatos de tradición oral, con la fluidez de quien se ha desempeñado como docente durante muchos años, Gustavo Leguizamón, cuyos relatos musicalizados cuentan historias de la vida cotidiana de su provincia chaqueña argentina, y Ana Rosa Ortiz, una veterana narradora oral santafesina, que sorprende con el impredecible final de sus historias; de Uruguay, como Stella Marís Zaffaroni, una contadora de historias cuyo mérito radica en su gran capacidad para convertir rápidamente sus recuerdos en historias para trepar al escenario; de Brasil como Belissa do Pinho, a quien la naturaleza le enseñó a contar cuentos, porque no acude a talleres, y posee la magia para hacerse entender de los niños en su rudimentario portuñol; y Yosy Correia, Júlia Fiuza y Edmar Cândido, miembros de una compañía circense, para quienes las historias no pueden suceder sin música previa; de Ecuador, como Patricio Guzmán, Freddy Neira y Raymond Duque, tres teatreros que se arriesgaron a convertir a última hora su montaje en una historia acoplada a las exigencias del Encuentro; de Venezuela, como Morelia Muñoz, Reynaldo Chaviel, Adrián Chaviel e Yván Pineda, caribes entusiastas, para quienes cuento y música son una misma cosa; de Panamá, como Carlos Fong, un hombre con muchas historias que llegó a Buga convencido de que no tenía nada qué contar; de Costa Rica, como Ana Victoria Garro, Lilián Ocampo e Inés Morales, tres estilos que caminan desde lo agrario hacia lo urbano; de Guatemala, como el gran César Soto, el hombre que combina la magia con las historias, y cuyo verdadero mérito radica en que no hace del relato un ambiente caprichoso para hacer la magia, sino que crea la historia para después crear la magia; de México, como la teatrera Araceli Flores, quien parece haber hallado en la narración oral una pilatuna para hacerle al teatro; de Cuba, como José Luis Quintero, uno de aquellos bienaventurados que tiene permiso para salir de la isla, y quien para llenar los días vacíos de una gira que hacía por Colombia le prometió al Encuentro contar alguna historia popular de su Cuba ancestral y terminó en el escenario, leyendo un poema de Martí; y de Colombia, cuya mención, por elegancia, hemos dejado para el final, como María de los Ángeles Hidalgo Romero, quien se arriesgó a representar a su país en este encuentro adonde los cuenteros colombianos, como suelen autodenominarse ellos mismos, no desean venir, porque no les apetece una de las condiciones del Encuentro de Contadores de Historias y Leyendas de Buga cual es ponerle a la palabra un freno con el fin de que se estabilice en su valor social.

Este Encuentro, que es, como evento organizado de convocatoria a narradores orales, el más antiguo de Iberoamérica, es un espacio en donde se debate, sin pretensiones academicistas, sobre la narración oral y su papel en la recuperación de espacios significativos de identidad individual, colectiva y cultural.

Este evento es apoyado por el Ministerio de Cultura de Colombia a través de su muy original Programa Nacional de Concertación, por el Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del departamento del Valle del Cauca y la Alcaldía de Buga.

 

 


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