Críticas de espectáculos

“Cabaré de caricia y puntapié”/Boris Vian/El Gato Negro

Pasen al cabaré

 

Obra: “Cabaré de caricia y puntapié” Sobre canciones de Boris Vian. Dramaturgia: Alberto Castrillo-Ferrer, Carmen Barrantes y Jorge Usón. Compañía: El Gato Negro. Intérpretes: Carmen Barrantes y Jorge Usón. Escenografía: Manolo Pellicer. Iluminación: Carlos Samaniego. Vestuario: Marie-Laure Benard. Música: Miguel Ángel Remiro. Coreografía: Blanca Carvajal. Dirección: Alberto Castrillo-Ferrer. Lugar y día: Teatro Principal de Zaragoza. 9 de diciembre de 2009

Largos y merecidos aplausos se escucharon en un concurrido Teatro Principal a la finalización de “Cabaré de caricia y puntapié”, el espectáculo que ha realizado El Gato Negro, en coproducción con el Centro Dramático de Aragón, sobre canciones Boris Vian, artista crítico y polifacético (músico, compositor, novelista, dramaturgo, poeta) que, aunque poco conocido entre nosotros, fue una figura imprescindible de la bohemia parisina de los años cuarenta y se ha convertido en un nombre de culto en Francia.

La propuesta que firma Alberto Castrillo-Ferrer (hace poco dejó una muestra de su buen hacer teatral con su magnífica versión de “El mercader de Venecia”) no se limita a tomar un puñado de canciones y aliñarlas con cualquier hilo pseudo-argumental hasta rellenar una hora y media de espectáculo. Muy lejos de esto, este cabaré de El Gato Negro se sustenta en una compleja e inteligente estructura dramática que se mueve por diferentes planos (el universo de las canciones de Boris Vian, el juego metateatral, la historia de tesis doctoral que vertebra el espectáculo) acompañada con solidez por las coreografías de Blanca Carvajal, el acertado vestuario de Marie-Laure Benard y el diseño escenográfico de Manolo Pellicer que plasma sobre la escena el ambiente cabaretero (candilejas, biombos a modo de bambalinas…) y posibilita el rico juego de movimientos, entradas y salidas, que llenan de dinamismo el espectáculo. Hay un buen trabajo dramatúrgico (tal vez lo más flojo sea la escena de Colette) que se convierte en cuerpo, palabra y gesto, por medio de una precisa (nada sobra ni es superfluo) puesta en escena muy teatral, con un magnífico manejo del ritmo, con capacidad para sorprender, con ideas, que integra brillantemente trabajo actoral, canciones y coreografía en un todo coherente que convence, comunica, llega y transmite.

Y naturalmente, un sobresaliente trabajo interpretativo (sorprendente Jorge Usón, excelente Carmen Barrantes). Actúan y cantan con seguridad y desparpajo, llenando el escenario, inundando la platea de autenticidad, entregándose en cada uno de los variopintos personajes que se enseñorean sobre la escena. Todos creíbles, todos entrañables, todos reconocibles, todos tocados por la magia del teatro. Una propuesta de calidad y llena de diversión. Imprescindible.

Joaquín Melguizo Publicado en Heraldo de Aragón, 11 de diciembre de 2009


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