Y no es coña

Se busca

Si repasan algunas de las noticias parecidas en los últimos días en este periódico, si miran el tablón de anuncios, se encontrarán con una situación bastante remarcable: varios teatros de gran proyección, centros dramáticos, instituciones de nueva planta han abierto un proceso de selección de la persona que se haga cargo de su dirección. Se busca director o directora para el Teatre Lliure, el Teatro Barakaldo, Centro de Creación de las Artes de Alcorcón o el Centro Dramático Galego, entre otros, lo que nos sitúa ante una circunstancia que debemos entender como consecuente.

Las famosas “buenas prácticas” anunciadas, aprobadas y congeladas por el Ministerio de Cultura, se ponen en práctica en otros puntos, tanto desde los municipios, como las fundaciones participadas por varias instituciones, como los gobiernos autonómicos. Una convocatoria pública a la que pueden acceder todas las personas que tengan la titulación requerida, que presenten el currículum adecuado para que los jurados, las empresas de selección, los responsables tengan dónde elegir, porque estas decisiones son de gran trascendencia, porque se trata de poner en manos de la persona más cualificada, con el proyecto más viable, un instrumento público que ha costado mucho dinero su puesta en pie y cuesta bastante su mantenimiento y funcionamiento.

La suspicacia y el temor a que todo se trate de una pose es lógica. Las sospechas, por ejemplo del nombramiento en un teatro que se hizo con una convocatoria pública, con una empresa de selección de personal, a la que se presentaron varias personas y se hicieron las correspondientes entrevistas y test, resulta que era falsa, y lo hemos confirmado varias personas al confesar su director hasta hace poco que ya estaba nombrado antes de todo este paripé. Son las vergüenzas del sistema, la excesiva visión patrimonialista partidista de estas cuestiones, y esta circunstancia, confesada en público, nos tememos que haya sido la norma hasta la fecha. Y de ello da constancia que en cuanto se cambia del color político de la mayoría que gobierna un ayuntamiento, se cambia al responsable del teatro, si es que lo hubiera o de la programación local.

Salvemos los resquemores, la única manera de que estos nombramientos tenga legitimidad es que exista transparencia en el proceso, igualdad de oportunidades, y se tenga, previamente, una idea clara del perfil de la persona que se está buscando. Y si ya está decida esta persona, se ruega que no malgasten dineros públicos, ni tiempo e ilusiones de los candidatos. La nombren y punto. No jueguen más.

Tenemos contradicciones menores en estos asuntos, como en casi todos. Este tipo de selección no garantiza absolutamente nada. Legitima a la persona nombrada, pero puede ser alguien que no tenga ni la más remota idea de lo que se trata, ya que, desgraciadamente, no está claro en casi ningún nivel qué perfil técnico, artístico, gerencial se considera óptimo para desarrollar estas funciones. Este es el gran problema, a mi entender, la falta de criterios universales sobre qué debe hacerse con estos edificios, qué se necesita exactamente, si un técnico o un artista, y pequeños detalles que pueden ir haciendo más clara el tipo de formación que debería poseer quien se haga con el puesto.

Y digo que no es garantía de nada porque a veces, queriéndole dar el vuelo internacional que le dé brillo a la propia institución, y debido a que cualquier ciudadano de la Comunidad Europea, en teoría, puede presentarse a cualquier puesto de estas características. Pero estamos hablando de algo tan sensible como el teatro, y sería bastante difícil de encajar que, por ejemplo, el director del Centro Dramático Galego no supiera gallego, o no conociera dónde está exactamente en el mapa teatral Galicia. Bueno, esperemos que los procesos sean limpios, que no intervenga la política de baja estofa en los nombramientos y que cunda el ejemplo de abrir procesos democráticos donde tenga algo que ver los méritos de cada cual para estos menesteres. Una de las necesidades perentorias del sistema actual es que las personas al frente de estas instituciones estén legitimadas, además de que tengan proyectos interesantes de futuro.

 

 

 


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