¿Hasta cuándo sin Teatro del Mercado?
En ocasiones la noticia consiste en que no hay noticia. Esto es lo que sucede con el zaragozano Teatro del Mercado. Ubicado en la Plaza de Santo Domingo, cerró sus puertas el 5 de abril de 2009 para ser remodelado. En teoría cerraba sólo para unos meses y estaba previsto que antes de finalizar el año (ahora vemos que no se sabe antes de finalizar qué año) estuviese otra vez a pleno rendimiento. Pero a día de hoy (y 670.000 € después) aún sigue cerrado y sin fecha de apertura. Se encuentra en el corazón de “El Gancho”, uno de los barrios más populares de Zaragoza.
Antiguo arrabal musulmán, su vecindario ha estado siempre integrado por las clases más humildes procedentes del éxodo rural. En sus estrechas calles han convivido payos y gitanos. Algunas de sus esquinas se ven ocupadas por prostitutas y en los últimos años, la emigración magrebí y subsahariana ha encontrado acomodo en sus depauperadas casas. También tuvieron cabida, a principios del siglo pasado, el cabaret y el music-hall en el Royal Concert (actual sala Oasis).
Cada día, cuando me empapo de su aire de gente trabajadora, de pueblo, y mis pasos de pierden por sus calles hasta desembocar en la plaza de Santo Domingo, mis ojos se detienen en el viejo edificio del teatro, con su cara recién lavada pero con su corazón detenido, y me pregunto ¿hasta cuándo seguirá cerrado?
El edificio, de inspiración neorenacentista se construyó en 1928 y fue usado como mercado de mayoristas de pescado (de ahí su nombre). Permaneció cerrado desde 1950 hasta 1982, año en que abrió sus puertas como sala cultural polivalente, con especial carácter de pequeño teatro (108 localidades) gracias al impulso del Teatro de la Ribera (liderado por Javier y Mariano Anós junto a Pilar Laveaga) y su proyecto de acometer el primer intento serio que se hacía en Aragón de crear una compañía profesional con una estructura teatral propia bajo la fórmula de compañía residente.
Seguramente no será por falta de dinero (todos sabemos que aquí nunca falta el dinero para la cultura y especialmente para el teatro) ni tampoco porque el político de turno esté esperando la oportunidad adecuada para salir en la foto (también sabemos todos que a ningún político le gusta salir en las fotos para su autobombo) ni siquiera por ningún tipo de problema burocrático o administrativo (¿cuándo la burocracia administrativa ha significado algún obstáculo para algo?) el caso es que un año después sigue cerrado sine die.
Y esta ciudad, aspirante a la capitalidad cultural europea en el año 2016 (hay cosas que si no fuera porque sonrojan producirían risa), que ha perdido más de 500 butacas de teatro durante el pasado 2009, no puede desperdiciar alegremente una infraestructura teatral vinculada con el barrio y que sin duda puede y debe jugar un papel en la difusión la tolerancia y el respeto a la diversidad de procedencias y creencias, en la lucha contra la xenofobia, el racismo y la marginalidad. Todos los que amamos el teatro en esta ciudad esperamos (tal vez deberíamos exigir más que esperar) que el corazón del Teatro del Mercado vuelva a latir y que lo haga pronto. Que así sea.
Joaquín Melguizo