Purulencias

Obra: Las Presidentas – Autor: Werner Schwab – Intérpretes: Maribel Salas, Sol Maguna, Gemma Martínez – Iluminación: Alaine Arzoz – Música en directo: Pablo Garayzar – Dirección artística: Mónica Ausín – Dirección: Ricardo Padilla – Producción: Nexo Teatro – Lugar y fecha: Arteria Campos Elíseos –Bilbao- 08-04-10

Las tres jubiladas encerradas en un fortín de complejos, tópicos, actitudes frente a la vida, la sexualidad, la familia, la religión o la propia política se convierten en los testimonios de una idea de Austria absolutamente terrorífica. Ellas tres con su aparente sinceridad, sus monólogos, sus recuerdos, sus nostalgias se muestran como purulencias de una herida infectada en el seno del cuerpo social de esa Austria que se dibuja a base de brochazos que nos levantan la conmiseración por los personajes o nos colocan ante el asco por sus ideas tan nocivas, tan profundamente reaccionarias.

Culpabilizando y denunciando los consentimientos generales con un pasado tan colaborador con el nazismo, formando parte de una seña de identidad de dramaturgos austriacos, como Svhwab, que han ido remarcado en sus obras los fantasmas que anidan en la memoria colectiva austriaca, actitud que les ha llevado a sufrir distanciamiento, acoso, señalamiento por sus coetçaneos, y citaremos a Hanke, Turrini, Berhard como máximos representantes de un intento de de xatarsis social y política,

El montaje mantiene una unidad formal, se pierde, no obstante en la resolución de los personajes, a los que la dirección fuerza demasiado hasta llevarlos al estereotipo y en la función presenciada tuvimos serias dificultades de entendimiento del texto por saturación en los agudos de las tres intérpretes que defienden sus personajes, en ocasiones con excesiva pasión, lo que les lleva a una sobreactuación que no se mantiene como estilo, sino como recurso tangencial.

Tampoco parece acertado el juego espacial, el colocar las acciones en la patio de butacas, cuando parece entenderse mejor el encierro, casi la caverna en esa instancia paupérrima. Y la música de percusión, con una batería en directo, no aporta suficientes matices para justificar su presencia. Es un buen intento de llevar a un gran autor a los escenarios. Su resultado final que debe crecer en modulaciones.

Carlos GIL