Críticas de espectáculos

“Recital Benedetti”/Cia. Santiago Meléndez

Como palabras de terciopelo

 

Obra: Recital Benedetti. Poemas de Mario Benedetti. Compañía: Cía. Santiago Meléndez. Intérpretes: Santiago Meléndez y Pilar Molinero. Guitarra: Hernán Filippini. Dirección: Santiago Meléndez. Teatro de la Estación (Zaragoza) 21-22 de mayo de 2010

 

“De vez en cuando la alegría tira piedritas contra mi ventana” Así dice uno de los hermosos versos de Mario Benedetti. Así también, a veces, el teatro da golpecitos en la ventana de nuestro corazón con pequeñas piedritas, De alegría, de emoción, de ternura… Y lo hace de una manera suave, delicada, como quien te susurra cosas hermosas al oído. De vez en cuando, en el teatro, y esto sólo puede suceder en el teatro, la palabra se vuelve como una caricia de terciopelo y te roza en la parte más íntima del alma, o de lo que quiera que tengamos.

Esto es lo que sucede en “Recital Benedetti” la propuesta de la Compañía de Santiago Meléndez. Construida sobre textos del gran poeta uruguayo, combina poesía, teatro y música para ofrecer un espectáculo realmente bueno, repleto de emoción y profundidad. Se inicia con una grabación de la voz del poeta. A continuación, sobre un escenario tenuemente iluminado, aparecen tres figuras que, lentamente, recorren la escena de derecha a centro. Sobre el escenario seis sillas enfrentadas tres a tres, y tres atriles. Eso es todo, pero no es necesario nada más. Bueno sí, que estoy diciendo. Faltan dos elementos, por lo demás, imprescindibles: los versos de Benedetti y la magnífica forma de decirlos, de interpretarlos, de vivirlos, de Santiago Meléndez y Pilar Molinero, acompañados a la guitarra por Hernán Filipinni, en una delicada conjunción. Cercana y entrañable, por momentos cargada de emoción y siempre conmovedora.

El espectáculo se mece sobre un ritmo magníficamente medido. Es pausado, tal como requiere la cercanía y la intimidad del verso, aunque no renuncia al ímpetu cuando es necesario, tal como sucede con esa conmovedora denuncia social que es el “Padrenuestro” de Benedetti. En ese punto el espectáculo alcanza su cima emocional. Intensísimo poema y excelente forma de interpretarlo de Santiago Meléndez. El oscuro divide la función en tres bloques, que recogen poesías con temática común, aunque podemos encontrar un hilo conductor que va hilvanando los poemas en un conjunto coherente. Cada uno es una pequeña historia que nace, crece y muere en sí misma. El resultado es una verde pradera salpicada de amapolas. Esas pequeñas historias no son simplemente recitas, sino interpretadas, vividas. La voz, el gesto, el movimiento, la música y la palabra componen una deliciosa propuesta cuya grandeza está en su profunda sensibilidad y en su humilde sencillez.

Joaquín Melguizo


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