Sobre festivales (y VII)
La proliferación cancerosa de eventos culturales, calificados en su mayoría de festivales, está generando una merma en la calidad del producto, debido a la competencia desatada entre quienes gestionan éstos, por presentar propuestas que se acomoden a las exigencias de entretenimiento de las nuevas formas de gestión cultural, que otorgan mucha importancia a la cantidad, en detrimento de la calidad, por lo que el interés en el proceso se ha ido desvaneciendo, casi hasta su eliminación, dejando de lado la formación, pues aunque quienes elaboran los proyectos incluyen entre sus formas de verificación de resultados el denominado impacto social, éste termina relacionado con el número de público asistente, y no con su esencia cual es describir los avances cualitativos en el desarrollo cultural de dicha sociedad, y del que debe ser, de alguna manera, parte concluyente, el evento.
La anterior proposición genera una inquietud, y es sobre el contenido de los proyectos, y de la cual se deriva una pregunta: ¿son coherentes con las necesidades de formación cultural, preservación de tradiciones y recuperación de identidad de una comunidad los proyectos que presentan los gestores, si por alcanzar la bendición de quienes deciden la distribución de los recursos, definen objetivos, indicadores e impactos sociales sugestivos, pero imposibles de cumplir, porque no son el resultado de un estudio?
No resulta muy creíble que bajo dichas condiciones de emergencia se produzca el acceso equitativo a la cultura, la formación a través de ella, el sostenimiento de una tradición y la salvaguardia de su identidad, en una sociedad cuyos gestores, carecen de tiempo para hacer estudios de conocimiento y evaluación de las tendencias culturales, para diseñar a partir de uno y otras los eventos tendientes a fortalecerlos, porque la competencia por la adquisición de recursos absorbe dicho tiempo.
Pero, no es la obligatoriedad al ejercicio de la competencia, a que están sujetos los gestores culturales para acceder a los recursos, lo que genera dicha merma de calidad en los eventos, sino, los términos de referencia, que de entrada obligan al proponente a presentar una propuesta que le garantice resonancia al patrocinador, y lo cual sólo es posible cuando un evento posee condiciones para ofrecérsele al público como novedad y diversión.
La ausencia de objetivos relacionados con estos conceptos, que dicen que tanto cuentan en la actividad cultural, como la formación, la preservación de tradiciones y la salvaguardia de la identidad cultural son una característica de la gestión cultural cuyo interés es la generación de eventos convertibles en fiestas, tendencia que tiende a incrementarse bajo los nuevos modelos de gestión cultural, cuyo fundamento es la diversión, porque no consideran otros medios para atraer al público.
Las sociedades, a fuerza de estímulos de trivialización han terminado cediendo a la tentación de permitir el intercambio de un proceso cultural por la generación de eventos que consigan sustraerlas de su rutina y mantenerlas en un clímax emocional y de vértigo, durante una o dos semanas, para cumplir con sus sueños de aventura y laxitud.
A medida que se intensifican las crisis sociales, se agudizan las tendencias de interiorización colectiva y por eso aumentan considerablemente los espacios de oración y festejo, porque son los que mayor concentración humana albergan, debido a su gran capacidad para apoyar un escape de la realidad.
El incremento en las jornadas culturales, con acento festivo, no es gratuito, porque la actividad cultural, como quiera que siempre ha estado asociada a conceptos de pensamiento, análisis y controversia, debe ser desactivada para sustraerla del medio y evitar que vuelva a hacer incómodas preguntas que ya están fuera de circulación, o en vías de extinción.
Antes que se quede en el tintero vale la pena anotar una pregunta, con acento de insistencia: ¿se puede hablar de desarrollo cultural en sociedades en cuyo seno se crean tantos y tan variados festivales, sin nexos con sus tradiciones, sus habilidades artísticas, su imaginería y sus anhelos estéticos?