“Mercado libre”/Luis Araújo/Jesús Cracio
Todo tiene un precio
Obra: Mercado libre Autor: Luis Araújo. Produce: Teatro Español. Intérpretes: Daniel Freire y Yoima Valdés. Escenografía y vestuario: Ana Garay. Iluminación: Roberto Cerdá. Coreografía: Marta Gómez. Dirección: Jesús Cracio. Teatro del Mercado (Zaragoza) 3 de junio de 2010.
Tras un largo periodo de reformas, el pasado jueves reabrió sus puertas el Teatro del Mercado. Lo hizo de la mejor manera posible: con teatro. Esto puede parecer una perogrullada, pero no todo lo que se ve sobre un escenario es teatro. “Mercado libre”, la obra escogida para celebrar el reencuentro entre la popular sala zaragozana y su público, sí lo es y suma a la calidad artística el compromiso con nuestro momento histórico.
Un buen texto de Luis Araújo (ganador del Premio Esperpento 2008); una valiente puesta en escena de Jesús Cracio, un histórico de nuestro teatro independiente; un gran trabajo actoral; una buena escenografía de Ana Garay (juega con dos alturas y crea distintos espacios), y una inteligente iluminación de Roberto Cerdá, se encargan de poner la calidad. Pero este “Mercado libre” tiene además un valor añadido: su inmediatez con nuestra realidad social, su vuelo rasante sobre la falacia del capitalismo y el rey mercado. No es esta una cuestión baladí, ya que el teatro (habrá mucha gente que no comparta esta opinión) debe ir más allá, necesita captar el rayo, el instante, empaparse de realidad y abordar los problemas fundamentales de su época, para poder escribirse con letras mayúsculas.
“Mercado libre” lo hace. De una manera creativa y hermosa, de una manera que nos alcanza y nos emociona. No en vano estamos hablando de teatro y por tanto de arte. Nos propone una parábola, la del abogado rico y sin escrúpulos y la prostituta latinoamericana sin papeles (no teman, no es “Pretty Woman”), y a través de la desigual relación que se establece entre ellos, Luis Araújo reatrata el lado menos amable y más miserable de la sociedad de libre mercado.
En su traducción al lenguaje escénico, Jesús Cracio plantea unas escenas duras, desnudas, sin ningún tipo de compasión para con el espectador, pero no hay otra manera de mostrar cómo las relaciones humanas quedan reducidas a una transacción comercial, a jirones de carne sobre la escena; no hay otra forma de dibujar la dominación, el odio y la destrucción. Daniel Freire y Yoima Valdés están sobradamente a la altura del planteamiento, responden con notable solvencia y convierten en carne y huesos el universo enfermo y deshumanizado creado por Araújo y Cracio.
Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón, 05-06-10