“Furcias ensemble”/Jaime Ocaña
Surrealista mancebía
Obra: Furcias ensemble Autor: Jaime Ocaña. Compañía: Belladona Teatro. Intérpretes: Jaime Ocaña, Laura Plano, Ana Marín, Rafa Blanca y Federico Basigalú. Dirección: Jaime Ocaña. Teatro del Mercado (Zaragoza). 18 de junio de 2010
El Teatro del Mercado acoge estos días “Furcias ensamble”, el último espectáculo ideado por Jaime Ocaña. En esta ocasión está acompañado en escena por Laura Plano, Ana Marín, Rafa Blanca y Federico Basigalú para dar vida a cinco peculiares personajes. Se trata de Hammelin, un proxeneta caribeño y disléxico que regenta un burdel en el que trabajan Espiral y Mercuria, dos prostitutas, Serena, una geisha con voz de hombre, y Arruga, un travestí argentino. Con sus particulares técnicas de márketing, Hammelin intentará vender su mercancía a los clientes (el público) de tan extravagante mancebía.
En la línea habitual de Jaime Ocaña, el espectáculo nos ofrece ese humor absurdo, surrealista, gamberro y desvergonzado en el que él se maneja tan bien. Se echa de menos, sin embargo, esa pátina corrosiva con la que suele envolver sus propuestas y ese juego de seducción que establece con el espectador cuando está solo en el escenario. La propuesta es en ocasiones divertida e ingeniosa (la canción de las babas, el tratamiento de Hammelin a Mercuria para que abandone su pulcra forma de hablar) y arranca con facilidad la risa del público, pero en conjunto es demasiado irregular y en ocasiones en exceso superficial. El texto tiene momentos de sagacidad e inteligencia junto a otros más manidos que caen en la tentación del chiste fácil. Desde el punto de vista dramatúrgico, introduce un interesante juego metateatral que da un sorprendente giro a la obra.
Pero si partimos de la base de que el teatro encierra una historia, ha de contarnos algo (ya decía Aristóteles que la fábula era el elemento esencial) surge inevitablemente una pregunta: ¿qué nos cuenta “Furcias ensamble”, cuál es su historia? Y ahí se hace bastante complicado poder encontrar una respuesta. Hay unos personajes bien defendidos, unas situaciones más o menos divertidas (según lo que le haga más o menos gracia a cada cual), algunos destellos de inteligencia, un esfuerzo de elaboración dramatúrgica, pero no hay, o al menos yo no supe verla, una historia que te atraiga y te interese. No estoy pidiendo una estructura de planteamiento, nudo y desenlace, simplemente espero que desde la riqueza del juego escénico se me cuente, bajo la forma que sea, algo que me cautive.
Joaquín Melguizo. Publicado Heraldo de Aragón, 20-06-10