Zona de mutación

El ‘know hou’ cultural

‘Know hou’ significa ‘saber cómo’. Saber cómo hacerlo, a partir de una transferencia de tecnología. El ‘know hou’ es a la vez un instrumento de hegemonización cultural, de base industrial, que en relación a la creatividad lo hace promoviendo la saturación redundante (que es lo que determina a una industria cultural). La sospecha de los signos estéticos que imperializan la creación, ya como grotowskismo, barbismo, brechtismo, artaudismo, pirandellismo, stanislavskismo, vanguardismo, etc, forman parte de este ‘know hou’ alienante. Es una picardía (o una ingenuidad) creer que esto no ocurre en el campo cultural. La transferencia tecnológica en el caso del Método (sin ir más lejos), ha sido formidable. Este término comercial se rige, desde ya, por su ‘secreto’, su posibilidad de ser reproducido a partir de técnicas específicas que demandan un aprendizaje similar. Qué duda cabe de que esto esoteriza tal difusión y jerarquiza, a partir de ciertos y determinados intereses, un paquete de información técnica que será digitada y trasmitida, o no, a través de personas responsables, autorizadas, capacitadas, que dictaminan al respecto y que por ende, manejan un poder legitimante alrededor. Por ende, también la guerra contra quienes se supone (se supone) se arrogan la capacidad de enseñar, dictar cursos sobre el tema. El sistema industrial del capitalismo cultural está alimentado por este producto y este producto por una factoría cultural capacitada para reproducir el signo coloquial-realista, que promueve como el instrumento portable y creíble de tal reproducción. El medio formidable para hacerlo, fue el cine y es por él que puede mentarse como de rigurosa actualidad, un tema que es bastante añejo. La proliferación de lenguajes, definibles como micro-poéticas, como explosión viral de los lenguajes, adquieren rango partisano, de ‘subvertizing’ cultural frente a este sistema de producción hegemónico que rige, ya la visión totalizante y factual de la cultura capitalista mundial, ya la totalidad apenas ideológica de la izquierda. Su formato stanislavskysmo-strasberismo así lo expone y ha sido durante el siglo XX un verdadero eje Rusia-EEUU. Pero tales micro-poéticas trizan dicho binarismo de post-guerra y ‘guerra fría’ determinista, que va a parejo a la crisis de la dialéctica como medio para sintetizar la guerra del liberalismo capitalista con el socialismo. Esta es una de las causas que ponen en el tapete una neo-actualización de las ideas anarquistas, que pueden retomar discursos ya derrotados por la discusión Marx-Bakunin, cuando el primero pudo demostrar que su idea era susceptible de cientifizarse frente a la mera esgrima ideológica del segundo. Así, el nomadismo deleuziano puede conducir a un reflote del hippismo o el anarquismo a una fuga atormentada de las ciudades, rumbo a comunidades anti-modernas de sesgo cuáquero. Lo cierto es que los enjambres culturales pueden coadyuvar al desborde de los ‘dispositivos culturales’ predeterminantes, condicionantes. Romper los dispositivos culturales es propender a no ser la animación cultural en la jaula, a desarrollar nuevos dispositivos que se constituyan en los agenciamientos críticos, capaces de crear nuevas estrategias, nuevas síntesis, fuerte e insobornablemente ligadas a nuestra posición en el sistema-mundo, a las nuevas maneras de subjetivar la experiencia y de traducirla en políticas artísticas de alcance social. El campo teatral es un territorio de producción de nuevas narrativas y un formidable espacio de intensificación de la experiencia, de la capacidad configuradora originada en la experiencia de nuevos límites, nuevas fronteras. Es el teatro un formidable espacio de recreación de nuestra percepción, ya no basta la mera apelación al imaginario. Al imaginario también hay que liberarlo, reconfigurarlo. Hay que construir nuevas imágenes. Nuestros sueños, ya sabemos, también vienen atados, embretados. Los barcos oníricos reclaman nuevos mares, nuevas inmensidades. Hay que saber soñar. Las grandes acciones van confundidas en los más hondos espacios sin límites de nuestras pretensiones.

 

 

 


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