Torgeir Wethal, todo un ejemplo
El pasado 27 de Junio moría el actor Torgeir Wethal, cofundador con Eugenio Barba del Odín Teatret de Dinamarca. Con la muerte de Torgeir muere uno de los actores emblemáticos del teatro europeo como en su día había pasado con la muerte Ryszard Cieslak, el actor de Grotowski.
Conocí al Odín en 1981, al ser seleccionado para participar en Volterra (Italia) en la II sesión de la ISTA (Escuela Internacional de Teatro Antropológico), que dirige Eugenia Barba. Pero en Volterra no estaba Torgeir.
A Torgeir no lo conocí hasta que el Odín vino a Asturias en 1983, actuando en Oviedo, Gijón y Avilés. Pero antes de esta presencia, yo ya conocía a través de videos y películas. Le había visto, y le seguí viendo infinitas veces, haciendo del famoso enano en El libro de las danzas, con la máscara de Sartori, le vi. haciendo training, realizando acrobacias…., le vi y traté de imitarlo y su imagen era un estimulo para todos nosotros intentado imitar lo inimitable. Y también un enigma, ¿cómo podía andar tanto tiempo en cuclillas, como podía morirse el enano con aquellos saltos, aquellos golpes, y sin hacerse daño?
Le vi en El Millon con sus ojos vivarachos y su enorme ironía, y con unos saltos que parecían suspenderlo en el aire. Le vi en el Amazonas, en Ayacucho, en la ciudad, en…Y casi siempre en películas que el mismo había dirigido y que eran nuestra envidia y nuestro sueño.
Desde el 83 nos hemos visto muchas veces en Madrid, en Valladolid, en Badajoz, en Sevilla, en Francia, en Portugal, en Holstebro. En el año 2008 el Odín actuó en Lugo y no se si por pereza o por falta de tiempo, no fui a su encuentro teniéndolos tan cerca. Hubiese sido un buen lugar para haber visto a Torgeir por última vez. Pero, ante su vitalidad, ¿quién piensa en despedidas?
Desde que le conocí en el 83 siempre recuerdo su constante sonrisa, su amabilidad, su discreción, su humildad, su proximidad. Incluso llegue a hacer un curso con el en Saintes (Francia) y su atención y exquisitez como pedagogo eran mas que evidentes.
A lo largo de estos 30 años de mi relación con el Odín he visto a Togeir hacer papeles muy diferentes. Como olvidarle en el Inquisidor de El evangelio de oxyrhincus con su voz inimitable, el penitente, casi como un empalado de La Vera, de Kaosmos, el Ulises de Mythos, con su manera de moverse tan particular, o la entrada con la cuerda en el comienzo de Andersen, lo que nos muestra, no solo de una inmensa presencia escénica, sino un actor con una grandísima técnica y una enorme capacidad de transformación.
Y recuerdo, sobre todo, cuando le vi en Badajoz en la demostración Los vientos que susurran. Lo que hacia Torger era muy diferente a lo que mostraban el resto de los actores del Odín. Para mi sorpresa su manera de actuar era como de teatro uso, transformándose, por momentos, en el Dirk Bogarde de “Muerte en Venecia”, o así me lo pareció, y abriéndome nuevas perspectivas sobre el trabajo del Odín. Principios comunes aunque los resultados sean diferentes.
Y ahora, al enterarme de su muerte me doy cuenta de que a pesar de nuestra distancia geográfica y personal, Torgeir siempre ha estado presente en mi insconsciente teatral, en mi formación teatral, en mi sueño teatral, como, sin yo saberlo, fuera mi maestro invisible, alguien a quien uno le hubiera gustado parecerse, como actor y como persona.
Y aunque con su muerte una pagina de nuestra vida también se muere, yo estoy convencido que su ejemplo de lealtad, trabajo y compromiso seguirán estimulándonos para que el teatro no sea únicamente una actividad de mercaderes.