Ha muerto la histórica titiritera argentina Sarah Bianchi
Según informan desde el Consejo Integral Asociación Argentina de Actores, ha muerto la titiritera Sarah Bianchi, a la edad de 88 años. Sus restos serán velados durante la jornada de hoy en el Museo Nacional del Títere de Buenos Aires que ella misma fundó en la casa donde había nacido su compañera Mané Bernardo. Comunicado del Consejo Integral Asociación Argentina de Actores
Sarah Bianchi había nacido en 1922 y dedicó toda su vida a esas marionetas. Junto a Mané Bernardo, su maestra y compañera de toda la vida, trabajaron más de cincuenta años dedicadas a esas marionetas y crearon el Museo del Títere en la casa en la que Mané había nacido.
En una nota firmada por José Luis García, Sarah hablaba así del museo: “Este es el primer museo público, abierto, privado, de América y está en San Telmo, barrio que adoro porque en esta casa vivimos muchos años con Mané, hasta que los títeres nos desalojaron porque teníamos tantas cosas que dijimos “¡Bueno o nosotros o los títeres!” Quedaron los títeres y nosotros nos fuimos a vivir a otro lado, pero pensando en poner todo lo que habíamos recolectado en el mundo a disposición de quien quiera verlo. Por eso el museo es gratis, nunca voy a cobrar una entrada al museo o a la biblioteca.. Es nuestro regalo a los títeres a través del tiempo y a la gente que los ama.
En otra nota, ésta firmada por Nora Martínez, decía: “El títere es una forma de teatro, hay gente que lo reconoce, que sabe que no es un juego de chicos, está el teatro de actores y el teatro de títeres, pero todo es teatro, entonces puede ser tanto para adultos como para chicos… no es como un loco que juega con muñequitos… te preguntan usted qué hace, profesión: titiritero, no, no pero de qué vive, de qué trabaja, de titiritero!!! es terrible! se creen que estás jugando… un cuadrito, te dicen…detesto los diminutivos!!! “ay fulano hace unos cuadritos!” no tiene una obrita para los chicos…?
No, obritas no tengo, ¡tengo obras!” –Y, agregaba– “Yo podría decir que soy profesora, porque me recibí de profesora en letras, pero soy titiritera, las letras me sirven en la vida y en mi profesión de titiritera muchísimo, desde el punto de vista literario, del conocimiento, pero mi profesión: titiritera”.
Era pequeñita, parecía un títere más, y era enorme como artista. Recibió todo tipo de premios y distinciones y nosotros tuvimos el placer de entregarle un Premio Podestá y de festejarle los ochenta en nuestra casa. Hoy estamos tristes, como sus títeres.