“La fiesta de los jueces”/Von Kleist/Ernesto Caballero
Ácida comedia satírica
Obra: La fiesta de los jueces Autor: Heinrich Von Klesit. Versión: Ernesto Caballero. Compañía: El Cruce. Intérpretes: Santiago Ramos, Jorge Martín, Juan Carlos Talavera, Silvia Espigado, Karina Garantivá, Jorge Mayor, Paco Torres y Rosa Savoini. Escenografía y vestuario: Curt Allen Wilmer. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Movimiento escénico: Esther Acevedo. Música original: Luis Miguel Cobo. Dirección: Ernesto Caballero. Teatro Principal de Zaragoza. 5 de noviembre de 2010.
“El cántaro roto” es tal vez la obra más celebrada de Heinrich Von Kleist. En ella realiza una ácida crítica a la moral y al sistema judicial de su época, desarrollando una trama sobre la corrupción, la prevaricación y el abuso de poder de los jueces. Cuenta la historia del juez Adán, que debe averiguar quién ha roto un cántaro en el dormitorio de la joven Eva. El principal sospechoso es su prometido, Ruperto, aunque su culpabilidad no parece clara. La llegada de un inspector judicial complicará los intentos del juez Adán por impedir que se descubra al verdadero culpable. Al final, ocultar el escándalo se impondrá a la verdad de los hechos.
Ernesto Caballero toma el texto del romántico alemán, y mediante un inteligente trabajo dramatúrgico, lo convierte en “La fiesta de los jueces”. Mantiene la totalidad de la obra original, pero le añade el imaginario fin de fiesta de un acto institucional de la judicatura, en el que los magistrados representarán, para las autoridades y los compañeros presentes, la comedia de Von Kleist. El resultado, es un divertido juego metateatral, una fiesta irreverente con tono farsesco, en la que se canta con socarronería, se parodia y se realizan oportunas alusiones a la actualidad. Se establece así un vínculo, un paralelismo entre la realidad que criticó Kleist en 1806 y nuestra realidad.
La puesta en escena funciona como un péndulo que nos va llevando del hoy al ayer, y del ayer nuevamente al hoy. Un péndulo que se mueve con buen ritmo y precisión, impregnando la escena de un brillante tono de comedia bufa. En realidad, Ernesto Caballero ha construido un espejo que permite que veamos reflejado lo que podemos leer casi a diario en la prensa, con lo que el dramaturgo y novelista alemán escribió hace doscientos años. La escenografía, espléndidamente estilizada, recoge esta idea y crea un espacio dominado por un gran espejo que ocupa el fondo del escenario. El trabajo interpretativo está sobradamente a la altura. Muy coral y con un gran nivel. Destaca un ajustadísimo Juan Carlos Talavera, una convincente Silvia Espigado y el excéntrico histrionismo de Santiago Ramos que, lejos de molestar, se ajusta perfectamente al tono de comedia, de parodia, de chirigota en el que se mueve la representación. Hay es esta propuesta, algo más que una divertida farsa.
Joaquín Melguizo.
Publicado en Heraldo de Aragón 7-11-10