Zona de mutación

Grupo y contra-ideología/1

crear condiciones para la acción

 

El tema de los grupos pone en el tapete a la vez el tema de los liderazgos. Los factores convocantes para la conformación de un grupo teatral probablemente sean varios, entre los que figura sin duda el peso de hacerlo alrededor de un adalid. También se dirá que no pocas veces, el adalid deriva de tal aglutinamiento y, obvio, de los resultados obtenidos de la acción de dicho grupo. Hay grupos de proyectos estéticos-políticos, otros de índole anarco-comunitaria, otros con ideas de características más productivas, otros que los son de estudios, de investigación, etc., y a la mayoría, cada uno en su medida, los une el amor y la acción. Internamente sus funcionamientos son muy disímiles, algunos de los cuales establecen rigurosas disciplinas internas, otros deliberadamente ninguna, así como los hay los que codifican su ética puertas adentro, de manera que resulte alternativa y refleje su oposición al orden instituido puertas afuera. Al respecto, son muy buenos los aportes científicos de Armando Bauleo desde el psicoanálisis, partiendo de Pichón Riviere y ejerciendo contactos conceptuales con Eduardo Pavlovsky, considerando a éste desde su faz teórica. Pichón hablaba de grupos operativos y es a ellos que nos referimos. La conformación de un grupo, guarda contenidos contrainstitucionales que en no pocos casos, se desarrollan internamente como especializaciones críticas o vanguardias experimentales micro-sociales, que tornan en cuestionamiento de hecho a la socialidad macro. Los grupos artísticos, en su capacidad de hacer manifiesta sus latencias, en este contexto, constituyen una singularidad casi extrema. Estos grupos pueden verse como cortes o bien como reservas de una potencialidad social, o bien, como consumaciones en pequeño de aspectos que pueden invadir la lectura de lo macro-social. Lo cierto es que los grupos empiezan reuniéndose para dar intensidad a una experiencia, a un pensamiento, a una teoría. Pero lo formidable es que ellos entienden, por el simple roce, que las teorías se revelan en la propia práctica, lo que hace a sus posibilidades infinitas, lo que quedará garantizado por su grado de acrisolamiento, por la convicción en sus capacidades anti-dogmáticas, por su consideración al otro y hasta por su racionalidad fresca, generosa y predispuesta. Todos estos elementos serán su arsenal para el cambio, sus herramientas de transformación. Más se diría, el espíritu de los grupos exponen la capacidad de cambio que resguardan. Por lo demás, nadie duda que los grupos tengan su higiene y su salud. En este sentido, y lejos de cualquier puritanismo, la salud es la expresión de una lucha. Se expresa en una acción en contra de la ‘enfermedad’ que se diagnostica alrededor. Cuando ésta inocula al grupo, lo carcome, lo fagocita por dentro, pegándolo al sistema contextual que se deplora o critica. Todo grupo tiene una tarea. Y esta tarea se cumple en un lapso. Eso ordena y permite balances, parciales y totales, evaluaciones, correcciones o renuncias. El ‘grupo operativo’ de Pichón, se refiere a un modelo de aprendizaje alterno que al que se da en la sociedad. Esto favorece el desarrollo interno de instructores que se hacen cargo de aspectos específicos, que cuando no se disponen, se compensa con la conciencia que deberán ser invitados, contratados ‘afuera’, por un determinado período y para un trabajo concreto. En esos grupos las ideas son encarnadas; no está divorciado lo que se vive de lo que se piensa. Se es lo que se hace. Naturalmente no será lo mismo la experiencia bajo ‘estado de sitio’ que en un régimen de libertad. No es menos cierto que en toda Iberoamérica la mística del grupo quedó asociada a ambas experiencias. Y respecto a la primera, puede atestiguarse la alteridad profunda que un encuentro secreto podía guardar frente a la prohibición de reuniones públicas. Bauleo ya establecía la medida que el capitalismo impone como distancia a la relación tanto del trabajador con su producto, del pobre con la riqueza, y a la condicionalidad que reglan las relaciones interpersonales: amistad, amor, sexo, intercambio, etc. El trabajo de igualación que deviene de la masificación industrial, arrasa con aspectos que hacen a la naturaleza de lo social, sobre todo cuando se trata de ‘grupos operativos’. Cada vez que escuchamos y hasta pudimos intercambiar pareceres con Tato Pavlovsky, hemos coincidido sobre el rango diferencial que tiene el teatro con su proliferación de grupos. Él, en un momento supo decir: “todos los grupos de teatro se parecen, son iguales”. Seguramente después cambió esa opinión, a través de la corroboración de que el grupo de producción artística, genera ‘diferencia’ bajo la ética casi subversiva del ‘crearse condiciones’, que en cada particular, implica un programa ya no sólo alterno sino de no acallamiento; una transgresión al cuadro perceptivo establecido. La sustancia política de esto debe entenderse en una variedad que sólo podría sintetizar el sueño de una sociedad habitada por hombres libres. Los hombres y mujeres que se avienen a un grupo, lo hacen pensando en salir de una pasividad y en la autoimposición de un compromiso, de una formación, de superar umbrales perceptivos que encuadran a su vez sus propias conciencias. Los grupos no son sólo de rechazo, sino también de develamiento. Ser el minero de los granitos de la propia alma, es un trabajo político ligado al goce. Por caso, Marx es también una economía libidinal. Es obvio que los precipitados de esto son las obras concretas y sólo ellas permiten una evaluación, un balance, una corrección de la acción. Los grupos empiezan como proyecto intuitivo de ruptura. En cualquier grupo, las determinaciones externas subsisten, pero el trabajo interno deviene en un entrenamiento para sortearlas, al menos para dimensionarlas. Poco a poco, los discursos de análisis de tales situaciones, empiezan a ser en sí mismos, gramáticas otras, discursividades otras. Sabemos que analizar es cada vez más problemático. Los artistas y el público odian a los teóricos, a los intelectuales. Entonces, teorizar es una resistencia o un elitismo militante. Esto conduce a que toda teoría subversiva que se precie, debe necesariamente resolver su poder acontecimental, su capacidad de resolver la performance idónea que la canaliza. Toda teoría es una pesadilla para elusivos. Internamente no es de otra forma que puede disponerse de un léxico propio. Léxico que ayuda a soldar la preceptiva (teoría) con su ejecución (praxis). Un grupo de creación acrisola, cuando funda un lenguaje. Un copto cuyas traducciones, se intercambian en la vida social. El grupo de teatro resguarda una identidad, casi un sello, el de ser un ‘grupo de creación’. No cualquiera.

 

 


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba