Críticas de espectáculos

Entre los paisajes/Cambaleo Teatro

Paisaje en blanco y negro

 

Obra: Entre los paisajes. Autor: Antonio Fernández Lera. Compañía: Cambaleo Teatro. Intérpretes: Antonio Sarrió, Begoña Crespo y Carlos Sarrió. Vídeo: David Ruiz. Dramaturgia e iluminación: Carlos Sarrió. Dirección: Zbyszek Olkiewicz y Carlos Sarrió. Teatro de la Estación (Zaragoza) 3 de diciembre de 2010.

“Entre los paisajes”, el espectáculo de Cambaleo Teatro que puede verse estos días en el Teatro de la Estación es una propuesta que nos invita a acercarnos a la figura de Vincent Van Gogh, un dibujo del pintor holandés, realizado no desde la colorida expresión de su paleta, sino desde el blanco y negro de su mundo interior, de su lucha por defender su visión de la pintura y del arte, por simplemente ser útil, frente a una sociedad remilgada que le consideró y trató siempre como un loco inadaptado. Y fue tal vez, no el desequilibrio sino un exceso de lucidez, lo que le condujo a esa gran colisión con un mundo que no le aceptaba y que terminó en suicidio.

Cambaleo construye el discurso escénico desde la sobriedad, el protagonismo interpretativo y la fuerza de la palabra. Renuncia incluso al movimiento. Antonio Sarrió dice su monólogo sentado en una silla. Apenas algún cambio de postura, sus gestos y su fraseo limpio y preciso. La falta de movimiento es compensada con una iluminación dura (casi tenebrista a lo Caravaggio) que crea fuertes contrastes y llena el espacio de luces y sombras. Se crea así un universo para escuchar y mirar. Y se escucha y se mira. A veces con la sensación de cierta lentitud, pero una lentitud que no cansa ni aburre porque en ese ritmo bajo se acomoda perfectamente la palabra, acompañada por la acertada proyección de imágenes en blanco y negro sobre una pantalla situada en el primer término del escenario, en un plano ligeramente inclinado.

Creo sin embargo, que le falta claridad en el discurso textual. ¿Qué es exactamente lo que nos cuenta? ¿Qué le llega y qué le queda al espectador? Es cierto que podemos ver un fresco sobre algunas de las obsesiones de Van Gogh (su lucha por la verdad en la pintura, por el color como instrumento expresivo, por ser útil y aceptado…) pero cómo entendía la pintura, la sociedad o el amor es algo que no se perfila con nitidez. Y sobre todo no está presente la titánica vitalidad que le llevó a crear en poco menos de diez años más de 2600 obras entre dibujos y pinturas. ¿Es que esa obra ingente no significa nada? No se puede entender Van Gogh sin que aparezca su inmensa capacidad de trabajo, de búsqueda y de transformación. El enfoque de Cambaleo está bien planteado y tiene atractivo, pero a mí me faltó todo esto.

Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 5-12-2010


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