Críticas de espectáculos

“Tuk Tuk”/Teatro Paraíso

Encontrar dos corazones

 

Obra: Tuk Tuk Autora: Rosa A. García. Compañía: Teatro Paraíso. Intérpretes: Rosa A. García. Músicas: Meggy Khabourdzania (violín) y Carmen Martínez (flauta). Vestuario: Pilar López. Iluminación: Tomás Fdez. Alonso y Javier García. Dirección: Tomás Fdez. Alonso. Teatro Arbolé (Zaragoza) 6 de diciembre de 2010. Aforo completo

De entre todas las emociones que habitan en un payaso, hay una que es absolutamente imprescindible: la ternura. Y de eso, de ternura, está repleto “Tuk Tuk”, el espectáculo que la compañía gasteiztarra Teatro Paraíso, presentó el pasado lunes en el Teatro Arbolé. Pero no piensen que se trata de un tipo cualquiera de ternura. No. Es de esas que rebosan la piel y los ojos del artista, y haciéndosele pequeño el escenario, se extienden por el patio de butacas y contagian a los espectadores. Y les envuelven. Y les acarician. Sumen a eso que se trata de una propuesta pedagógicamente muy cuidada, planteada con un gusto exquisito, divertida, delicada y por momentos deliciosa, y tendrán la medida aproximada de este “Tuk Tuk”.

La obra comienza con un peculiar acontecimiento. Una payasa y un pájaro nacen del mismo huevo. Desde ese instante tendrán que aprender a convivir, a conocerse y a entender lo que les une y lo que les separa, explorando el mundo de las emociones. Pero antes, apenas se ha traspasado el umbral de la sala, uno sabe que “Tuk Tuk” será uno de esos espectáculos que únicamente se pueden definir como especiales.

La suave música de la flauta y el violín en directo. La cálida sencillez de la escenografía. La forma como se transforma en arte el maquillarse y colocarse una nariz de payaso. Sí, a veces surge eso que se ha dado en llamar la magia del teatro, y que no es otra cosa que encantamiento y fascinación. Avanza la función y nos encontramos con una puesta en escena que mide el ritmo con precisión (el necesario en cada momento) que sabe que el espacio es algo que hay que utilizar y ocupar, rica en detalles y en juego típicamente clownesco.

Y sobre la escena Rosa A. García ofreciéndonos un magnífico trabajo y haciendo que todo lo bueno que tiene “Tuk Tuk” se convierta en carne y huesos. Se coloca esa pequeña máscara que es la nariz de payaso y toda ella se transforma en máscara, en una máscara llena de aliento vital. Enorme su presencia escénica, y su dominio del ritmo y de los códigos para poner en comunión al escenario con la sala. Nos hace reir y nos conmueve desde la ternura, desde su mirada límpia (un clown que no mira no tiene vida), desde su gesto preciso. Una propuesta para gente menuda, que conquistó a todos (chicos y grandes) cuantos llenaban la sala.

Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 8-12-2010


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