Críticas de espectáculos

Flotando en el espacio/Teatro del Astillero/O Cendrev (Évora)

Del cielo a la tierra

 

Obra: Flotando en el espacio Autor: Luis Miguel González Cruz. Compañía: Teatro del Astillero/O Cendrev Intérpretes: Chema Ruiz, Rosario Gonzaga, Jorge Baiao, Daniel Martos, Oren Moreno y María Marrafa. Escenografía y vestuario: Silvia De Marta. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Coreografía y movimiento: Elena Pérez. Dirección: Luis Miguel G. Cruz. Teatro de la Estación (Zaragoza) 10 de diciembre de 2010.

El pasado viernes se presentó en el Teatro de la Estación “Flotando en el espacio”, un espectáculo escrito y dirigido por Luis Miguel González Cruz y coproducido por Teatro del Astillero de Madrid y la compañía portuguesa O Cendrev de Évora. Tanto los portugueses como los madrileños, realizan desde años un trabajo que va más allá de la producción de espectáculos, desarrollando, desde unos sólidos planteamientos teóricos una actividad, una acción teatral comprometida con las dramaturgias contemporáneas, con la búsqueda y la experimentación en los territorios fronterizos del teatro.

Esta concepción de la escena como laboratorio y centro de acción, es más que necesaria si queremos que el teatro se mantenga pegado al mundo, a la realidad y al ser humano. Aunque esto, como toda búsqueda, implique asumir ciertos riesgos en cuanto a los resultados. Mucho más sencillo, desde luego, es convertir el teatro en pieza museística. Más sencillo pero también más prescindible. Resultado de esa filosofía de trabajo es “Flotando en el espacio”, una propuesta no carente de interés, a pesar de que el resultado no es del todo satisfactorio.

La historia nos sitúa ante dos astronautas que viven en una estación faro espacial recibiendo y decodificando mensajes que provienen del espacio exterior. Tras dieciocho años en órbita, han desarrollado una vida virtual y unas personalidades ocultas. Los contactos por internet son las únicas relaciones supuestamente reales que mantienen con la tierra. Siguen siendo humanos y siguen teniendo cierta conciencia del bien y del mal. Pero flotando en el espacio no se sabe muy bien dónde está el uno y dónde el otro. Tras de la historia, se encierra una reflexión en torno al hombre contemporáneo occidental, sus relaciones y las nuevas maneras de encontrar y buscar las utopías y los sueños.

Cuenta con un buen trabajo actoral. El texto es complejo y el discurso escénico que de él surge también lo es. Y la puesta en escena, en cuanto vehículo que estable los códigos que permiten al espectador leer lo que sucede sobre la escena, no termina de arrojar claridad sobre lo que se está viendo. Tiene sus momentos, pero en general cuesta entrar y cuesta mantenerse. La emoción no llega, la conexión con la sala es episódica y por momentos se tiene la sensación de lentitud.

Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 13-12-2010


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba