Ciencias y Letras
En la revista Zaspika que se entrega con el periódico donostiarra GARA todos los domingos, en el correspondiente al día 9 de enero de 2011, aparece en portada Guy Martini, el que fue durante unos años programador cultural en la Fundación Siglo de la Junta de Castilla y León y director del Festival Internacional de las Artes de Castilla y León que se sigue celebrando en Salamanca.
Lo curioso es que aparece en este dominical como geólogo. Y es que Guy Martini es doctor en Geología y ha trabajado durante muchos años para la UNESCO para realizar muchísimos programas en todas las partes del mundo y acudió a Euskadi porque la propia UNESCO y el Comité de Coordinación de la Red de Geoparques Europeos, le había concedido la entrada en dicha Red a la Asociación para la Gestión del Geoparque de la Costa Vasca, que está integrada por los municipios de Deba, Mutriku y Zumaia. Le hacen una entrevista, y en ella relata que en un momento de su vida se sintió un poco colapsado con su trabajo y decidió intentar dedicarse a la gestión cultural. Y de ese impulso, tras varias vicisitudes, acabó gestionando un grandísimo presupuesto cultural y específicamente teatral de la Junta de Castilla y León.
Tengo el honor de conocerlo personalmente, de haberlo entrevistado, de haber compartido momentos de distensión y ensoñación y me pareció siempre un tipo vivaz, interesante, que en sus primeros años buscó apoyos y consejos y que después fue volando en solitario, tanto que acabó perdido en los entramados de la gestión política, entre las componendas de los grandes festivales europeos y en los reflejos de todas las envidias y miserias del sector.
En este caso lo que queda claro es que para al gestión cultural, especialmente para los asuntos referentes a las Artes Escénicas, en los niveles de designación directa, puede servir cualquiera, aunque su currículum no tenga absolutamente nada que ver con nada cercano a ello. En este caso, podríamos decir que la cosa salió bastante bien, pero se le notaba al hablar con él, que fallaba en los matices, que tenía una visión global de los asuntos culturales muy formada y en ciertos temas de gran altura, pero que en cuanto se acercaba alo concreto, a un festival de teatro, a los niveles actuales de lo novedoso fuera de las modas, iba, como todos, al mercado, a buscar lo más bueno, lo más caro o lo que quedaba.
¿Se imagina alguien que un doctor en cualquier rama de las Humanidades, decida un día cambiar de tercio, y le ofrezcan dirigir por ejemplo el Museo de la Ciencia de Valladolid? (Dicho sea de paso, la llegada de Guy Martini a Valladolid fue, en primera instancia, para dirigir este museo, pero, cosas del destino acabó donde decimos). No. Nunca. Jamás. Ni en los puntos de máximo nepotismo. La Ciencia, las ciencias, se respetan, interna y externamente. Nadie se nos ocurre discutir con un químico, farmacéutico o matemático de sus asuntos, pero todos se sienten autorizados a opinar de un cuadro, una obra de teatro o una novela. ¿Por qué esta facilidad para verter opiniones espontáneas sobre las artes? Que diagnostiquen los sicólogos y sociólogos. Una de las reivindicaciones que se deben cumplir con urgencia es el reforzar profesional y docentemente a los gestores culturales. Carreras específicas, doctorados, especializaciones. Y que todos se reciclen. Aunque hay casos de difícil solución.
Considero que es mejor que un clínica la dirija un médico o como alternativa con la ayuda de un gestor de hospitales con preparación específica, que el primo camillero del consejero de turno. Pues, lo mismo en la Cultura, y más en las Artes Escénicas: son tan específicas, es un material tan sensible, tiene tanto años, que no sirve con la mitificación científica, ni se puede construir un buen currículum únicamente con cursillos superficiales. Es necesario algo más, ese añadido de sensibilidad, de conocimiento, que si es, además, por haber pasado por un escenario, por un estudio de danza, una orquesta o algo similar ayuda. Y ayuda mucho. Y eso se nota tanto, tanto, que no hace falta insistir mucho más.