Diario de Unga Klara

¡Teatro vivo!

Este es el deseo de la mayoría de nosotros. Hacer un teatro vivo, que palpite. Mejor dicho, que haga palpitar a quien lo experimenta.

El martes pasado mostramos la segunda parte de nuestro trabajo a un numeroso grupo de jóvenes (12-15 años). Tras la presentación nos reunimos en pequeños grupos para «encontrarnos». En mi círculo estaban tres chicos y tres chicas de quince años, con ese deje cansado y las miradas curiosas, pero distantes al mismo tiempo, como diciendo «a ver qué me cuentas». Yo no quería contar mucho, más bien escuchar, pero no era fácil. Fui directo, ¿habéis visto teatro antes?. Sí. ¿Os gusta? No (responden dos de los chicos. El resto en silencio). ¿Entonces no os ha gustado lo que habéis visto hoy? Sí (responde uno de los renegados del teatro). Le miro sorprendido y, cómo no, halagado. ¿Por qué te ha gustado? Dos segundos de pausa dramática. Por que está vivo, lleno de vida (la expresión sueca se puede traducir de los dos modos). Vamos por buen camino.

Han sido días largos e intensos. Parte del trabajo ha sido técnico. Pruebas de maquillaje y vestuario, y pases del material para irnos haciendo con el recorrido completo de las dos piezas. La de adultos fue vista por «los amigos de Unga Klara» que apoyan económicamente a la compañïa. Un grupo de personas mayores que siguen y respetan la trayectoria del grupo casi desde su fundación. Lo que vieron les gustó y como era de esperar el personaje que interpreto, un emigrante con «antiguos métodos de educación (bofetada y exigencia entre otros) provocó polémica. Interesante. Era el deseo de Suzanne.

Tuve sesión especial de trabajo con mi profesora de sueco. ¡¡Qué buena es!! A pesar de los años su energía y entrega son tremendas. Volar a través de las vocales apoyándonos en las consonantes. Buscar el lugar donde resuena el sueco, justo en la parte de atrás, debajo de la nuca, entre la segunda y tercera vértebra. Ahí está el lugar exacto desde donde nace el sonido. Me pregunta dónde se situa en el castellano. Difícil responder, pero le sugiero que un poco más cerca de los labios, entre el superior y la nariz. Se ríe curiosa. Al día siguiente me llama para disculparse por lo que, según ella, ha sido una clase improvisada y llena de estrés. Estos suecos.

El próximo martes tenemos uno de esos días especiales que a veces tocan. Vamos a rodar material que luego utilizaremos en la segunda parte del espectáculo. Inspirándose en el universo de Dallas (si JR, Bobby, Su Ellen…) con estética finales de los setenta y banda sonora «discoteca» vamos a recrear una piscina cool llena de tipos cool con comportamiento cool. Crema hidratante, cócteles, sudor y erotismo. A mi me toca el papel de latin-lover encargado del mantenimiento de la piscina, y de ligar con toda hembra que se cruce en mi camino. El color de los filtros de grabación será el mismo que el que se usaba entonces y las pruebas de maquillaje y vestuario han sido… la leche. Un cruce de Miami Vice y Lorenzo Lamas con reminiscencias de, en le caso de las chicas, los años cincuenta marcadas en las pelucas. Ganas le tenemos, a pesar de las doce horas de trabajo ininterrumpido que tocan. Hasta la semana que viene. Ya quedan pocas.


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