La farsa de los convenios
Si la virtualidad es un hecho que cada día somete al ser humano a buscar la intermediación del ciberespacio, para establecer y mantener las relaciones con sus semejantes, porque las restricciones consulares, cada vez en aumento impiden la relación presencial, no entendemos para qué los gobiernos continúan desperdiciando tiempo, papel, lápiz y recurso humano, haciendo convenios que sus subalternos consulares en el extranjero deshacen, imponiendo trabas inexplicables a quienes pretenden desplazarse, para ponerlos en práctica.
Este es el caso recurrente, y por demás, con aspecto de ofensa a la dignidad, que se practica en el Consulado de España, en Bogotá, porque allí, cualquier petición de visado es recibido con el prejuicio de que toda la documentación que incluye ésta, es falsa.
España y Colombia, por razones de todos sabidas, aunque no digeridas intelectualmente, firman convenios culturales, científicos, turísticos, etc, sin demasiados preámbulos, que es como suelen hacer los tratos quienes se ven y se hablan de tiempo atrás (no quiere decir esto que se conozcan lo mismo), y muchos de ellos ven alterada su materialización, debido a la nada objetiva actitud del Consulado de España en Bogotá, en donde, de entrada, quien solicita un visado es considerada persona no confiable, como podrá colegirse de lo escrito en los párrafos posteriores.
El Consulado de España en Bogotá, cobra, por concepto de derechos consulares, una tarifa que, en pesos colombianos no es despreciable, y que se supone debe ser destinada para hacer los trámites relacionados con cada solicitante, entre los que consideramos, que debe estar incluida, con toda razón, averiguar si la información aportada es verídica. También le exige al solicitante hacer gastos de riesgo, previos a la solicitud, como comprar un tiquete aéreo, adquirir un seguro médico internacional y presentar evidencias de que va a estar en un hotel, las que sólo es posible mostrar a través de una reserva, que exige un pago anticipado, pues si el Consulado le niega el visado, lo cual ocurre con frecuencia, el solicitante pierde un porcentaje significativo de su dinero al pedirles a la compañía aérea, a la aseguradora médica y a los hoteles, rescindir el contrato.
Como se puede apreciar, son muchas las exigencias que, como trabas, impone el Consulado, a quien por alguna razón tiene la necesidad o el simple deseo de ir a España.
Son varios los casos que, juiciosamente observados a la luz del sentido común le dan a uno argumentos para afirmar que el dinero exigido para derechos consulares no tiene tal uso, porque allí no verifican la información aportada por el solicitante.
En el año 2009, este columnista, en su calidad de director que es del Encuentro de Contadores de Historias y Leyendas más antiguo de Iberoamérica, fue invitado por la Biblioteca Provincial de Guadalajara a la celebración de los 18 años del Maratón de Cuentos que realiza dicha Institución, y fue grande su sorpresa cuando el Consulado de España en Bogotá le respondió negativamente su solicitud de visado, entregándole una ajada fotocopia, cuyo aspecto grosero daba la impresión de que se trataba de un ejemplar más, de una reproducción en serie de negativas.
En esta oportunidad el Consulado desestimó la carta oficial de invitación que la Biblioteca envió, y al parecer no hizo un intento de constatación de ésta, porque jamás se estableció una comunicación entre la Biblioteca y el Consulado, por iniciativa de éste, para hacer la correspondiente consulta.
La mayor parte de quienes se dedican a la actividad cultural, que es sobre lo cual queremos recabar en este escrito, porque nos interesa averiguar cuánto de farsa hay en la firma de muchos convenios de cultura y otros temas relacionados con lo social, son personas con ingresos económicos limitados, que consiguen desplazarse a otro país gracias a una invitación que les han hecho en reconocimiento a su trabajo, y por eso consideramos que las exigencias previas del Consulado se convierten en una intimidación para éstos, porque no es fácil que consigan los recursos para acceder a un visado, pues para quien vive en la provincia colombiana los costos aumentan en forma considerable, debido a que el Consulado obliga al solicitante a hacer un doble viaje a Bogotá; uno para presentar la solicitud y otro para recibir la negativa.
Claro que también ocurre con frecuencia que a muchos de los que poseen medios económicos suficientes para pasear por España, tampoco los dejan entrar. Tenemos ejemplos para dar, si los requieren.
¿Qué está sucediendo?
Son muchos los gestores culturales y artistas de todas las disciplinas, que se quedan por fuera del espíritu de esos fastuosos y esperanzadores convenios de cultura, y de otros con carácter romántico, dados sus objetivos sociales (no incluyo aquí los económicos porque esos poseen una inercia propia y porque sus partes no tienen la necesidad de exponer su dignidad), porque en el Consulado de España en Bogotá no existe interés por mantener lazos de amistad a esos niveles, quizás porque los de orden financiero y empresarial, que seguramente son para ellos los definitivos, les ocupa todo su tiempo.
El Consulado de España en Bogotá podrá responder, aportando estadísticas, que sí da visas; pero ocurre que, como todo en la vida, pero sobre todo en la nuestra, existen diferencias que hacen que unos sí puedan y otros no, o mejor, que unos tengan derecho y otros no; y digo esto, porque, claro, para la reafirmación de convenios de esta índole existe la alta burocracia cultural, o científica, o humanística, que por ser un entronque de la política local se desplaza sin dificultades, y con visas de cortesía.
Pero, y los que no tienen quien haga por ellos una llamadita de recomendación para que los traten con dignidad, ¿qué hacen? Pues estos se quedan, sin más ni más, desintegrados, porque la integración es un juego más del poder.