Entrevistas

Josep Maria Miró: ¡Debate sí, agresiones no!

Gang Bang (abierto hasta la hora del Ángelus), el último espectáculo escrito y dirigido por Josep Maria Miró, ha despertado cierta polémica entre los sectores más rancios de la sociedad catalana, hasta tal punto que, a la semana de estrenarse, en medio de una representación, dos exaltados de entre el público entraron en el escenario al grito de «¡Viva Cristo Rey!», y lanzaron dos bombas fétidas. Antes del estreno, el grupo ultra católico «e-cristians» pidió que se prohibiera la obra. El autor y director no quiere ahondar más en el tema y declara que son «actitudes más propias de una sociedad anterior a mi nacimiento, o sea, 1977». La obra es fruto del proyecto T6, impulsado por el TNC, que desde hace años apuesta por la nueva dramaturgia catalana, y se puede ver hasta el día 17 de abril en la Sala Tallers.

¿Te quedas con algo positivo en relación al incidente que hubo en uno de los pases de Gang Bang?

Me parece interesante pensar que, en 2011, esta cosa que hacemos y que llamamos teatro, tiene un sentido y no resulta inofensivo. Si esto sucede, quiere decir que el teatro continua teniendo su peso como vehículo para crear debate en la sociedad. Pero también creo que el espectador tiene mecanismos de sobra para exponer su desacuerdo: no aplaudir, marcharse en medio de la función, escribir en blogs, etc. En el momento en que se traspasa la línea del escenario, yo entiendo que es una agresión y no me parece tolerable. Debate sí, agresiones no.

Hablemos del espectáculo. La llum (La luz) es el local sexual para hombres donde transcurre la obra.

 

¿Crees que la sordidez del espacio marca el tipo de relaciones que se establecen entre los personajes?

Cuando se tocan determinados ambientes o espacios, un adjetivo que se suele usar mucho es el de «sórdido». Yo no le he usado nunca para describir este espectáculo. En un momento de la obra, hay un personaje femenino, que dice, «este es el único espacio puro que queda». Yo pienso que lo sórdido y lo sucio es lo que queda fuera. Por ejemplo, en el personaje del padre que busca desesperadamente a su hijo, el espectador acaba viendo que lo siniestro es el espacio que este hombre ha creado en el seno de su propia casa, con la impunidad que le daban las cuatro paredes y la familia.

 

¿Cómo describirías el local sexual?

En primer lugar, creo que el espacio es un personaje más en esta obra. A uno le puede sorprender el tipo de relaciones directas que allí se establecen, pero el espacio no engaña. Dentro del local, los personajes no llevan la máscara que sí llevan fuera, y se muestran desnudos, y no hablo de una cuestión física, sino a nivel conductual. Además, el espacio sexual es un vehícluo para hablar de las relaciones humanas y sociales entre los personajes.

 

¿Entiendes alguna de las críticas que se han hecho por el contenido de algunas escenas?

Los contactos más íntimos que hay en esta obra se producen cuando los personajes se cogen de la mano, se abrazan, se miran a los ojos… Estos detalles son los que toman un carácter verdaderamente íntimo y humano. Curiosamente, todos las escenas sexuales acaban teniendo una carácter inmediato y para nada íntimo.

 

La acción se sitúa la noche anterior a la visita del Papa en Barcelona. ¿Por qué este acontecimiento?

Necesitaba un gran evento en la ficción que provocara que el local donde se desarrolla la obra estuviera lleno de gente. Y el evento tenía que tener relación con la moral, y la moral que impregna nuestra sociedad es la moral católica.

 

En la obra se abordan muchos temas: la familia, el sexo, la ideología, el compromiso… ¿quizá demasiados?

Sí, es verdad que se abordan muchos temas. La construcción de la obra es compleja, hay nueve personajes, a menudo hay charlas paralelas, etc. Hay muchos temas, pero creo que todos confluyen en demostrar la decadencia de nuestra sociedad y de los valores del mundo occidental.

 

La cuestión ideológica se plasma en el conflicto que tienen dos personajes que encarnan a dos políticos.

Estos personajes se explican a través de su conducta como animales políticos, más que por su discurso ideológico, eso hubiera sido otra historia. Sus pautas de relación son las mismas que demuestran cuando se encuentran en el exterior, lo que pasa es que en el local pactan sexualmente. Se comportan del mismo modo socialmente que sexualmente. Como los demás personajes de la obra, los dos políticos enseñan en el local todo lo que esconden cuando están fuera.

 

A primera vista Gang Bang parece una obra realista, pero hay algunos elementos que llevan al espectador a un campo puramente simbólico…

La obra arranca en un estadio aparentemente realista pero se desencaja rápidamente. Hay muchos elementos mágicos y fantásticos que se acercan mucho más al simbolismo. La visible destrucción de un elemento importante del exterior, quería que no fuera percibido como algo preocupante por parte de los personajes que ocupan el local. El carácter no realista también ayuda a crear una poética especial ante la alta expresividad verbal de carácter sexual que tiene el texto. Yo creo que la obra es más poética y simbólica que cualquier otra cosa.

Miquel Valls

Barcelona, abril 2011


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