Entre los miembros de «Camerata» un gran cantante solista, Giulio Caccini, se convirtió en una autoridad en técnica vocal. Siguiendo la tesis de que los antiguos griegos habían desarrollado formas de expresar todas las emociones a través de la voz, trasladó este enfoque a la lectura de partituras. El objetivo de sus enseñanzas era estimular y ayudar a los cantantes a llenar de expresión su interpretación, al mismo tiempo que, mantener la armonía musical con los instrumentos acompañantes. Y así, nace la escuela de compositores y cantantes conocida como Bel Canto.
Bel Canto, término italiano que literalmente significa «canto bello». Pone nombre a un tipo concreto de entrenamiento vocal y de cantar. Nació entre los siglos XVII y XVIII en respuesta a la necesidad de una expresión genuina que, llena de autenticidad, se combinara con el virtuosismo y la precisión musical. El Bel Canto como enfoque de entrenamiento vocal llegó a las escuelas de canto clásico de Florencia, Roma, Nápoles, Bologna y Milán pero como término «Bel Canto» no fue usado hasta finales del siglo XIX.
Las técnicas usadas en la enseñanza del canto en este periodo han llegado a nosotros a través de los escritos de tres maestros y cantantes: «Nuove Musiche», Caccini (1601); «Osservazioni sulle fiorite canzoni», P. F. Tosi (1723) ; «Riflessioni pratiche sull´arte di cantare», G. B. Mancini (1776) . El arte de los cantantes del Bel Canto consistía en su habilidad para comunicar una expresión genuina de las emociones mediante frases musicales escritas previamente mostrando un amplio abanico de cualidades tímbricas que abarcaba una extensión vocal de tres octavas, sin perder el refinamiento y la elocuencia en la pronunciación de la palabra. A diferencia del entrenamiento en canto clásico para la Ópera de hoy en día, donde el cantante es entrenado con el fin de especializarlo y, a veces, constreñirlo, en una sola cualidad tímbrica, en el Bel Canto, el cantante se permitía cantar una amplia selección de cualidades, cubriendo el timbre de tenor, barítono, soprano y mezzosoprano, por ejemplo. Bel Canto, de acuerdo con los historiadores, significaba tener «no solamente tres, cuatro o cinco sonoridades sino, diez, veinte o treinta. La voz debía ser moldeada en diferentes grados, pasando a través de todos los colores del abanico del sonido.»
¿Lo expuesto hasta ahora en los artículos – «Experiencias clásicas» «Orígenes de la Ópera (1) (2)- os recuerda algo? El trabajo de Alfred Wolfsohn (ver biografía) y conecta con el abordaje físico – vocal – expresivo desarrollado por Grotowski.
Lucie Manen señala un punto crucial, la extensión tímbrica de los cantantes del Bel Canto no era un truco cosmético de virtuosismo sino que, esta extensión, nacía de dar expresión a todo el espectro de emociones del ser humano. El método de enseñanza no se basaba en teorías sino, que los maestros, que eran también expertos cantantes, se apoyaban fuertemente en un proceso de ensayo, exploración y corrección permanente en el que los estudiantes y los profesores tenían que colocarse en una posición de escucha consciente y activa. «Studio di canto; metodi classica del Conservatorio Reale di Napoli», A.Busti (1865); «Metodo pratico di vocalizzaziones», G. Nava (1876) recogen ejercicios técnicos del Bel Canto. El núcleo principal del Bel Canto descansa en la maleabilidad y la articulación de los espacios de resonancia situados por encima de los pliegues vocales, particularmente la faringe. El tamaño del tracto vocal, que actúa como un tubo elástico, influye en el timbre del sonido emitido por la vibración de los pliegues vocálicos. Dotando a este tubo de la máxima flexibilidad, el cantante de Bel Canto producía una paleta de timbres que daba expresión a la amplia gama de emociones del ser humano.
La enseñante de canto clásico se equivocaba. No tenía ante sí a alguien que manipulaba- con la connotación de falsedad que esa expresión conlleva- el sonido, sino alguien que movía la voz desde una técnica, mira por dónde, enraizada en el Bel Canto y en la historia de investigación
