El viaje de las Heroidas/Karlik Danza-Teatro/57 Festival de Teatro Clásico de Mérida. La crítica
A ninguna parte
Penosamente, Karlik Danza-Teatro, en este nuevo compromiso con el Festival grecolatino, con su propuesta “El viaje de las Heroidas” ha vuelto a tropezar con las mismas piedras del Teatro Romano -que es mucho teatro- dándose otro batacazo artístico similar al de su “Prometeo, del fuego a la luz”, espectáculo del 2004. Obviamente, la compañía extremeña ha insistido con afán experimental pero cayendo en los mismos errores de plantear espectáculos sobre los mitos clásicos, como se muestra aquí sobre las Heroidas –personajes que sólo conocemos por Ovidio- sin tener una narración que se sostenga con equilibrio valuado, arriesgando ilusamente su labor artística al estilo de la famosa regla del circo “¡Más difícil todavía!”, en la búsqueda sobre “un lenguaje escénico en donde las distintas técnicas artísticas desemboquen en una línea emocional”, según su directora/coreógrafa, Cristina D. Silveira. Y además, enardecida por la aceptación que -desde la estética- tuvo su primer espectáculo “Las Parcas”, hecho en colaboración con Samarkanda Teatro, en el Anfiteatro en 2002.
Conozco desde sus inicios la trayectoria artística de Karlik y poco tengo que decir, que no sea parecido, sobre este espectáculo que tampoco ha funcionado. Sé que la compañía ha demostrado en ocasiones –sobre todo fuera del espacio romano- su calidad en propuestas caracterizadas por una línea de desafío e innovación, aunque las mejores las hicieron bajo montajes de creadores foráneos, como fueron “Piel de Angel” y “Amloi como lo dijo Hamlet”, dirigidas por Mauricio Celedón, donde lograron funciones de gran emoción y belleza. Pero, sin embargo, tanto en “Prometeo…” como en este “Viaje de las Heroidas”, dirigidos por la Silveira que ha trabajado con elencos mayoritariamente de extremeños, sin calcular bien una realidad escasa en determinadas capacidades artísticas y recursos técnicos, Karlik ha cometido con más presunción que sensatez la aventura de una complicada puesta en escena espectacular, ansiando superarse a si misma con un triple salto mortal, que en sus osadas piruetas no ha conseguido.
En el “Viaje de las Heroidas” apoyado en diversos textos de poetisas y un anónimo que pretenden dedicar “al universo de la mujer clásica como creadoras y criadoras de futuro”, se nota desde el principio la ambigüedad de unas propuestas artísticas del espectáculo, manifestadas en el programa de mano y entrevistas, que luego no justifican la realidad de lo sucede en el escenario. Porque el resultado vuelve a ser un empacho de artificios recurrentes de plasticidad –de danza, acrobacia, voz, gesto, movimiento- al son de una música heterogénea -en directo y a todo volumen- que se convierten en una opresión para los espectadores, que sin estructura dramática de creación terminan perdiendo el hilo conductor de un tema desconocido, y se incomodan porque con tanto embrollo no logran digerir ninguna de las ideas escénicas, que se diluyen rápidas por el firmamento del Teatro Romano.
En la puesta en escena se apreciaba el esfuerzo de un despliegue coreográfico y tecnológico, a medio camino de lo atractivo, que se había dejado seducir por espectaculares golpes de efecto –como una llamativa danza acrobática en la valva regia que la directora había ya presentado en otros montajes- que no hacían sino camuflar la carencia de una historia interesante y una deslucida interpretación. A las coreografías, le faltaron limpieza expositiva en las imágenes (como la realizada haciendo pasar a las bailarinas por debajo de una pasarela que era un desastre) y a los movimientos precisión, energía y vitalidad (que se advertía desigual en la calidad de las bailarinas). Y a las actrices, que representaban personajes difíciles de identificar (en el programa de mano no los explican) acusando registros interpretativos dispares, les escaseaba ese tono emocionante de la palabra (sólo se salva Elena Lucas, muy expresiva recitando), que en algunas era demasiado vociferado (como el de Memé Tabares, haciendo de un chocante Tiresias) y que a través de los micros fluía en perfecto desaliño oral.
En fin, precipitada propuesta, falta de contenido y forma, que sólo ha resultado un viaje de las Heroidas y Karlik Teatro-Danza a ninguna parte.
José Manuel Villafaina