Sangrado semanal

Islas paradisiacas versus Broadway

ISLAS PARADISIACAS VERSUS BROADWAY

 

PIN UPS. Mujeres fascinantes. Años 40 y 50. Estados Unidos. Féminas de pechos turgentes, redondas como manzanas, de piel brillante, posando enroscadas en sí mismas, con lazos en la cabeza y peinados ahuecados, cabello lustroso, tacones brillantes, mini-shorts, pestañones, labios rojos, teléfono en mano, miradas inocentes, cuerpos diseñados para el pecado, ¿Les suena? ¿Las visualizan?

Uno de los creadores de esas fantásticas criaturas fue un señor llamado Al Moore. Existe una lámina de este autor, que muestra a una mujer de bandera, vestida, ¿o debería decir desvestida? con un pareo que recuerda a «Hawai» y luciendo una gran flor exótica en el pelo. La actitud corporal que muestra es «very Marilyn». Toda una invitación a navegar con la imaginación. Esta sugerente imagen va acompañada de un texto cuya traducción libre dice más o menos así:

In spite of styles in jungle isles                                          En vez de lucir modelitos en islas paradisiacas,

in August, to be specific,                                                   en agosto y sin perder un ápice de glamour,

She cant’t go wrong wearing a sarong,                             no puede andar desencaminada luciendo ese sarong

for Broadway is her South Pacific.                                    en Broadway, que es su Pacífico Sur.

 

Supongo que Al Moore pasó muchos veranos encerrado en su estudio dibujando esas cerezas maduras que son sus cuerpos de mujer y creo que el pequeño texto aparentemente inofensivo que acompaña a la lámina, toca un tema esencial referente al arte creativo y al teatral en particular, que en esas breves líneas, viene representado por Broadway. Aquí, Broadway encierra todo el teatro, todo el escenario, el arte, la creación, el espectáculo y el entretenimiento. La cuestión es: ¿Qué aporta Broadway, que es tan potente como para renunciar a las vacaciones años tras año? ¿Qué es lo que engancha tanto como para que el teatro pueda suplir el viento en la cara y la mirada llena de mar? Cientos de artistas encerrados en sus cuevas, actores preparando en un local sin ventilación el espectáculo que se estrenará en febrero. ¡Febrero! Renunciando a fiestas, monte, arena, salitre y calamares y saliendo con la sonrisa plena tras una sesión de trabajo de 7 horas.

En el Rey Lear, Shakespeare escribió unos versos preciosos en los que el monarca, arrinconado ya por circunstancias, consecuencias y adversarios le dice a Cordelia, la «única hija» que le queda: «A la prisión, ven vamos. Allí cantaremos como pájaros enjaulados.» El teatro se me antoja exactamente eso: una prisión maravillosa donde apartarse del mundo y contar brillantes mariposas de colores. Su luz es tan atractiva, que nos quedamos pegados a la bombilla incluso durante las vacaciones de verano, renunciando a las islas del Pacífico Sur para quedarnos en la nuestra, una de esos islotes que tan bien describe Eugenio Barba.


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