«El teatro también se lee», así era la rúbrica de la III edición de la Feria del Libro Teatral de Ciudad de México que se celebró hace pocos meses. Es una muy buena frase para acompañar una feria teatral. El lema también serviría de subtítulo para todas aquellas editoriales y cabeceras que se dedican a la información y divulgación de las obras escénicas. El teatro también se lee, y añado, en los libros y en las revistas, no nos olvidemos. Hablemos esta semana de una revista con sede editorial en Tarragona que empieza el 2012 renovándose.
«Hamlet, revista de les artes escèniques» empieza una nueva etapa, comenzando por un nuevo tamaño. De hecho, la primera frase del editorial dice, «No hace falta leer estas páginas para darse cuenta que Hamlet ha cambiado.» El lector de la nueva Hamlet se encuentra ahora con un formato más manejable, sin perder la exigencia en el diseño, pero dejando atrás el exótico A3 de los primeros 19 números. Carme Tierz se pone al frente de este nuevo proyecto como directora periodística, sustituyendo a Damià Barbany que era el director de contenidos. Por lo visto, Barbany continuará como colaborador en la sección «Acte U» que cierra la revista. En su espacio descubrimos la propuesta inicial que les hizo a los hermanos Arola, jefes de la editorial: «El riesgo era considerable porque yo proponía un modelo de revista donde las imágenes tenían que compartir casi el 50% del espacio con los textos.» El modelo, sin duda, justificaba las medidas de la revista, ahora reducidas y adaptadas a los nuevos tiempos. Pero en el fondo, el formato es lo de menos, lo importante es que Hamlet continúe adelante, que ya es mucho. Analicemos algunos de los demás cambios.
Para Carme Tierz la dirección de una revista no es nada nuevo. Durante 11 temporadas estuvo dirigiendo «Teatre BCN», una revista mensual gratuita de información teatral de gran nivel periodístico, sobre los teatros de Barcelona. Fuimos muchos los que no entendimos el cierre, sobre todo por la forma en el que se hizo, sin que los responsables tuvieran tiempo ni para despedirse de sus lectores, de toda una ciudad. ¿Quién no conocía «Teatre BCN» en Barcelona? ¿Tan difícil era dejarles hacer un último número? Lasciamo perdere, que dicen los italianos.
La primera impresión que he tenido al hojear la nueva Hamlet es que Carme Tierz ha conseguido algo que ya le había oído decir en alguna ocasión cuando venía a visitarnos a la Asociación de Investigación y Experimentación Teatral (AIET): «Hay que hacer una revista que esté a medio camino entre «Teatre BCN» y «Assaig de Teatre». Por la estructura y los contenidos de este número 20 de la segunda etapa de Hamlet, parece que lo ha conseguido. La nueva revista conserva secciones y colaboradores de la primera etapa (entrevistas, crónicas y opinión), además del excelente diseño y la fidelidad a la imagen, a las fotografías. En lo que se refiere a las novedades, sonreí al ver que se recuperaba un clásico de «Teatre BCN»: las fotos de los protagonistas mensuales de la sección «Ellos i Ellas» de cuando eran pequeños al lado de las actuales. También vemos que se recupera el tradicional reportaje, en este primer número firmado por Jordi Bordes, otro de los buenos, que analiza algunos ejemplos de compañías que estrenan en espacios no convencionales. Se recupera una extensa sección de «Actualidad», que junto con lo dicho, nos recuerda mucho a «Teatre BCN». Pero la nueva Hamlet incorpora dos secciones que nos hacen pensar en la tan querida «Assaig de Teatre» de Ricard Salvat. Se trata de la sección «monográfico» y «texto teatral». ¡Fantástico! El espacio monográfico ocupa 11 páginas de contenidos sin imágenes, estilo salvatiano total! Y el texto teatral, por lo que veo, no sabemos si será completo por cuestiones de espacio, pero suficiente para que el lector se pueda hacer una idea precisa.
Después de haberme leído entero este número (tengo que reconocer que no siempre lo hacía con los anteriores), creo que la revista gana en cohesión interna. Es aún temprano, pero en la primera etapa uno tenía un poco la sensación de collage, de falta de unidad en cada número. ¡Qué difícil hacer esto en una revista mensual de teatro! Me he alegrado de no perder de vista a Jordi Jané y su sección circense y he echado en falta, sobre todo, a Roger Bernat, le necesitamos. En cuanto a los contenidos de este número, no tengo espacio para nombrarlo todo, pero destaco dos de los cuatro artículos de la sección monográfica dedicada a la censura teatral: el de Josep Maria Loperena (¡imperdible!) y el de Manuel Pérez i Muñoz, un periodista que ya estaba en «Teatre BCN» y que habla de la censura teatral hoy en día en el País Valencià, también de lectura obligatoria. Es un auténtico drama lo que están viviendo gente como los hermanos Sirera, Manuel Molins y Josep Lluís Fitó, entre muchos otros autores valencianos. El dramaturgo Guillem Clua firma un artículo de opinión, que también me gustaría remarcar y que va en esta misma dirección, en el cual apuesta por una mayor politización de la escena. Estoy de acuerdo, nuestro teatro tiene que poner más gasolina en el escenario. Ya hay gente que la pone, como Angélica Liddell, pero como bien se recuerda en el editorial de «Artez» del mes de noviembre, esta mujer estrena en todo el mundo menos en España. ¿Ignorancia o censura? Seguramente lo peor de todo: ambas cosas.
¡Larga vida a Hamlet! Le deseamos lo mejor en su nueva etapa. Agradecimiento total a la dirección y al consejo de redacción saliente. Gracias por haber conseguido poner en marcha una revista como ésta. Y seguir rezando por la continuidad del proyecto y amando a los más locos, a Felix y Alfred Arola, a los empresarios de Tarragona que con sus libros teatrales y esta revista están haciendo algo grande (e invisible) por las artes escénicas en lengua catalana. Espectadores, teatreros, suscribiros a Hamlet, a Artez y a tantas otras revistas teatrales. Porque el teatro también se lee.
