Aclárate la voz

Confieso

Confieso que he tenido que entrar en internet para verificar si el teatro es considerado como una de las siete bellas artes. Y sí, el teatro está considerado como una de las siete bellas artes. «Horror, tres veces horror», decía Hécuba, ¿cómo he llegado a semejante a duda? Todo empezó leyendo el artículo de Nieves Mateo «Los micrófonos en el teatro». Nuestra compañera, preguntaba invitando a la reflexión. Imagino que toda pregunta trae en sí misma su propia respuesta. ¿Cuáles podrían ser las razones para introducir los micrófonos en el teatro? ¿Un intento de buscar una estética sonora más cercana a la normalidad aproximando así el acto teatral a la cotidianeidad próxima de la calle? ¿Será una búsqueda deliberada de nuevos lenguajes que amalgamen y conecten entre sí, como dice Nieves, los diversos lenguajes y códigos utilizados en el cine y en la televisión? ¡Todo esto es llevar las cosas demasiado lejos! Rizar el rizo hasta hacernos tirabuzones en el cerebro. Existen ocasiones en las que el uso del micrófono responde a una opción de investigación, o de requerimiento técnico, más o menos compartible, más o menos acertada. Pero, en mi opinión, las razones obedecen a cuestiones más básicas. Léase, falta de formación por parte de los actores y falta de rigor por parte de los directores. O explicado de otra manera, ir a lo fácil.

En una ocasión un afamado director de este país presentó en Bilbao un montaje en el cual todos los actores disponían de su micrófono, que al igual que la máscara griega, amplificaba la voz. Otro cantar es lo que traiga esa voz. ¿Me seguís? El micrófono no escapa a esta dualidad universal de opuestos, y como toda buena navaja, tiene su doble filo. Te puedes cortar. Delata tus hábitos vocales, chiva tus dificultades, radiografía tu pronunciación, amplifica tu respirar. Alguien podría responder con argumentos del clan de la naturalidad, la veracidad, la proximidad a la realidad del espectador y, yo qué sé que más. Par mí, todo no vale. El arte es expresión pero no toda expresión es arte. El teatro es arte pero no todo el teatro es arte. Así acabé en internet. ¡Qué triste! Hay un grado más, un algo más indescriptible, un algo más que es inmedible que existe pero que no es tangible que hace que una expresión se convierta en arte. ¿Se me habrán colado pensamientos taoístas por entre las teclas? Bajo a lo inmediato. ¿Con qué argumentos, después de asistir a esta función, por ejemplo, les explico a mis alumnos de teatro la necesidad de un trabajo riguroso sobre la voz y la pronunciación en la formación actoral? ¿Qué puedo esgrimir cuando un director de esta categoría parece con su dirección avalar todo lo contrario? ¿Decir que la realidad presupuestaria de las compañías del teatro vasco no da para muchas petacas y que entonces no les queda más remedio que ir a pelo será un argumento de suficiente peso?¿ Será suficiente decir que, si en el caso de que se dispusiera de micrófono y nos encontráramos libres de poner la atención en la proyección, tendríamos que cuidar más la pronunciación, los matices de voz y el cuidado de la palabra para justificar las horas dedicadas al entrenamiento vocal?

Aunque me comparen a los padres que toman el discurso de «en mi juventud…», recuerdo que en los tiempos que trabajaba en Geroa, de frontón en frontón, donde la acústica era inexistente no te quedaba más remedio que hacer pruebas de voz antes de la función, recibir un feedback de un compañero, registrar las sensaciones auditivas y musculares y luego tirarte al vacío de la no respuesta del espacio. Una gran escuela que te ayudaba a agarrarte a la técnica vocal al desnudo. Quizás sean otros tiempos, seguro. Como dice Verónica Forqué, los micrófonos y el teatro no tienen mucho que ver. Y, contestando a Nieves, yo no me acostumbro, cuanto menos al uso que se le dan la mayoría de las veces. A propósito, ¿el empeño que tienen algunos políticos de educación y cultura en que los profesores de la futura escuela oficial de arte dramático sepan tres idiomas será para que interpretemos mejor las instrucciones de uso de los micrófonos?


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