Aclárate la voz

Los maestros y la voz (I)

¿Qué ocurre para que no se tome en serio la educación de la voz hablada en las personas que eligen una profesión en, la cual, la voz es su herramienta fundamental de trabajo? Hablo de los maestros y profesores. ¿Desde donde, por ejemplo, se crean los programas universitarios de magisterio? ¿Quiénes los crean están en contacto con la realidad del día a día de un maestro? A juzgar por lo que veo en el programa de asignaturas la respuesta es, no. A otro nivel, ¿qué sucede con las instituciones públicas que, por ejemplo, se niegan a admitir o subvencionar cualquier curso dirigido a profesores que se llame, por ejemplo, “Técnica y prevención vocal para el profesorado”? Vayamos por partes.

Se oye hablar cada vez más cómo el alumnado de nuestro país tiene un nivel muy bajo en expresión oral, de cómo cada vez más se observa una dificultad en el alumnado para auto regularse, de cómo la comunicación resulta cada vez más difícil entre profesorado y alumnado. Seguro que hay muchos elementos interactuando para que así sea. Mi intención no es buscar culpables, solo hacer una reflexión en voz alta. Vamos a dejar a un lado el nivel de uso de idioma, vamos a dejar a un lado el grado de nivel del contenido, vamos a la esencia. Un maestro que no ha aprendido en su formación profesional a conocer su voz, a regularla dentro de un marco de interacción, a darse cuenta de cómo la voz es un medio directo de contacto, que su regulación y su “uso” es una forma de estar en el mundo ¿qué ejemplo va a poder dar a sus alumnos? Muchos podrán decir “pues que vayan a clases particulares” .Pues, sí y no, contesto. Si miramos el programa de asignaturas nos encontramos con que en educación infantil existe la asignatura “La educación de la voz y su aplicación en la enseñanza “. Pero, atención al dato, en optativas. Y por si fuera poco con 4´5 créditos, que ni tan siquiera es el valor más alto. El valor más alto de las optativas, con 6 créditos, se lo lleva religión. Muy importante, sí. Pero, menos da una piedra. Entremos en el programa, que por cierto no especifica cuántas horas y con cuántas personas se da la clase – ya sabemos que las clases de voz pueden ser multitudinarias y cuanto más gente mejor- ; bien entramos en el programa y nos encontramos con que de técnica vocal más bien poco, conocimientos generales y muchas canciones infantiles. Bueno, veamos en magisterio musical, que como además de hablar se supone que los maestros tendrán que cantar pues a lo mejor ya la asignatura no es optativa. Y, sí, la asignatura no es optativa. En esta ocasión se titula “Formación Vocal y auditiva”, eso sí, con 4,5 créditos de valor. Parece que nos mantenemos. Entremos, y lo que nos encontramos! El programa habla de conocer el instrumento vocal, la respiración adecuada y la correcta articulación. Vamos, que todo muy correcto. ¿Realmente se integrará algo, además de datos? Disculpen, pero lo dudo. Y llegamos a la sección del programa “tú sí que vales” donde se configuran y clasifican canciones para el repertorio escolar, interpretar canciones y piezas corales – que oye está muy bien, que pare eso es magisterio musical – y me sigue dando la impresión de que la voz en sí misma se queda ahí, en cuarto plano. Que prevalezca el beneficio de la duda, quizás en la dinámica de la clase los futuros maestros realmente adquieren una técnica vocal lo suficientemente asentada como para preservar su salud vocal y sienten qué es eso de auto regularse en el contacto vocal y experiencian cómo es eso estar asentados en su voz para favorecer la comunicación y la interacción con el alumnado, desde una autorregulación. Pero de entrada, una pregunta ¿Qué punto de vista prevalece a la hora de formar un maestro? ¿Cuáles son las prioridades formativas? ¿Se busca formar a personas que ayudaran a crecer a otro más pequeños en edad o simplemente se trata de formar unos, más o menos eficaces, transmisores de datos? Hasta la semana que viene.


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