El Hurgón

El papel del chamán en la Gestión Cultural

Existe hoy una tendencia, cada vez más compulsiva, al retorno a formas naturales y a prácticas aproximadas al esoterismo, quizás por esa especie de prevención inconsciente que lleva al ser humano a buscar protecciones cuando su esencia se pone en riesgo, pues la situación actual, en la que prevalece la prisa, la ausencia de corroboración de conocimiento, la superficialidad de pensamiento, el exceso de utilitarismo, el facilismo, la intolerancia, el deseo de grandeza, la proliferación cancerosa de credos religiosos, la concupiscencia, etc, actitudes a las cuales no es ajeno del todo el ser humano, está tomando características de epidemia, y ha hecho entrar en pánico la forma gregaria que siempre hemos usado para el entendimiento y la comunicación.

De manera poco explicable, parece que dicha tendencia es mayor en personas que han dedicado mucho tiempo a fomentar el racionalismo en los actos de su vida, y que comúnmente son conocidas como intelectuales, y a las que por su condición de pensadores independientes y liberales, jamás se las relaciona con asuntos extra temporales, a pesar de que cuando se van acercando a esa etapa de la vida en la que es inevitable pensar de vez en cuando en la noción de final, como si fuesen objeto de un irremediable complejo de culpa, se dedican a buscar los residuos de fervor que aún les quedan, con la intención de reparar el daño que han hecho a su vida ignorando las prácticas espirituales, y que tardíamente terminan reconociendo como muy útiles para hacer frente a la adversidad. Pero, para no quedarnos en el término «de manera poco explicable», intentemos dar una explicación al hecho y concedamos que dicho comportamiento es connatural al afán de búsqueda infinita que caracteriza al intelectual.

Todo regreso nos permite, además de que nos lo exige, una revisión del pasado, para no decir de la historia.

Por extensión, toda revisión del pasado nos facilita el recuerdo de procedimientos que otrora fueron idóneos para resolver situaciones, y en la que parece estarse produciendo ahora, y es a lo que va este comentario, se está redescubriendo el papel que ha jugado el chamanismo en la circunstancia material del ser humano, y lo que es mejor, se ha descubierto que su capacidad de manipular las fuerzas de la naturaleza, y por extensión las sociales, aún está vigente.

A raíz de dicho redescubrimiento y descubrimiento, en Colombia (no sabemos si también en otros lugares del mundo, posibilidad que no descartamos, porque hoy todo se globaliza), ha surgido una nueva forma de gestionar situaciones que sirvan para garantizar el buen suceso de las actividades culturales, como por ejemplo, evitar la lluvia, mitigar el sol cuando calienta mucho, provocar tiernas corrientes de aire, como la brisa, donde no existen condiciones para que se produzcan, y es la contratación de un chamán, personaje que en nuestro país no es difícil hallar, para que mientras ocurra un evento cultural, que no puede darse el lujo de tener una sola falla, porque está de por medio la imagen de la ciudad donde se hace, recorra las partes adonde van a tener lugar los espectáculos y conjure con sus rezos, ternos y ruegos, las malas energías que ayudan a provocar los excesos de la naturaleza.

No estamos autorizados por artezblai para hacer propaganda a ningún evento, porque todo lo que es promoción genera unos costos, y por eso nos abstenemos de mencionar en esta columna el nombre del monstruoso festival, de carácter iberoamericano, que ha estado contratando a un chamán, para regular el clima; pero queremos aprovechar esta noticia para estimular la curiosidad de gestores culturales y de artistas de provincia, e incitarlos a averiguar si la misión del chamán es regular el clima, o doblegar la voluntad de quienes dirigen las Instituciones de Cultura del Estado, para que sean generosos en sus aportes.

Si las pesquisas dan el resultado que suponemos, esto es, que la misión real del chamán es intimidar a los racionalistas que administran los recursos de cultura, no dudaremos en promover un rediseño de los cursos de gestión cultural, para que, en vez del cacareado tema INDUSTRIAS CULTURALES, se imponga el que hemos decidido titular como EL PAPEL DEL CHAMAN EN LA GESTIÓN CULTURAL.


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