Aclárate la voz

Los maestros y la voz (II)

(viene de la semana anterior) A juzgar por el programa de la carrera universitaria de magisterio, todo el peso está en dotar a los futuros maestros de conocimientos sobre diferentes materias y de estrategias pedagógicas para que sus futuros alumnos desarrollen diferentes capacidades intelectuales. En la especialidad de Educación Infantil nos encontramos con una asignatura obligatoria titulada «Desarrollo psicomotor», bueno parece que se le da un poco de espacio al mundo emocional y psíquico del niño. Pero, ¿cómo es posible que solo exista una asignatura formativa obligatoria para el futuro maestro que contemple el universo expresivo del niño? Nos encontramos con que en optativas nos encontramos con «Juego motor en la edad infantil. Itinerario madurativo» dirigido a que el estudiante de magisterio comprenda que en la etapa infantil el niño expresa su «yo» más profundo a través del juego simbólico. Desconozco desde disposición interna presenta cada profesor universitario su asignatura y cómo la lleva a cabo con el alumnado pero a vista de ciego en estos programas existen carencias de peso muy evidentes. Carencias de peso que tengo la impresión, a riesgo de caer una especie de síndrome Expediente X, que parten de una ideología educativa enfermiza. Parece que todos los esfuerzos van dirigidos a formar cerebros con capacidades intelectuales. Lo que en sí mismo es, también, necesario. Pero ¿dónde queda la educación emocional? ¿Dónde queda el desarrollar en el futuro maestro las capacidades para estimular el desarrollo de una inteligencia emocional en esos niños que, cuando sean adultos, llevarán las riendas de este país? En mi opinión se descuida gravemente este aspecto. Parece que el boom de Daniel Goleman, «Inteligencia Emocional» no fue lo suficientemente potente como para sacudir los papeles en las mesas de los que crearon el programa de magisterio. Y ¿esto es el plan Bologna? Hagamos fantasías. A lo mejor es que existe un criterio aunado por parte del cuerpo docente universitario en el cual la estimulación, tomemos solo un elemento, de las capacidades de relación intersubjetiva van implícitas en la propia dinámica con la que se imparte, por ejemplo,»Desarrollo del pensamiento matemático y su didáctica «(II).

No soy maestro. No trabajo con niños. Trabajo con maestros y profesores. En su día a día se encuentran con que les hubiera servido de más ayuda tener formación en resolución de conflictos que en saber el imperativo no rompas la silla contra la pared; les hubiera servido de más ayuda aprender dinámicas de grupo en vez de las últimas tecnologías de comunicación cuando un alumno no escucha y torpedea la clase; les hubiera servido de más ayuda la asignatura de habilidades sociales en vez del símbolo oxígeno cuando le falta el aire porque no puede respirar ante las continuas luchas con el alumnado y sus amorosos padres, más aún si la situación se da en un centro de los llamados curriculares. Alguien podrá decir,»que hagan terapia». Y muchos, lo hacen. Desgraciadamente, otros más tiran a base de fármacos o a base de romperse la salud.

Os preguntaréis y ¿Qué tiene que ver esto con la voz? Tiene que ver en todo. El cuidado por la voz es cultura y la cultura se expresa en el cómo nos comunicamos por medio de nuestra voz y de nuestras palabras. La cultura es también aprendizaje social. Y parece que nuestro sistema educativo desde la base está más preocupado por hinchar al alumno con conocimiento de datos y técnicas que por construir una cultura saludable.


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