‘Shirley Valentine’ / Verónica Forqué
Una mujer extraordinaria
Hablar de algo de lo que ya se ha hablado en muchas ocasiones y hacerlo sin caer en el tópico, el estereotipo y los lugares comunes, es una tarea difícil. Lo castradora que puede llegar a ser la familia para el ‘ama de casa’, es uno de esos temas recurrentes (generalmente bajo forma de monólogo) seguramente porque es una realidad que sojuzga a muchas mujeres. Si uno se acerca al argumento de ‘Shirley Valentine’ y ve que se trata de la historia una mujer de clase obrera de Liverpool, anulada por el matrimonio, que sueña con escapar a algún lugar para reencontrarse con sí misma y con la vida, puede pensar que va a encontrarse con una aburrida colección de clichés gastados, sin el menor interés ni dramático ni escénico.
Pero no, la’ Shirley Valentine’ que vimos el viernes no tiene nada que ver con un anodino conjunto de tópicos, clichés y lugares comunes, encorsetados bajo la rigidez de un monólogo. Al contrario, es una obra fresca y divertida, por momentos brillante, a la que costó apenas unos minutos meterse al público en el bolsillo.
Hay un buen texto de Willy Russell, bien estructurado, escrito con una inteligente dosificación de humor y ternura. Tal vez haya algún pasaje que no aporte demasiado (el relato del hijo en la función del colegio) y que escénicamente se vuelve en exceso discursivo. Nacho Artime firma una buena versión que incluso logra que no se pierdan los juegos de palabras del original inglés.
Manuel Iborra plantea una buena puesta en escena. Maneja bien el ritmo y los tiempos. La primera parte con ese verismo propio del cine o las series de televisión, y la segunda mucho más teatralizada. Cuenta para ello con una acertadísima escenografía y una precisa iluminación y sobre todo, cuenta con el talento de Verónica Forqué. Sobre la escena se muestra enorme, dando al personaje la profundidad que tienen el texto y la historia. Vemos una Shirley plena de matices (ingenua, tierna, ilusionada, decepcionada, decidida, temerosa…) fresca, real y cercana. Domina el gesto, el ritmo, la intención. Dibuja su personaje de tal forma, que igual arranca la carcajada de todo el auditorio, que lo sujeta en un mutismo absoluto cargado de emoción, al colocar un simple silencio en su sitio. De manera brillante, consigue que nos enamoremos de una extraordinaria Shirley Valentine.
Obra: SHIRLEY VALENTINE. Autor: Willy Russell. Versión: Nacho Artime. Produce: Carlos Lorenzo. Intérprete: Verónica Forqué. Escenografía: Andrea D’Odorico. Iluminación: Nicolás Fischtel. Vestuario: Juan Ortega. Música: Luis Mendo y Bernardo Fuster. Dirección: Manuel Iborra. Teatro Principal de Zaragoza. 20 de abril de 2012
Joaquín Melguizo
Publicado en Heraldo de Aragón 22 de abril de 2012