¿Crisis, qué crisis?
Han venido a la Umore Azoka de Leioa en este lluvioso mayo de 2012, 5 programadores y directores de festivales europeos, invitados por Artekale.
En una mesa redonda celebrada para la ocasión se les ha preguntado por la situación de las artes y los festivales de calle en estos tiempos de crisis. Primero hicieron una descripción de sus respectivos mundos para profundizar y explicar después, cómo se financian, qué cosas han cambiado desde los «boyantes» tiempos de la Europa a toda máquina y ahora, y cómo ven el futuro de los festivales y las artes escénicas. Por orden de intervención hablaron Holanda, Polonia, Reino Unido, Francia y Alemania.
Casper de Vries es el creador y fundador del Jardín de las Delicias, un festival atípico por ser pequeño y suceder, siempre, en los jardines, bosques, huertos y zonas acuosas que rodean ciertos castillos de Holanda. El festival de De Vries no tiene hotel al uso, porque sucede en plena naturaleza. Su hotel, son una serie de caravanas bien aparcaditas sobre un césped esplendoroso. La ducha del festival, también está situada entre árboles y zonas verdes. Cuenta su fundador que durante el primer día la gente es algo reacia a meterse en la ducha natural, pero una vez que los invitados del festival la prueban… no hay minuto en el que ésta esté libre. No es difícil imaginar por qué. ¿Se imaginan lavándose los cabellos en un precioso atardecer de otoño mientras los pajaritos silban a su alrededor y las hojas de los árboles se mecen suavemente? La cosa se embellece aún más si la perspectiva al salir de la ducha es ver unos cuantos espectáculos al aire libre en un entorno 100% natural. De Vries relató que él se financia, en una primera instancia, con patrocinadores privados. Con los fondos que recibe puede pagar alojamiento, dietas de los artistas y los gastos de producción. Y es solo después cuando acude a las instituciones públicas de la localidad para informarles de que tiene montado un bello festival privado cuyas puertas quisiera abrir al gran público. Pero para ello, les dice, es necesario contar con y abonar los permisos y seguros necesarios. De Vries se limita a pedir financiación pública para cumplir con los requisitos que las propias instituciones obligan a cumplir cuando se realiza un evento público de este tipo. Y, de momento, lo ha conseguido. También cobra entrada a los espectadores. El jardín de las delicias, se llama en holandés Der Tuin der Lusten.
Karolina Pacewicz ha visitado Leioa en representación del Festival FETA de Polonia. Cuando le informaron acerca del tema sobre el que tendría que hablar en los encuentros, Karolina preguntó a los artistas y gente de teatro que conoce en Polonia acerca de la crisis. Y la respuesta que obtuvo una y otra vez fue: ¿Crisis? ¿Qué crisis? Pero si aquí siempre hemos estado fatal y hemos sido pobres. ¿Crees que ahora lo estamos notando más que antes? Pacewicz nos ha contado que las cosas en Polonia no son fáciles para los festivales de teatro de calle. Tampoco para los artistas: muchos de ellos deben vivir de otros trabajos que les den dinero para poder seguir haciendo arte teatral y arte callejero. Una de las iniciativas de este festival, que cuenta con una media de 40.000 espectadores, ha sido la de trasladar los espacios escénicos a barrios marginales de la ciudad de Gdansk.
Angus Mackechnie es, a todas luces, un privilegiado. Director del festival de calle del National Theatre de Londres, tiene toda una organización a sus espaldas que protege su trabajo y el festival WATCH THIS SPACE. A diferencia de otros festivales europeos, el señor Mackechnie no tiene que solicitar todos los años un presupuesto a las instituciones sin saber cuánto respaldo económico recibirá, sino que sabe que cuenta con unos fondos determinados para dar vida a las calles de Londres durante los meses de verano. Cuando cogió las riendas del festival hace 8 años, la relación de los dineros que iban a los artistas, en comparación con las cantidades destinadas a infraestructuras, publicidad, permisos, etc., era de 1/3 para pagar a los artistas y 2/3 para el resto de asuntos. A Mackechnie esto le pareció de locos. Dice, contento, que esta relación ahora se ha invertido y que 2/3 de los fondos del festival van a parar a los artistas. En su intervención, Mackechnie no dudó en recordar a programadores y directores de festivales, que, en este mundo de las artes de calle, quienes más riesgo asumen son los propios artistas. También defendió con creces que los espectáculos de calle sean gratis para el público y nos habló de las familias de Londres que acuden con sus hijos a ver los espectáculos en bicicleta, porque ni siquiera se pueden permitir pagar un billete de tren hasta el centro de Londres.
Por boca del francés Paco Bialek nos llegó un importante mensaje de Denis Lafaurie, director del Festival de Teatro de Alès, dirigido a los artistas: Por muy feas que se pongan las cosas económicamente hablando, no dejéis de ser ambiciosos y de arriesgar desde el punto de vista artístico, porque esto es lo único que puede salvar el arte venidero. Ante un panorama tan desolador, crece el miedo en el artista quien, por instinto de pura supervivencia, puede acabar traicionando su arte por hacer espectáculos y propuestas que se amolden al mercado y a los tiempos que corren. Tanto Bialek como Lafaurie hicieron un llamamiento para que festivales y programadores protejan aquellas propuestas artísticas que no bajen la cabeza ante las dificultades económicas y que sean valientes a la hora de proponer y contar. Bialek cerró su intervención diciendo que, de todos modos, no hay nada ni nadie que detenga a un artista que quiere crear: el día que no quede nada, el artista seguirá creando porque ese es el rol que le toca vivir en esta sociedad.
Gabriele Koch del festival La Strada de Bremen Alemania, nos dijo que su país es líder mundial en exportación, pero que es tercer mundo en lo referente al Teatro de Calle. Nos contó que ni siquiera existen datos oficiales referentes al número de compañías profesionales de calle que existen (estiman que entre 200 a 300 en toda Alemania), ni tampoco festivales. También nos dijo que es muy difícil encontrar espectáculos de gran formato de calle creados en Alemania, porque no existen subvenciones para los artistas callejeros. Nos trajo también una cita de un sociólogo, recortada de las páginas de cultura de un periódico alemán con el que cerramos también este artículo invitando al lector a reflexionar. Ante la pregunta: Frente a la crisis financiera, los periódicos aburguesados buscan, suplicantes, una alternativa al capitalismo. ¿Hay que preocuparse por la economía de mercado? El sociólogo Wolfgang Port contestó:
Deberíamos preocuparnos más bien por la literatura y el teatro. Si dejan de ocurrir cosas en estos ámbitos, los apartados de cultura de los periódicos buscarán en otra parte. A modo de reemplazo, empezarán a contemplar la vida real como si fuera una pieza escénica y, cómo críticos, llegarán a la conclusión, de que la vida real tampoco vale para nada.