Otras escenas

Lentes

Hace unos años, me gustaba entender el arte como una lente, un objetivo crítico a través del cual el mundo se revelaba diferente. La experiencia artística era para mí un acto importante, sagrado e íntimo. Me agradaba pensar que el arte era necesario, que su función era hacernos mejores.

Hoy día, el período de exposición necesario para obtener una fotografía clara del momento que vivimos es muy largo. Son tiempos borrosos.

Estos últimos meses, tenemos tanto que perder que corremos mucho. O mejor dicho, intentamos correr, pero no sabemos claramente hacia dónde, que es lo mismo o peor que estar quieto. Qué difícil resulta trazar una ruta. Más con el Minotauro acechando. Es como en una pesadilla -disculpen la paranoia-.

Los que nos dedicamos a las artes escénicas, reducimos equipos humanos, perseguimos diseños de producción milagrosos, ajustamos nuestro lenguaje a cuántos mercados nos sea posible, también temas y maneras de hacer para que no molesten a nadie y todos digieran… sin olvidar el hecho de tener que estar a buenas con las instituciones, por lo que pueda ser.

Entiendo que todos tengamos que llegar a fin de mes y que las cosas estén muy difíciles pero ¿Dónde están las instantáneas críticas que se nos suponen? ¿Dónde empieza y acaba el compromiso del arte y el creador consigo y con la sociedad en la época que nos rodea? Echo de menos una reacción contundente por parte de la comunidad artística. Y no sólo relacionada con la creación. Tenemos que enfocar.

Aunque haya excepciones destacables –como la programación refrescante de La Seca – Espai Brossa o el dinamismo del Antic Teatre-, tengo la sensación que en Barcelona hemos vivido una de las temporada artísticas más conservadoras que recuerdo. Sobre todo por lo que hace referencia al teatro público. Me sorprende el aguante de todos. Echo de menos el compromiso vinculado a la creación, la valentía, el espíritu crítico, la contestación, el debate, la canallada o la controversia. Echo de menos la libertad creativa.

Recientemente, asistía a un espectáculo callejero y un compañero vaticinaba que el esteticismo y la falta de concepto en las artes de calle tenían que acabarse pronto. Creía seriamente en sus posibilidades reivindicativas, de encuadre para con la realidad. Vinculaba la creación en el espacio público a los movimientos sociales que desde el 15-M entienden la calle como foro de diálogo. ¿Se imaginan que las Artes de Calle fueran una lupa? Nada me haría más feliz.


Mostrar más

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba