Otras escenas

Teatro de la ubicación (II)

¿Se imaginan una parada de autobuses convertida en el hall de un teatro? Muchas de las producciones programadas en el festival holandés Boulevard (S’Hertogenbosch) empiezan en dicho espacio.

Los autobuses parten media hora antes de cada espectáculo. A su llegada, el público se organiza en una cola y un humorista se encarga de amenizar la espera. Se mete con la gente, la gente se ríe y éste contraataca. En el autobús continua la fiesta hasta que el artista da la salida al conductor, y así una y otra vez, hasta que la jornada se agota.

En la cola se habla con todos, hay muy buen ambiente. El año pasado conocí a dos voluntarias que este año he estado encantado de poder reencontrar –Boulevard cuenta con un gran número de voluntarios llegados de todo el país-. Estos ratos de espera también son un foro crítico sobre lo que va pasando, un termómetro que mide qué se ha visto, qué ha gustado y qué no.

La espera, el trayecto, el acceso a cada espectáculo están cuidadísimos. El festival entero es un ejercicio de hospitalidad, predispone al espectador a una actitud muy positiva. Los materiales expuestos son una aventura de principio a fin. Cada espectáculo es una ruta, cada recorrido una experiencia y cada ubicación un reto. Mejores o peores resultados, como en muchos lados, pero el riesgo fue siempre más interesante que el inmovilismo, ¿no creen? También la curiosidad y la constancia.

Entre la programación me sorprende el uso tanto de templos paganos como religiosos. En el centro de Europa se atreven con todo. Me refiero a espacios con mucho peso significante que pueden fácilmente robarle el peso al contenido de la pieza y convertirse en una visita turística teatralizada. Entre ellos un Ibsen presentado en un polígono industrial, en una vieja fábrica concretamente. Las andanzas y viajes de Peer Gynt según Het Zuidelijk Toneel, contadas con pocos artificios, numerosos actores y un gran trabajo de espacio escénico. Por otra parte, una opción que me pone especialmente: que Theater Artemis presente Drie Monniken en una iglesia. Se trata de la historia de tres monjes, una fábula a veces ácida, a veces amarga y otras delirante inspirada en la vida de los miembros de una de las órdenes religiosas más estrictas y disciplinadas de todo el mundo.

La mezcla de clérigos, empresarios y artistas suena a potingue. Pero qué bien puede llegar a saber en circunstancias como estas. Las horas invertidas en búsqueda de localizaciones, diálogos y gestiones con las partes, diseños logísticos o búsqueda de presupuestos. Me da que programar bien teatro cuesta tanto casi como hacer buen teatro. Geert Overdam, el director de este festival es, sin lugar a dudas, un gran artista.


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