La U cuenta contigo
Ha terminado en San José de Costa Rica la segunda edición del FESTIVAL DE NARRACIÓN ORAL denominado LA U CUENTA CONTIGO, llevado a cabo durante los días 22, 23 y 24 del presente mes, bajo la dirección del gestor cultural y narrador oral Fernando Franco león, y por tener esta iniciativa el interés de poner en orden algunos conceptos relacionados con el tema de la narración oral y su utilidad social, hemos decidido expresar nuestra opinión acerca de cómo vemos el tema en función de la universidad.
Contar en la universidad tiene sus riesgos para el oficio de la narración oral, cuando la actividad se plantea como un elemento más de lo que se denomina bienestar estudiantil, porque la expresión bienestar casi nunca está asociada a procesos de pensamiento que le permitan al individuo planear su desarrollo, sino con la búsqueda de satisfacciones sensoriales y de soluciones materiales, y de lo cual se infiere que quien cuenta dentro de la universidad no siempre se siente responsable de entregar un mensaje que lleve al oyente a hacerse preguntas posteriores, y por ende, quien escucha tampoco se siente estimulado para entregarse luego a la reflexión y tratar de comprender cuál es la utilidad social de cuanto ha escuchado.
No son, quienes están dentro de la universidad, en calidad de estudiantes los responsables de la actitud asumida por quienes cuentan, como tampoco son quienes cuentan, responsables absolutos de su repentino desgano por desencadenar actitudes reflexivas entre sus oyentes, porque tanto estudiantes como narradores orales son víctimas de la concepción que algunos han querido imponer acerca del tipo de relato a elegir y de cómo debe contarse éste cuando el acto de narración oral se lleva a cabo en escenarios adonde la mayor concurrencia es de gente joven, como si juventud y análisis no pudiesen ir de la mano, pues existe la creencia de que juventud y juicio son términos opuestos.
La universidad no se ha salvado de la influencia de quienes a partir de la palabra de fácil nacimiento y desgarbado mensaje han querido imponerle al respetable oficio de contar cuentos la misión de entretener para embolatar la realidad, porque, como ya insinuamos en párrafo anterior, no se tiene dicho oficio dentro de los campus como un instrumento más de formación del individuo sino como parte del bienestar, que seguramente sirve para apoyar el olvido transitorio de las faenas académicas, aunque también se nos antoja creer que dicha actitud forma parte de una estrategia de disuasión en lugares adonde, como la universidad, el impulso juvenil y el deseo de pensar deben ser contrarrestados.
Son enormes los esfuerzos que hacen algunos gestores culturales para llegar al interior de los campus universitarios, saltando los obstáculos de la dispersión, y consolidar un proceso orientado a hacer de la narración oral un elemento más de la formación del universitario, porque muchos de sus oficiantes están empeñados en hacer de ella sólo un medio de entretención, porque es la capacidad de entretenimiento lo que está definiendo hoy en día la calidad y la aceptación social del producto con nexos culturales.
Cualquier proceso iniciado en la universidad influye en la sociedad, por ser ésta un símbolo del saber, y si la narración oral se considera dentro de sus actividades como un elemento de bienestar, será la idea de entretenimiento la que irradiará hacia el exterior, y quienes aún sospechan que la narración oral puede servir para emitir un mensaje, recuperar un sentido social, descubrir la historia oculta, etc, comenzarán a dudar.
Esperamos leer las conclusiones de este festival y encontrar en ellas la huella de los debates hechos para discernir acerca del papel socializador de la narración oral.