Zona de mutación

Hermético

La calidad de hermética de una obra pone en el tapete su facultad para comunicar o ser comprendida. Una obra hermética se resiste a la comprensión fácil y desafía a la acción ‘hermenéutica’ que no es sino el saber desentrañar el significado oculto que se encuentra detrás de las formalidades y apariencias de una imagen o escritura. De más está relacionar ambos vocablos, hermético, hermenéutico, con el dios Hermes y toda su genealogía. La inquietud destacable es si la incomprensibilidad de una obra debe medirse como valor en sí mismo, como dificultad adicional que prepara para abordajes cualitativos más acabados y profundos. El llamado ‘arte para iniciados’ ha sido vilipendiado a ultranza como una dificultad discriminatoria de aquellos que tratan de establecer la inabordabilidad de la cultura y el arte para los no iniciados, entendidos estos como la gente de a pie, los que no están preparados para acceder a tales contenidos. El factor ‘secreto’, ‘oculto’ será inmediatamente para los que están preparados para decodificarlo, previo a una meticulosa recepción de los códigos, claves y conductas a seguir para ello, las que obran en poder sólo de algunos o sólo de uno. Para esto, quienes manejan el secreto son los responsables de orquestar el significado que la obra porta. El arte hermético tiene una filiación religiosa, de base mistérica, sustentada en la sospecha que las percepciones lineales, cotidianas, son prescindibles frente al resplandor que dimana del develamiento del secreto. Un secreto está detrás, más allá, fuera de la percepción directa. Sólo presuponerlo, activa la presunción de que algo hay en lo invisible, en lo que no se está tomando en cuenta, y que pasa por ser lo importante y decisivo. Como si todo lo demás, fuera excusable e inservible. Al fin de cuentas, la obra hermética opera a imagen y semejanza del dios que se revela, previo a seguir los protocolos que garantizan a un seguidor como depositario del mensaje.

La concreción única de una obra a partir de materiales que se manipulan a través de un determinado conocimiento, muestra que su concreción no es efecto de un designio autoimpuesto sino más bien de la expresión luminosa que ya está ahí, y que el artista como mediador es capaz de sonsacar. Su idea es que ese núcleo significativo puede ser tan deslumbrante, que en su arte va incluida la capacidad de dosificar su intensidad de acuerdo al rango espectatorial del que mira. Darle todo al observador, podría cegarlo, o anularlo como agente pasible de seguir recibiendo información. Los meandros y dificultades del conocimiento de esa obra, hacen de la preparación para acceder a él, la condición que amerita ser su depositario.

La secularización de la cultura, ha promovido en el campo político, la certeza de que el hermetismo es la herramienta que los detentadores de poder usan para dificultar el acceso viable del pueblo a verdades que no está aurtorizado a conocer, mucho menos a ejercer. Por eso, el corrimiento de los velos, aún por un contrapoder postulado como subsanación de tal escamoteo, privó, paralelamente de ilustrar sobre las magnas posibilidades que la multidimensionalidad de la mente, por decirlo de alguna manera, tiene como fragua poética, en su capacidad múltiple para connotar lo que supera los umbrales mínimos del sistema perceptivo humano. La mera simplificación política, depauperizó el ejercicio integral de lo mental, porque en ello iba la alternativa de una claridad administrada por los teloneros de lo oculto.

El hombre de cualidades artísticas, vive hoy la certeza de que sus potencialidades no están debidamente canalizadas, ni usadas. Y quizá no se equivoque, porque el hermetismo y sus opuestos, se han implementado como sistemas administrados a través de la cultura y la instrucción. Con lo que la impresión de que no se trata de orquestar mensajes o ludicidades obvios en términos de rendimiento diversional dentro del sistema cultural, sino de la capacidad para transmitir la convicción que el hombre en el ejercicio pleno de sus facultades, puede crear las condiciones futuras para una nueva ‘communitas’, para una nueva relación con el planeta y una nueva manera de entenderse a sí mismo. En este sentido, el misterio del hombre sigue siendo él mismo.


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