Zona de mutación

Original y copia

«Memoria: el espacio en que una cosa ocurre por segunda vez», dice Paul Auster. Llevando agua para nuestro molino de teatrantes, no podemos evitar connotar inmediatamente la frase con la escena. Esta como el espacio natural de la segunda vez. Segunda vez que no es fundante, y al no serlo, tampoco original. Razonando, caemos en la cuenta que esa segunda vez es válida sólo hasta la gramática que reconstruye, cual un dèjá vú, los hechos inmemoriales de la vida personal, más otros retenidos en una historia de hechos salientes, consagrados por la subjetividad o por la conciencia identitaria expresadas en una obra. La repetición en la escena celebra, ritualiza, ese ejercicio de lo ya vivido y que se hace recordable por algún motivo personal o social. Si bien la copia dispara la memoria de un ‘original’, no es raro que éste no tarde en fundirse en el olvido. A veces, las reglas de la propia intimidad guardan en un decoroso secreto, aquello que, paradójicamente, se distingue por ser importante. La no exposición o expresión de un recuerdo, lleva a olvidarlo. Así lo expresa Jean Rhys en su relato ‘No tirar sobre pájaros parados’: «No hay modo de controlar el recuerdo. Muy pronto caemos en vacila-ciones y dudas al querer evocar hechos, considerados tan importantes en su día que pensábamos no los olvidaríamos jamás. O nos sentimos incapaces de reconstruir el rostro de alguien que, lo habríamos jurado, se nos grabó en la memoria para siempre. Por otra parte, recuerdos triviales e insignificantes pueden acompañarnos, indelebles, toda la vida». El recuerdo, en su caos, bien puede ser el territorio de una manipulación, de una dirección inducida de acuerdo a fines determinados. Puede haber intereses para restituir algunos recuerdos por sobre otros. La fluidez con que se convocan, resultan un arte de la seducción, un arte al fin: la reminiscencia, la nostalgia, la saudade.

La escena también puede ser muscularmente explícita, obvia, evidente, como hacer de la búsqueda de lo ya olvidado, un atrapante sortilegio en el que el rostro de lo original, si bien sólo aparece como sugerencia, brinda la certeza de un gran hallazgo.

Cómo repetir algo sin memoria, o para mejor preguntar: ¿en qué consiste aquella materia escénica que no es memoria, que no guarda el doble de la representación de un original?

Para seguir con las citas: los personajes de la película ‘Copia Certificada’ de Abbas Kiarostami, empiezan conociéndose para luego internarse en una historia que lúdicamente repiten en la representación imaginaria de algo no vivido. Improvisan una historia posible. El imposible recuerdo de lo no vivido se actualiza en el juego espontáneo de los dos personajes de la película, como posible y verosímil que construyen memoria a base de certificarla como acto imaginario. El presente, según lo que se tiene asimilado, bien puede ser el recuerdo de un pasado, pero éste, el pasado, ¿quién vendría a ser? ¿Podría ser en un punto lo que se reconstruye en la verosimilización imposible de lo que se es ahora? Como si el sucesor generara al precursor, la copia al original. Una imagen, contiene la versión por nadie relatada, de lo que es la realidad sin mediatizaciones de fic-ciones, equívocos, sueños, simulacros, representaciones, etc. En el presente reside el huevo de lo real, que funciona como el inconsciente virgen, desde el cual se puede explicitar como versión, aquello que ha de ser vivido. La creación como relato, desanda inscribiendo lo que no se recuerda, lo que no está escrito. Solución imaginaria. Solución sin palabras. Rota la cadena temporal, se rompe la frase, la palabra articulada. Las aguas del Leteo se extienden como panorama y a los hombres y mujeres les queda jugar como un Peter Pan sin edad. Las leyes de olvido dictaminadas por la modernidad, tendrán en la escena la nave del viejo Ulises, dispuesta a sustraer de las mieles del olvido a su tripulación.


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