Incendiaria en combustión

Aliento y melancolía

«No hay encanto sin conocimiento y no hay conocimiento sin melancolía», escribe Claudio Magris en «Melancolía y Modernidad». Se trata de un fragmento escogido para acompañar el gravado de Alberto Durero titulado «Melancolia I» que inspira, en parte, el espectáculo «ATEM (LE SOUFFLE)», de Josef Nadj. Tras su presentación en Avignon el pasado mes de julio, en este noviembre que desaparece, el Mosteiro de Sao Bento da Vitória de Porto reducía su gran patio para acoger esta propuesta intimista; reducía su gran patio para convertirse en un espacio acotado, con gradas reservadas para un máximo de 60 personas y una caja escénica de cuatro metros por cuatro en la que tenía lugar la poesía: movimiento silente de la mano del dúo que forman el propio Nadj y la bailarina Anne-Sophie Lancelin.

«Atem» nació de un encargo de la Cuadrienal de Praga en el que el tema era la relación íntima en el espectáculo y contaba con una premisa concreta: ocupar una caja de dimensiones establecidas –las arriba indicadas- y producir una forma accesible al público durante ocho horas por día. En «Atem», la relación con la pintura de Nadj se aprecia en la composición de este cuadro vivo con fondo negro, iluminado a la luz de las velas, moldeado en la penumbra y donde la intervención espacial se realiza mediante el detalle: nichos en los muros, huecos en las paredes, paredes que arañan luz, puertas que abren a un más allá incierto, imágenes que remiten a las «vanitas» medievales y donde se desprenden los ecos de los textos de Paul Celan, que es de donde surge el título. Atem: respiración, en alemán. Atem: aliento.

«Atem» es la respiración de la luz de las velas que sirven de iluminación a la composición de Nadj a partir de esos dos seres en búsqueda de una armonía que le permita abolir el tiempo. Y lo consigue. Porque en una sucesión de cuadros en un tempo casi hipnótico, el creador logra suspender el espacio y el tiempo. Es la mirada colocada ante el silencio y la lentitud, es la recepción jugando a sorprenderse y a recrearse en el detalle y en la penumbra. Es la mirada presenciando la transformación de la materia y de las imágenes que se asocian libremente en la memoria.

«Atem» es también la respiración que posee el ambiente sonoro que crean Alain Mahé y Pascal Seixas. Una composición que hace alentar a quien a ella se acerca entre lo hipnótico, la inconsciencia del golpeo del tiempo, la inquietud y la intriga que genera lo desconocido y lo imprevisible.

Respiraciones son también las imágenes abiertas en ese paisaje que esculpe Nadj en un espacio y en un tiempo habitado por dos figuras que buscan un gesto que las acerque sabiendo que existe algo que las separa y al mismo tiempo las conecta.

Así, con diferentes respiraciones, Nadj despierta el extraño encanto de lo oculto, de lo enigmático, de lo melancólico. Destapa la insuficiencia de la razón para captar lo vivido. Descubre un espacio donde todo aparece y se consume como en la combustión de los sueños.


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