Pielescallar
El lenguaje del cuerpo puede ser más honesto que el lenguaje de la palabra. Las palabras se vacían de significado, se pervierten, expresan lo contrario o manipulan hechos y situaciones volviendo del revés la realidad. Realidad, por otra parte, cuando menos, subjetiva. Cuando enmudecen las palabras, el cuerpo habla y la piel nos conduce a lo ajeno, al otro. En Pielescallar del Ballet Contemporáneo de Burgos se establece un diálogo entre la palabra poética y la danza para transmitir la dificultad de la comunicación y empatía entre una pareja. La historia comienza con la ruptura y el alejamiento, con la pérdida inasumida, con la soledad. Se despliegan las estrategias de evocación, de rememoranza, de habitar los perfiles, palmo a palmo, inasibles, de la soledad. La ausencia de la persona amada ha dejado huellas en la piel, en las almas. Luego vendrá la culpa, el daño, el conflicto y el dolor. Somos animales heridos.
Alberto Estébanez arriesga en este estreno absoluto, celebrado en el Teatro Principal de Burgos, el 30 de noviembre y 1 de diciembre, toda su artillería y bagaje artístico. Despliega su ambición creativa en este espectáculo multidisciplinar elaborado en equipo y cargado de algunas imágenes potentes y emociones que llegan al espectador. Arriesga al abordar con actitud heterodoxa la experiencia del viaje del movimiento hecho poesía. El peso inicial de la palabra poética va abriendo paso a la danza en una suerte de pirueta por la que la poesía verbal que ha funcionado como detonante inspirador del tema de la obra es ahora cruel reflejo de su inutilidad.
La poesía de la berciana Sara R. Gallardo se fusiona con la música de Samuel Peñas en un espacio escénico ideado por la siempre eficaz Elisa Sanz, autora también del vestuario. El actor protagonista del viaje de la palabra poética encarnada es Cándido de Castro acompañado por la estupenda bailarina solista Emilia Javanovic que interpreta a la mujer ausente y amada.
Estamos ante una obra construida con los fragmentos o escenas de un puzzle que el espectador va a ir asimilando sensorialmente en un discurso dramatúrgico muy libre que progresará de lo íntimo y personal a espacios más abiertos y públicos como la calle del final. Al principio oímos un latido de corazón mientras una lámpara de folios en blanco alza el vuelo; en el extremo de la escena, otro espacio a ras de suelo está cubierto de un manto de hojas de papel. Bajo la lámpara, un cuerpo de mujer se enreda en el cuerpo de un hombre que medita acerca de su inicial desprecio por el amor. La mujer atrapada en un contacto que se revela imposible inicia su propio destino. Destacará Emilia Javanovic en su interpretación de un magnífico solo en el que sobre ella se proyectan las palabras que significan partes del cuerpo.
La obra combina la creación coréutica que inspira una bailarina de la experiencia de Javanovic con piezas del estilo dancístico del Ballet Contemporáneo de Burgos, madurado y maridado con el hip-hop, con las intérpretes Sara Sáiz Oyarbide, Leticia Bernardo, Alejandra Miñón y Paula Páramo. Destaca el cierre de la obra en una escena que conecta con una realidad más abierta y reconocible, con un lenguaje de la calle como es el rap; bailan el rap El idioma de los dioses, de Nach.
La autora de los poemas Sara R. Gallardo tiene 24 años y editó su primer poemario Epidermia en 2011. Alberto Estébanez se enamoró de su poesía airada y le propuso iniciar esta aventura en la que la poeta puso como condición el respeto a su obra. El actor Cándido de Castro interpreta desde la pasión una palabra poética descarnada y sin adornos; tal vez los versos me inspiren algo más de mesura y menos fogosidad, en ocasiones.
La única objeción que pondría es el volumen del audio. Este es un espectáculo multidisciplinar que combina el sonido directo con el grabado. El sonido proyectado en la interpretación de los textos poéticos en directo (con amplificación microfónica), la música, y la fusión de ambos, marcaban una presencia excesiva. Será un reto ajustar la medida del sonido en consonancia con el desarrollo de la obra, escuchando todos los tonos y matices que destila; desde el susurro y el silencio, al tono sombrío y el grito de desesperación. Piel es callar.