Unga Klara estrena ‘Marisol’, un ensayo entre la violencia y la esperanza
El 1 de febrero tiene (o tuvo, depende de la fecha de lectura) lugar el estreno de ‘Marisol’, última producción de Unga Klara, que permanecerá en cartel en el teatro del mismo nombre de Estocolmo, Suecia, hasta mediados de mayo. El texto escrito por la directora Åsa Lindholm parte de una anécdota real y, en su momento, portada de periódicos en el mundo entero; el sorprendente nombramiento al frente del cuartel de policía de uno de los municipios mexicanos mas violentos del mundo de Marisol Vallés García, joven de apenas veinte años que duró poco mas de cinco meses en el cargo antes de huir y refugiarse, debido a las amenazas de muerte sobre ella y su familia, al otro lado de la frontera, lugar donde espera en estos momentos la resolución de la tramitación de su solicitud de asilo.
Nuestro objetivo con este proyecto, a muchos miles de km. y con una considerable «distancia cultural»; lograr que los espectadores, en su mayoría –aunque no exclusivamente- jóvenes suecos que acudirán a ver el espectáculo, se cuestionen la posibilidad de, como ser humano normal, hacer algo para que el mundo sea un lugar mejor.
Alrededor del nombramiento de esa, podríamos decir, excesivamente inocente ciudadana mexicana, con sus estudios de criminología aún por terminar, sucede un hecho paralelo que, si bien es ficción, podría haber sucedido sin sorprender a nadie; un niño encuentra a su padre muerto en la calle, ejecutado por un policía algo más que corrupto. En la escena del crimen se topará con una adolescente que ha sido testigo del asesinato y juntos, deciden partir en busca de Marisol, la única persona que, creen, puede ayudarles. En su camino contarán con la ayuda de una clown, una outsider, situada en un lugar mas allá del miedo y la tortura. La historia, sin ser una tragedia (mas bien tiene la estructura de un cuento), termina mal, como no puede ser otro modo, aunque los protagonistas seguirán con vida, iniciando una huida a nadie sabe dónde. Solo el malo y algunos secuaces regarán con su sangre el escenario.
Una de las características de Unga Klara, que hacen de esta compañía una excepción, en Suecia es su periodo de investigación previo a los ensayos. Este ha sido el recorrido:
-Brian Palmer. Profesor de «Coraje civil» en la universidad de Uppsala. Extraña asignatura que creó hace algunos años en la universidad de Harvard siendo, después de la de Economía, la mas solicitada en todo el campus, lo cual no es poco. Un individuo tan curioso como necesario. Un hombre que durante dos horas nos habló con lágrimas en los ojos de personas que han hecho grandes cosas. Seres humanos que sacrificaron o pusieron en riesgo su vida por tratar de hacer eso que nos preguntamos todo el equipo y que queremos lo hagan también los espectadores. Lo hizo con un cuerpo y una voz diminuta, pero con un coraje fuera de toda duda, a pesar de que él se considera un cobarde que solo cuenta historias hechas por otros. «El valor es tan contagioso como el miedo» nos soltó. Y el eco de esa frase se ha quedado en la sala de ensayos.
-Una visita a un cuartel de policía sueco, en pleno centro de Estocolmo. Bizcochos con olor a café. El jefe de la unidad se presentó para dejarnos a dos mujeres –agentes que, amablemenete y con paciencia, durante dos horas respondieron a nuestras preguntas. A algunas, las más fáciles, rápido–. A las otras, las difíciles, para otra ocasión. Nos metieron en una sala sin dejarnos ver el resto del edificio que huele a otra cosa.
-Semanas mas tarde nos visitó un ex-policía que, tras haber formado parte, durante los años 80, de una de las unidades mas violentas, de toda la policía, se había arrepentido, para mas tarde tratar de denunciar lo que hacen sus compañeros. Vejado, abandona el cuerpo, se hace íntimo de Stieg Larsson (si, el de la trilogía Millennium) y escribe sobre lo que ha visto y reflexiona sobre lo que cree que hay que hacer para mejorar el cuerpo de policía. Afirmando que las cosas están mucho mejor ahora que cuando el prestó servicio. ¿Qué sentías cuando golpeabas a manifestantes? Se me ocurrió preguntarle. Sus dos metros de altura coronados por una poblada cabellera rubia me respondieron: es triste pero es así, me sentía (en traducción libre) de puta madre. Nos soltó algunas perlas sobre el asesinato de Olof Palme. Sobre cómo se reunieron esa noche unos cuantos miembros del cuerpo en una iglesia de Gamla Stam (la parte vieja de Estocolmo), sobre el número de nazis declarados que prestaban servivio en la policía en aquel momento, sobre cómo alguien hacia llegar a cada policía un volumen de Mein Kampf escrito por un tal Adolf Hitler, etc, etc, etc…
-Dos semanas antes habíamos recibido a una mujer sueca de padres chilenos especializada en bandas callejeras. Durante casi cuatro años había seguido de cerca a los Latin Kings en New York. El grito de «Amorderey» es algo que se nos ha quedado grabado a todos tras ver un documental sobre la organización. Nos habló de las causas, los porqués, las razones, los métodos, los riesgos, las pautas. Trasladó todo ese conocimiento a Suecia donde, a una mucho menor escala, también sucede. «La gente cree que lo que esos jovenes hacen es tomar una decisión irracional en un mundo racional cuando es precisamente todo lo contrario lo que sucede; deciden hacer lo único lógico en un mundo absurdo y en el que nacen siendo ya enemigos». Otra reflexión; «la mayoría de sociólogos que escriben sobre la materia se retroalimentan en convenciones y conferencias, pero casi ninguno ha conocido, de modo personal, a ningún integrante de una banda callejera». Como la vida misma. Magnífico documento de una mujer valiente e inteligente.
-Un psicólogo especializado en «psicología de grupo» nos visitó en dos ocasiones, para ayudarnos a entender los roles que se crean en una estructura grupal. Trabaja para empresas «convencionales» pero su visita aportó datos y, sobre todo, nos describió los roles que de modo más o menos fijo, se generan en todo grupo de humanos que trabajan juntos. La razón de su presencia es debida a una peculiaridad de la «dramaturgia».
– El resto de la bibliografía la aportamos los componentes fijos del equipo. Cada uno se encargó de una materia que iba, de un modo u otro, a formar parte de la tesis central de trabajo; resumen, siempre parcial, de la violencia en México, prostitución y trata de blancas, condiciones socioeconómicas del país, monográfico sobre «los luchadores», informe de cómo funciona por dentro la formación militar sueca (el profesor te pide que escribas tu nombre de pila en un papel y se lo guarda hasta que termines el periodo formativo, se queda con tu nombre, literal). Yo les di a conocer el funcionamiento de la cuadrilla en Euskal Herria, un fenómeno sociológico muy peculiar y que nos ayudó a ver el grupo desde otro punto de vista. Visitas a varias escuelas, con alumnos de diversas edades, para mostrar el «material teatral»que vamos elaborando y recibir respuestas. Como podéis comprobar no son solo ensayos lo que se hace en Unga Klara. Y no es solo el director el que se documenta.
Los tres niveles. El día de presentación del proyecto la directora nos explicó que su objetivo era que la interpretación estuviese compuesta por tres planos solapados. Un primer nivel, el de los roles, los personajes, el más convencional. Sobre ese otro en el cual cada uno de nosotros somos una parte del ensemble, del grupo. Cierto eco brechtiano. Con una serie de actividades que, en segundo plano, refuerzan la acción principal y un tercero, el de los actores – persona, o sea cada uno de nosotros, y que tomamos diversos puntos de vista sobre lo que sucede. Tan interesante como complejo. A estas horas, a tres semanas del estreno estamos tratando de dar «forma artística» a esos niveles sin que se fundan en una masa ininteligible.
La escenografía. Inspirándose en las favelas, con tonos grises, azules y tierra, en una escenografía circular, llena de escaleras y diferentes niveles que acogerá al público y a los actores diseminados en pequeños grupos alrededor de un pequeño cuadrilátero en el que se sitúa la casa privada de Marisol, donde se desarrollan sus escenas en casa, que son emitidas por unos aparatos de TV desplegados alrededor del espacio. En ellos se emiten esas escenas y una espacie de telenovela grabada por nosotros mismos, parodia de la ficción. Difícil reto el de trabajar en un espacio circular, con público a tu espalda siempre, o a un lado. Tratar de desaprender la actuación frontal con sus tics, algo casi inconsciente a estas alturas.
Urban spaces.
Por si fuera poco, los actores hemos investigado sobre nuestra disposición espacial en todo el espacio escénico, componiendo una serie de figuras que denominamos urban spaces, que es el nombre que un grupo de danza en la calle da a su propuesta artística. Muy interesante. Google y podéis saber un poco mas.
Música. Muy sugerente, creando climas desasosegantes, dibujando una iglesia con las voces, con un número musical, un tema muy conocido por los adolescentes suecos pero en una versión soberbia. La compositora, una chica joven que está a punto de finalizar sus estudios, es un fenómeno. Realmente sorprendente. Vestuario y maquillaje. Casi sin presupuesto, con mucha imaginación y ganas. Con muchas horas reunidas a sus espaldas y varios conceptos muy claros.
La dirección. Estas son sus propias palabras, extraídas del material que se utilizará en el programa de mano. «En un mundo lleno de dolor, guerra y tortura sucede, de vez en cuando, que una persona de pronto aparece y crea la diferencia. Sucede en todos los sitios, habitualmente, pero si esa persona es joven, como en este caso, nos fascina e inspira aún más. Recientemente nos ha sobrecogido el valor de esa joven de quince años en Paquistán, sobre todo sus consecuencias. Lo mismo sucedió hace poco más de dos años en Praxedes G. Guerrero, el pueblo en el que nació y creció Marisol Vallés. Tratamos de encontrar las especiales cualidades de esas personas, buscando la razón por la cual han decidido hacer lo que nadie, hasta ese momento, se había atrevido. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esas personas se describen así mismas como normales. Personas que hicieron lo que creían que había que hacer, nada mas. Mi obra se basa en la historia de Marisol y en la información que, sobre la situación de los niños en México, he recibido al leer los libros de Lydia Cacho. Pero mi obra es solo una pieza teatral, un cuento si queréis sobre una persona que quiere hacer algo diferente. Una historia que no habla solo sobre ellos sino sobre nosotros.»
No creo que deba añadir mucho mas. Åsa nos ha dirigido durante todo este proceso con calma, con una idea muy clara de lo que quiere contar, con una estructura dramatúrgica muy bien engrasada, con ganas, ilusión y conocimiento del actor. Carece de la experiencia que solo el tiempo puede ofrecer, pero la ha suplido con coraje y respeto a nuestro trabajo y sugerencias. En la primera entrevista que tuve con ella le pregunté porqué quería dirigir. Me respondió que estaba cansada de que los directores maltratasen su material, y de las estructuras teatrales patriarcales y llenas de «actores-funcionarios». Sin duda poderosas razones la han llevado a las puertas de Unga Klara, en la que, además de dirigir este espectáculo, forma parte del consejo artístico, si se puede llamar así.
Nadie sabe cuál es el resultado que un espectáculo puede lograr. Quizás cuando leáis este artículo haya podido experimentar un poco de lo que «hemos logrado». Hasta ese momento solo intuiciones, que están siendo positivas. Lo que si puedo afirmar, aun antes de finalizar el proceso de ensayos, es que ha sido una experiencia teatral y humana enriquecedora. Mas allá de un teatro de usar y tirar, con honestidad y trabajo duro, escena a escena, con un equipo de más de veinte personas entregados a contar una historia con herramientas teatrales, algunos haciendo las prácticas de sus respectivas disciplinas, otros con profesionalidad adiquirida y todos con ilusión compartida. Provocado por la decisión de una joven de veinte años, muy lejos de las nieves, de tratar de poner un poco de cordura en un mundo que hace mucho tiempo rompió los límites. Una decisión que ha tenido como consecuencia la huida, el desamparo y la soledad, muy lejos de los ecos mediáticos que hicieron de su gesto llamativas portadas que nunca buscó; Marisol Vallés Gracía.