El Hurgón

Teatro en miniatura

Tenemos la impresión, por aquellas cosas de la crisis, que todo se ha detenido y que el lamento es la reacción común; pero cuando nos damos a la tarea de explorar cuanto hace la gente, nos enteramos pronto de la cantidad de ejercicios imaginativos que también ha estimulado, pues es bien sabido que en tiempos de crisis, unos se sientan a llorar y otros se dan a la tarea de seguir caminando mientras piensan, o de seguir pensando, mientras caminan. El hecho es que algunos no se quedan quietos, y es la inquietud de éstos la garantía de continuidad de muchos procesos.

En nuestro reciente paso por México tuvimos la oportunidad de descubrir espacios en donde la crisis en el sector cultural se ha convertido en un pretexto para buscar, sobre todo en esa parte de la crisis que está relacionada con las Artes Escénicas y la ausencia de público, espacios como el que tratamos en la columna pasada y titulamos TEATRO ÍNTIMO, y otro, del cual nos ocuparemos un poco, a la manera de descripción, y que se denomina TEATRO EN MINIATURA.

Estas experiencias nos llevan a sugerir de entrada, que la crisis no es de género, sino una consecuencia de la manera como se enfoca y ejecuta una actividad. La crisis se debe, también, sin lugar a dudas a la escasez de innovaciones con las cuales se puedan adaptar los procesos culturales a las condiciones de los tiempos actuales, para los cuales ciertas características de agilidad y portabilidad en las propuestas culturales, cuentan mucho.

Nos anticipamos a decir que ninguno de los dos experimentos es totalmente nuevo, ni el llamado teatro íntimo, ni el denominado teatro en miniatura, lo cual nos lleva a suponer que, tal como ocurre con la tecnología y su cambio constante de aspecto, que no de esencia o de fundamento, la mayor parte de los procesos emprendidos por el ser humano no se agotan en el tiempo, y siempre quedan de ellos espacios inexplorados, que pueden ser redescubiertos más adelante, porque poseen elementos vigentes, aptos para ser puestos en práctica en cualquier momento, porque el pasado, quiérase o no, va uncido al presente y al futuro de muchas maneras y por eso no es aconsejable desecharlo por completo.

El teatro en miniatura, que es como hemos titulado esta columna, como ya dijimos, no es algo nuevo, y una de las razones por las cuales hemos decidido hacer una mención de la muestra que vimos en la ciudad de México, es porque vamos entrando en el convencimiento de que las artes escénicas están dando miradas retrospectivas, buscando ejercicios que otrora funcionaron muy bien para llegar a ese público, que siempre existe, y cuya característica es no llegar a los lugares en donde se dan cita las representaciones, y con capacidad de responder a un estímulo cuando se lo busca.

Según Itzel Tapia, constructora ya veterana del teatro en miniatura, una de las características de éste es su portabilidad, con lo cual garantiza su desplazamiento a muchos lugares adonde el formato tradicional de teatro no puede llegar por razones de espacio, tiempo y economía, tres requisitos, cada vez más exigidos por la contemporaneidad, y a los cuales deben estar atentos quienes llevan a cabo tareas escénicas, pues este diseño de representación escénica puede ser montado en cualquier lugar, sin las trabas de formalismos legales de distribución de espacios, en poco tiempo y con el empleo de un mínimo de recursos económicos.

Los antecedentes del teatro en miniatura, nos sugieren que la relación público espectáculo siempre ha tenido sus dificultades, y que no es nuevo que quienes se ocupan de las artes escénicas deban incluir entre sus obligaciones, idear estrategias para acercar al público.


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