Negro & negro

¿Es de reír?

La programación es reflexión. Fundamentalmente reflexión. Programar no consiste en rellenar un calendario. Las programaciones que no son fruto de la reflexión son programaciones que no funcionan en sí mismas porque adolecen de un fin definido. ¿Qué es lo que las artes escénicas deben aportar a la sociedad?, ¿por qué se presenta una programación y no otra?, ¿qué buscamos cuando presentamos la programación de un semestre?, ¿por qué las artes escénicas se nos antojan imprescindibles en la sociedad actual?. Todas ellas, son preguntas que merecen una respuesta sustentada en un proyecto marco. La respuesta banal o las excusas puntuales no se justifican. La producción escénica es basta y variada. Permite encontrar unos niveles de calidad más que aceptables para sustentar las distintas programaciones. La cultura es un derecho y una necesidad irrenunciable porque es el único camino que nos conducirá hacia la superación colectiva y hacia la libertad, sin miedos, sin servidumbres de ningún orden. Debemos poner en valor la cultura, en nuestro caso, la escénica.

Las herramientas de la creación son complejas en su sencillez: el pensamiento, la imaginación, la sensibilidad, la confianza, la pasión y la técnica necesaria al servicio del ser humano. El sector público ha obligado a crear una industria de las artes escénicas con pilares de barro. Desde hace 25 años la Administración ha obligado a los artistas a crear estructuras empresariales para poder desarrollar su labor. Ha obligado a los artistas a reconvertir muchas compañías en empresas o en productoras. Los gastos aumentaron sustancialmente. Se les exige y se les exige cada vez en mayor medida. En cambio, la Administración ya no puede sustentar este entramado.

La Administración ya no tiene el dinero necesario. Los teatros tampoco. Hay que seleccionar. No hay días en el calendario, ni capacidad económica para responder a la gran cantidad de propuestas de todo tipo que se producen cada año. Por ello, debe imponer una forma de programar con criterio fruto de una reflexión enmarcada en un proyecto artístico del Teatro.

En los momentos más difíciles la responsabilidad es grande. Cuando la contratación pública ha caído estrepitosamente y cuando el ciudadano necesita, más que nunca, del punto de vista y de la aportación de los artistas…justo en este momento habría que esmerarse más por sustentar a la creación y por acertar en los contenidos. Los Teatros públicos, como parte de la Administración, no pueden obviar las consecuencias de la intervención de la Administración en cultura. Hay que cambiar ciertas actitudes:

-«¿Es de reír? ¡Qué pena! Es que el Público quiere reír. Lo siento»

-«¿Tiene caras conocidas? Es que no irá nadie al teatro. Lo siento.»

-«No está mal pero a MI PÚBLICO este tipo de teatro no le gusta. Lo siento»

-«No está mal pero MI CONCEJAL quiere comedias. Lo siento»

-«¡Uy! Este espectáculo no tiene tirón. Tenemos que llenar el teatro. Lo siento»

-¡Vaya! El mes pasado tuvimos esta obra con una compañía amateur. Y muy bien de precio… Lo siento»

-«¡Esto es demasiado para MI público! Lo siento».

-«Esto no lo va a ENTENDER el público ¿A dónde váis? Lo siento».

-«¡Fenomenal! Buena propuesta. Te alquilo el teatro…»

-«No está mal, ¿vendríais a taquilla? Aquí la entrada suele costar 6 euros» (¿?)

-«Yo lo acortaría y cambiaría el primer acto. Lo siento»

En otras ocasiones, si al fin consigues una contratación, te encuentras con negociaciones y bajadas del cachée que rozan el riesgo temerario. Si consigues una contratación acaso te exigen unos carteles preciosos después de que se haya aprobado la última normativa municipal que impedirá colocarlos. En demasiadas ocasiones nos olvidamos que los Teatros públicos son administración, que deben fomentar la Cultura y asumir la intervención de la misma sin desligarse de las consecuencias. Si los artistas tienen costes añadidos es en gran medida porque la Administración les ha obligado a generar estructuras empresariales demasiado pesadas.

Son tiempos de reflexión y de responsabilidad. Seamos cuidadosos y responsables. Cuidemos a los artistas que son la parte más débil y respetemos al público como lo que son: personas inteligentes que están esperando mucho cuando se acercan a un Teatro.


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