Críticas de espectáculos

Tres en línea/Fulgen Valares/Samarkanda Teatro

Simpático juego teatral

 

«Tres en línea», último espectáculo de la compañía extremeña Samarkanda Teatro, que sigue la línea de espectáculo austero, oportuno en este momento marcado por la crisis económica -como fue su anterior obra «Vecinos», producida singularmente con actores y muy escasa de escenotécnia-, es una graciosa filigrana escénica de cuño pirandeliano (teatro en el teatro), diferente en varios aspectos por su disparatado juego dramático de diálogos y provocaciones al público, pero adherido a la esencia de esa comedia por hacer (sobre la poetisa almendralejense Carolina Coronado), un tinglado que alterna dos géneros que sirven, bajo un clima de situaciones dramáticas y humorísticas, para poner el acento ingeniosamente en una reflexión sobre la actual vida del actor y la función social del teatro.

El texto (más bien un guión) de Fulgen Valares, que demuestra tener mano de dramaturgo, está amoldado para una recreación colectiva de autor, director y actores. Trata sencillamente sobre tres actrices en situación de paro –Pruden, Chari y Chencha- que intentan con artimañas suplantar el espectáculo de una compañía teatral que ha tenido un fallo mecánico en su vehículo y no puede llegar con tiempo a la sala donde tenía programada la función. Al final, toda la peripecia resulta un viaje a ninguna parte de las pícaras actrices, causantes del incidente del vehículo, porque una de ellas se arrepiente y desde la escena todas terminan confesando al público la verdadera y lamentable causa de su mal comportamiento.

La base del juego es de una la intriga que peca algo de reiterativa pero logra escenas de muy fresca inspiración en momentos donde las actrices acuden al teatro como espectadoras y despojan de inhibiciones al público para embaucarlo y hacerlo suyo. Son también ocurrentes aquellas partes donde se representan algunos fragmentos de «Todo Carolina», ambientados en el género romántico pero con apuntes apoyados en la exageración de ciertos gags cómicos sobre los que el guión bromea y ridiculiza. Y certero con el añadido de dos «monólogos» sobre el mundo de los cómicos, ingeniosamente trasladados y relatados dramáticamente con plena y humorística vigencia.

Fermín Núñez ha elaborado un montaje ágil, inteligente, divertido y con un vuelo escénico que se acomoda muy bien al único material artístico que tiene entre manos: los actores. Mezcla adecuadamente los dos géneros teatrales proporcionando escenas de sorprendente júbilo, sobre todo en el juego que deja abierto a la improvisación entre actores-público, si bien algunas veces busca la comicidad por la vía del estrépito: las situaciones inesperadas se resuelven en gritos y la risa se reclama a través del ruido exagerado, haciendo hincapié en los momentos en que el espectador debe colaborar (¡Qué -la función- empiece ya, que el público se va…!) y aportar sus carcajadas.

Un trío de ases, Piedad Gallardo (Pruden y Julia), Olga Lozano (Chari y Carolina) y Paca Velardíez (Chencha y La criada) interpretan la obra poniendo entusiasmo, desparpajo y simpatía a cada personaje que representan. La primera, muy segura y con recursos de fértil inventiva, conduce las situaciones con el público en el divertido juego de participación. La segunda, en estrecha complicidad, mantiene un humor más circunspecto con gestos y remedos ajustados a las dimensiones del entretenimiento propuesto. La tercera, se eleva en sus precisas intervenciones sacando su raza de actriz en el personaje de la criada, con apuntes ingeniosos y observaciones agudas, en donde se luce con excelente voz y garbo escénico.

El público se lo pasa estupendamente con las tres.

José Manuel Villafaina


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